Manaos y Rio Negro. El encuentro de las aguas
PRONTO LA REVISTA EXCELENCIAS CUMPLIRÁ SU MAYORÍA DE EDAD, 18 AÑOS DE EXISTENCIA. LLEVO DESDE SU NACIMIENTO HACIENDO REPORTAJES DONDE LA AVENTURA TOMA PROTAGONISMO. AHORA ESTOY REALIZANDO UN PROYECTO TITULADO “DEL KM 0 DEL AMAZONAS HASTA EL CARIBE” PARA ESCRIBIR UN LIBRO DE VIAJES. SEIS MESES NECESITARÉ PARA RECORRER EN SOLITARIO 5 000 KM POR LA AMAZONÍA Y LLANOS VENEZOLANOS. ESTOY A MITAD DEL TRAYECTO EN MANAOS (BRASIL), UNA DE LAS CIUDADES MÁS SORPRENDENTES DEL PLANETA
Llegué en barco desde la parte amazónica colombiana después de cuatro días de travesía. Como regalo de bienvenida me recibe el Encuentro de las Aguas, un curioso espectáculo que se da a unos 10 km antes de llegar a Manaos. Allí se entrecruzan las aguas barrosas y ricas en nutrientes del Amazonas y las oscuras y ácidas del Rio Negro. Al encontrarse, no se mezclan sino que corren en paralelo unos 6 km. Esto sucede debido a las características propias de cada uno de los ríos: mientras el Amazonas corre a 6 km/h y la temperatura de sus aguas es de 28 ºC, el Río Negro lo hace a 2 km/h, y sus aguas tienen 22 ºC.
El río Negro impone por el color de sus aguas, pero cuando se le conoce enseguida se nota que es uno de los más bonitos, amables e interesantes del mundo. Me encanta bañarme en sus aguas de temperatura ideal, limpias, pues ese color lo adquiere de los taninos de las hojas caídas de los árboles de la selva que simplemente lo tiñen, de playas de arena blanca muy diferentes a las barrosas del Amazonas, muy fotogénico por la forma como todo se refleja en su superficie y porque hay poco mosquito, lo cual hace más paradisíaca su selva visitable incluso con niños.
París amazónica
Amazonas abajo (que los brasileños llaman Solimoes) el barco gira a la izquierda y se adentra por el Río Negro para enseguida llegar a la ciudad de Manaos, conocida por el sobrenombre de “La París amazónica” sobre todo gracias a su joya arquitectónica, el Teatro de la Ópera. La instalación fue inaugurada en 1898, realizado a imagen y semejanza de la Ópera de París. Resaltan además otros edificios de época como el Mercado Municipal, réplica del mercado parisino de Les Halles, y otras muchas muestras del estilo Art Nouveau que conforman su casco histórico.
Manaos sorprende porque tiene dos millones de habitantes cuando en 1990 tenía un millón, es decir su población se ha duplicado en 15 años. ¿Y a qué se debe eso? Pues en buena parte a que se ubica el mayor polo industrial de Brasil, gracias a la creación de la Zona Franca de Manaos que libra de muchos impuestos a las industrias establecidas. Al olor de los incentivos fiscales florecen industrias de marcas que abastecen de televisores, teléfonos móviles, ordenadores y relojes a USA y otros países. Todas tienen que ser limpias en honor a la sustentabilidad que aquí se hace, norma por estar en el pulmón del mundo.
Sí, pero lo que más me gusta es lo clásico, la plaza del Teatro de la Opera rodeada de casitas de principios del siglo XX, pequeños restaurantes típicos y lugares de “sucos naturais” (guaraná con limón y miel es mi preferido).
Manaos se asocia a la “Época del caucho”, materia prima para fabricar las cubiertas de los coches, ese invento que cambió la humanidad. Solo en la selva amazónica había seringas, los árboles del caucho esparcidos por millones de kilómetros cuadrados, desperdigados uno aquí y otro mucho más allá. Aquello se pagaba a precio de oro, pero sacarlo del infierno verde no era fácil, solo el indio estaba acostumbrado a aquel clima y el indio no tenía costumbre de trabajar para otros. Gente de otras razas también intentó trabajarlo. Muchos consiguieron ir malviviendo para que otros viviesen como aristócratas: los varones del caucho, personas de pocos escrúpulos que se hicieron riquísimos.
Si hubiese sido otra época se habría edificado una catedral pero a finales del siglo XIX estaban de moda las artes al estilo europeo. Y en Europa se estaba dando la época dorada del teatro que aquí se imitó, trayendo los mejores materiales para edificar el asombroso Teatro de la Ópera de Manaos. Vigas de acero inglés, placas de cerámicas vitrificadas de Alsacia (36 000 con los colores de la bandera brasileña forman la cúpula exterior), muebles estilo Luis XV franceses, mármoles de Carrara, butacas de cuero de Rusia… Y las atracciones también con orquestas y cantantes europeos.
Hoy el Teatro es lo primero que el turista quiere ver, sin duda una maravilla que por hallarse aquí en la selva, aún asombra más. Me impresiona especialmente la pintura interior de la bóveda como si vieses la Tour Eiffel suspendida por un cable vertical. Los camerinos se muestran como si la diva hubiese dejado todo preparado para la siguiente actuación un día del 1900. El teatro se visita con guías, pero desde luego, sigue ofreciendo espectáculos, muchos de ellos gratuitos como un ciclo de danza que estaban programando durante mi estancia. Tiene festivales de ópera, jazz, teatro, danza, música, rock, cine… Y para fomentar la afición al arte, un programa social que enseña artes variadas a 20 000 niños, de los cuales saldrán buena parte de los músicos brasileños que constituyen hoy el 80 % de la orquesta. El Teatro es la visita número uno, la siguiente por orden de preferencia es el Mercado municipal inaugurado en 1882, donde además de productos para comer venden artesanías y remedios amazónicos naturales para todas las enfermedades y carencias, entre otras cosas se vende la “Viagra Regional”, un preparado a base de extractos de plantas y raíces.
