En 1985, a la edad de 86 años, murió uno de los personajes más emblemáticos de La Habana: José María López Lledín, a quien casi nadie conocía por ese nombre, sino por el más enigmático de Caballero de París. Su historia ha inspirado una escultura, varios libros y artículos, representaciones callejeras y, más recientemente, un musical.

Era muy joven cuando llegó a Cuba, a inicios del siglo XX. Muchas leyendas rodean su caso. Que dejó la vida ordenada y se dedicó a la bohemia. Que fue acusado injustamente de un robo y, como consecuencia, enloqueció. Lo cierto es que las calles de La Habana lo vieron deambular siempre vestido de negro y con una capa, ofreciendo a quienes se le acercaban papelitos y otros «tesoros» que cargaba en un cartapacio. Nadie le temía, más bien lo respetaban y hoy día es uno de los mitos más queridos de una ciudad donde abundan los personajes.

José María López Lledín, de origen gallego, a quien todos en estos lares conocemos como «El Caballero de París», ha inspirado varias narraciones y algún que otro texto biográfico, una escultura de José Villa Soberón que se puede fotografiar frente a la entrada principal del Convento de San Francisco de Asís, en la parte vieja de la capital cubana, y hasta una representación callejera en las cercanías de ese monumento, cuyo protagonista se anuncia no como el original sino como «la estatua del Caballero de París».

Era amable y educado, y muchos recuerdan haber conversado con él. No pedía limosnas y mantenía la dignidad del nombre que se atribuyó y que los habaneros siempre le reconocieron. Aunque fue enterrado inicialmente en Santiago de las Vegas, sus restos descansan desde hace un tiempo en San Francisco de Asís.

Este mito es el centro de un musical que llegó al escenario del Teatro Karl Marx, de La Habana, en enero de 2013. Cuenta con coreografía de Eduardo Blanco, composición y dirección musical de Kelvis Ochoa y Descemer Bueno, premios Goya por la banda sonora de la película Habana Blues, y producción de Islandfilms, e involucra a 34 bailarines y 22 músicos, además de personal técnico y artístico.

La obra nos devuelve otra versión de esta historia, a partir de la mirada de un niño que fabula con el Caballero hasta confundirse con él y protagonizar sus aventuras y hazañas más conocidas. Como suele ocurrir, la realidad se impone para mostrar al final que todo no ha sido más que un bello sueño.