CADA AÑO DURANTE EL FESTIVAL DEL CARIBE, EN EL POBLADO DE EL COBRE QUE ACOGE EL CONJUNTO ESCULTÓRICO CONOCIDO COMO MONUMENTO DEL CIMARRÓN, SE DESARROLLA UN PODEROSO HOMENAJE A LA REBELDÍA ESCLAVA

Aunos 20 km de la ciudad de Santiago de Cuba se localiza el Santuario de la Virgen de la Caridad, en el poblado de El Cobre, demarcación nacida en 1599 y visitada diariamente por cientos personas que llegan desde diversos puntos de la geografía cubana y de otros países, atraídas por la mística de un sitio bendecido. Posee la condición de Monumento Nacional por constituir un paisaje asociativo de notables valores en el orden religioso (alberga dos significativos centros de culto para los practicantes de la fe católica y la yoruba, de origen africano) y en el de la minería por hallarse aquí la mina cuprífera más antigua de América Latina.
Con las montañas de la Sierra Maestra de fondo, en el Cerro del Cardenillo, lugar donde estuvo con anterioridad el templo con la imagen religiosa de la Virgen de la Caridad, se levanta el Monumento al Cimarrón del escultor santiaguero Alberto Lescay, que evoca las primeras rebeliones de esclavos en la Isla.
Ya se conoce que la vida social en El Cobre ha estado siempre marcada por la actividad en la mina, desde que se descubriera en 1530 la reserva del mineral que nombra este territorio. Esta fue la primera zona del país donde el 24 de julio de 1731 los tabajadores y esclavos se sublevaron con el propósito de exigir sus derechos ante las malas condiciones a las que los sometían las autoridades españolas, que violanban constantemente los derechos y tradiciones de la comunidad, la mayoría mestizos y negros.
Estos excesos provocaron la sublevación y muchos de sus protagonistas se unieron a los cimarrones de los palenques en las lomas cercanas. Probablemente fueron los únicos que durante la etapa colonial en la Isla lograron su objetivo por la vía de la insurrección.
Ante la decisión de los complotados, el poder colonial cedió a sus peticiones aunque solo en 1801 se legalizaron sus derechos y se les reconoció como hombres libres y dueños de la tierra, que la mayoría explotaban en pequeñas propiedades como campesinos. En tanto, esclavos participantes en la sedición obtuvieron su libertad mucho antes de que la esclavitud se aboliera en la Isla en 1886.
Transcurridos tres siglos de ese hecho, el escultor santiaguero Alberto Lescay creó el Monumento al Cimarrón –que forma parte de la Ruta del Esclavo, proyecto auspiciado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO)– símbolo de libertad y tributo a la memoria histórica que define a una nación.
Es en este sitio donde señorea esta peculiar obra de casi 10 m de altura, moldeada en bronce y otros metales reciclados, que quedó instalada en la cima del promontorio en 1997 (se accede subiendo poco más de 300 escalones) y que forma parte de la Ruta del Esclavo, donde en cada Festival del Caribe se produce un espectáculo singular: el homenaje a la rebeldía esclava. Se trata de una de las más auténticas demostraciones de la cultura tradicional y popular, derivadas de nuestras raíces africubanas.
Único monumento dedicado a la cimarronía en Cuba, no puede ser encasillado en estilo alguno. Trasciende por el valor simbólico que resguarda para los fieles de las religiones de origen africano, quienes, coincidiendo con la Fiesta del Fuego, celebran varias ceremonias y ritos mágico-religiosos para así rendir tributo a sus ancestros. Se han conservado hasta el día de hoy porque han sido transmitidos de generación en generación, de manera que permanecen vivos esos bailes y cantos originales, entonados en las lenguas que hablaban aquellos primeros africanos arrancados de sus tribus originales y traídos hasta tan lejos.