- Dos alas en un mismo cielo
LA NUEVA EDICIÓN ESTÁ DEDICADA A PUERTO RICO Y SU CULTURA, UNA DE LAS MÁS RICAS DE LA REGIÓN
Quienes hayan tenido el privilegio de pisar ambas tierras pueden confirmar, sin temor a equivocarse, que a Lola Rodríguez de Tió le sobraban las razones. Cuba y Puerto Rico son, más que dos islas incrustadas en el Mar Caribe, dos culturas raigales de la identidad caribeña, dos naciones –aunque a una le falte la total soberanía– mestizas y criollas, en las que la sangre africana, española e indígena se unieron para marcar la pauta de una hermandad a prueba del tiempo.
Y esa unión crecerá, si aún más pudiera, cuando a principios de julio la bella Isla del Encanto se convierta en la Invitada de Honor de la 38 edición del Festival del Caribe, esa cita anual que en Santiago de Cuba convoca a prestigiosas personalidades y notables exponentes de las artes y la cultura de pueblos con mucho en común y otro tanto para compartir.
Será la segunda ocasión en que las culturas y las tradiciones boricuas sean agasajadas en estas festividades, y se espera esta vez que hasta la indómita urbe llegue una delegación cercana a los 200 participantes, algunos con historiales tan ilustres como el músico Andy Montañez, o agrupaciones muy autóctonas como el conjunto folclórico Majestad Negra, y Tony Mapeyé y su grupo.
Con ellos estará garantizado el disfrute de intensas jornadas, y quienes decidan asistir a esta Fiesta del Fuego en ella apenas podrán distinguir si bailan en Santurce, el Viejo San Juan o en la Plaza de Marte.
Porque igual saben un buen plato de arroz con habichuelas, yuca y tostones, todo cocinado con carbón antes de una taza de ese café salido del pilón, con su aroma inconfundible; porque el arte popular, la música, la arquitectura colonial… y muchísimos otros rasgos más hacen sentir siempre a un boricua como en casa cuando visita Cuba. ¡Y viceversa!
Así, las calles santiagueras prometen llenarse de bomba y plena, de esa salsa tan parecida a la cubana –pero tan distinguida–, y también de los ritmos más urbanos como el reguetón y su rap, de la peculiar sonoridad del cuatro puertorriqueño. Y como fondo, habrá ese sentimiento de solidaridad en la causa común, la compartida devoción por unos santos unas veces católicos, otras africanos, siempre protectores.
Según el Comité Organizador, el programa del festival promete agradables sorpresas. Vuelve el coloquio El Caribe que nos une, ahora consagrado a una de las figuras cimeras de la lucha por la independencia puertorriqueña, Pedro Albizu Campos, de quien se conmemora el aniversario 125 de su nacimiento.
Además, habrá diferentes oportunidades para honrar el importantísimo legado musical de uno de sus más grandes compositores, Rafael Hernández. Para ello está prevista la circulación de un fonograma con emblemáticas obras suyas, interpretadas por el septeto santiaguero Ecos del Tivolí y grabado en los Estudios EGREM Siboney de Santiago de Cuba.
No faltará el tradicional Desfile de la Serpiente para una apertura con toques de invocación a Eleguá, el del Fuego para la entrega del Mpaka –emblema de la Fiesta del Fuego– al país al que estará dedicado el próximo evento, ni la esperada Quema del Diablo, que se hace junto al mar con el fin de espantar lo malo para dejar preparado el camino hacia el venidero encuentro.
Entre estos momentos tomarán la voz las culturas populares y los debates sobre la religiosidad común y una espiritualidad cada vez más expuesta a lo foráneo, y a propuestas que atentan contra la diversidad y la riqueza identitaria de los pueblos.
Muchas razones hacen de Puerto Rico una de las naciones que pueden mostrar y aportar al proceso de enriquecimiento de lo caribeño. Su rica cultura popular, y quienes se desviven por mantenerla intacta, ayudan a preservar ese extraordinario patrimonio que trasciende las fronteras de esa isla que, de muchas maneras, lucha por sostener su nacionalidad frente a los peligros de la transculturización que impone su situación sociopolítica actual.
Con sobrados argumentos, Santiago de Cuba volverá a ser un punto de convergencia para quienes aman y disfrutan las riquezas culturales de una región única. Y esta vez, como diría la poetisa, las dos alas harán volar al pájaro sobre un mismo fuego.