El verano en el Caribe es el pretexto ideal para pensar en la playa; para escapar de la monotonía del invierno que sucede en otras partes y pensar, desde allá, en todos aquellos placeres que acompañan al sol. Sin embargo, vale la pena recordar que el turismo de hoy compensa esta y otras ilusiones, pues las tendencias contemporáneas de la industria del ocio inducen al viajero a compartir, simultáneamente, más de un atractivo. Si se multiplican las opciones, crecen las posibilidades del disfrute familiar, en grupos de amigos o de colegas que terminan su evento internacional y escapan del estrés semanal, juntos y gozosos.
Todo el continente americano ofrece la variedad de climas más perfecta que se pueda imaginar, igualmente las geografías y paisajes son tan variados, tan llenos de las singulares historias de sus pueblos diversos y extraordinarios, que hacen a esta parte del mundo un lugar cuasi desconocido, si pensamos en las culturas, poblaciones, paisajes, comidas, músicas y costumbres que nos faltan por reconocer, disfrutar e incorporar como parte de los nuevos ritos que el turismo ha venido creando hace unas décadas. Hablo de un turismo en diálogo con esas culturas diferentes, respetuoso de la naturaleza y abierto a dialogar con la gente. No se trata solamente de disfrutar la playa y tumbarse bajo el sol a dorarse la piel, sino de ir un poco más allá, pues las opciones están ahí, al alcance de tu mano.
Nuestra revista Excelencias turísticas del Caribe y las Américas lleva quince años apostando por un turismo sano y múltiple, que propone nuevas realidades de la naturaleza y la sociedad de esta región del mundo. La verdadera riqueza de estos lugares no está solo entre las playas y los hoteles, sino también en el modo en que se vive una filosofía y unas costumbres que conducen a la alegría y al placer compartidos, hablamos de una identidad cultural y un deseo de vivir que tiene la misma fuerza del sol y la misma transparencia de las aguas del mar. Todas las grandes preocupaciones de la urbanidad moderna occidental terminan aquí, convertidas en espuma, como una ola contra el acantilado o en una playa al atardecer. No diremos adiós al estrés, los horarios cerrados, la crisis económica y la soledad del internet, pero será diferente nuestro comportamiento ante su inevitable presencia en nuestras vidas cuando comprobemos con la naturalidad, optimismo y creatividad con que son asumidos aquí dichos males modernos. Por eso le invitamos a venir con nosotros, a transformar sus experiencias y reconocerse en la diversidad, que hace ya tres lustros les ofrecemos y hoy seguimos enriqueciendo.
Apostamos por una experiencia de crecimiento espiritual y de comunión con la naturaleza, que nos pone en diálogo con otras posibilidades, con otros saberes, con otras formas de hacer turismo que, cual espejo necesario, nos descubra quiénes somos en realidad, pero también quiénes vamos a seguir siendo en el futuro y adonde es posible regresar, una y otra vez, si Excelencias lo propone.