Toda la ciudad guarda un rico patrimonio arquitectónico de su época dorada (1870-1910). Para conocerla, lo mejor es tomar el autobús turístico detrás del Teatro. Pasa por el precioso Palacio Río Negro, que mandó a edificar un rico cauchero alemán que no pudo disfrutarlo porque los ingleses habían logrado sacar miles de semillas del árbol del caucho y hacerlas productivas en plantaciones del extremo oriente, con lo que el precio bajó tanto que la ciudad cayó en bancarrota, todo se malvendió y acabó en ruina general.
El ambiente
Me encanta ver tanta actuación musical por la calle. A veces con músicos profesionales que mediante algún programa sociocultural ofrecen su arte en la Plaza del Teatro. Se ven otros programas de fomento artístico, de jóvenes que ofrecen su arte en lugares seleccionados y si no grupos de amigos que se reúnen en la calle por la noche para tocar y cantar. Lo hacen tan bien, son tan divertidos, tan acogedores que te sientes como en casa, no, mejor, más entretenido.
Una parte de la ciudad que se ha puesto de moda es Ponta Negra. Hace pocas décadas era la selva, hoy es el barrio más exclusivo de la ciudad en cuanto a edificación residencial y a la vez de los más populares porque es zona de playa en aguas del Río Negro. Se ha construido un paseo fluvial muy bonito con puestos de comida, helados y cervecerías. Los fines de semana se llena de paseantes, practicantes del bolei y fútbol playa, aficionados al monopatín y en general muchas familias.
La zona del barrio de Adrianópolis es la parte moderna que sigue al centro histórico y donde se ubica el centro comercial más llamativo (al brasileño le encantan los centros comerciales, de modo que darse una vuelta es una forma de tomar el pulso a la ciudad), los restaurante más famosos y varias discotecas de moda.
LA SELVA
Tal vez lo más interesante de Manaos esté fuera de Manaos porque ni lo más soberbio de la creación humana se puede comparar a lo más soberbio de la naturaleza. Hablo del Río Negro, uno de los más bonitos del planeta. Impresiona ver esa enorme masa de agua de color negro, que llega a 27 km de orilla a orilla en el Archipiélago de Anavilhanas, el más grande del mundo en el ámbito fluvial con 400 islas, formando un laberinto verde sobre las aguas negras.
En mi viaje primero fui a Ariau Towers, el primer hotel ecológico que se levantó siguiendo las directrices que Jaques Cousteau insinuó a su propietario el Sr. Ritta. A 80 km. de Manaos se levanta este lodge que se hizo famoso mundialmente por tener sus alojamientos en casitas sobre la copa de los árboles. Acudieron reyes, presidentes de naciones y magnates, toda la jet de todas las ramas de la actividad humana acudió allí y detrás de ellos miles de turistas deseosos de conocer el espíritu de la selva. El lugar cuenta con expertos guías e instalaciones ingeniosas insertadas de forma respetuosa en este medio ambiente para aprovechar los encantos tantos diurnos como nocturnos de la selva.
Los hoteles de selva no son baratos, puesto que además de buen alojamiento y comida comprenden todo un paquete de actividades con barcas, barqueros, guías y colaboradores. Por la noche, observación de caimanes que en Brasil llaman jacarés. En la zona hay muchos y de considerable tamaño pero no son peligrosos para el hombre, desde luego me baño en el río casi todos los días con total tranquilidad a pesar de que una de las actividades por el día es la pesca de piraña, y puedo asegurar que se pescan bastante. De mucho interés son las caminatas por la selva donde los expertos guías explican los secretos de las plantas y sus propiedades (de ellas se sacan medicinas o venenos) y su posible aprovechamiento para construcción de las viviendas de indígenas o caboclos.
Hay aldeas indígenas donde siguen manteniendo sus ritos, bailes y costumbres ancestrales; y aldeas de caboclos, que son mestizos o no, que llevan en la selva toda la vida incluso por generaciones, muchos descendientes de antiguos caucheros. Cuando es época de crecida el río cubre con sus aguas simplemente coloreadas muchísima extensión, pero como son pobres en nutrientes los suelos resultan poco aptos para la agricultura, lo que hace que apenas hayan núcleos habitados.
El más cercano a Manaos –144 km por vía fluvial– es Novo Airao. Un pueblo de unos 8 000 habitantes cuyo término municipal tiene la superficie de Suiza. Está en un lugar tan pintoresco que el turismo se ha convertido en su principal fuente de trabajo.
Novo Airao está frente al Parque Nacional de Anavilhanas, el mayor archipiélago fluvial del mundo. Ninguna de las islas está habitada, muchas tienen lagos interiores, gozan de la máxima protección medioambiental y solo se han habilitado ciertas zonas para que los turistas puedan observar la enorme biodiversidad de este parque en visitas temporales.
Durante la época de bajante salen grandes playas de arena blanca, dando la impresión de que el Caribe ha cambiado las aguas turquesas por otras negras. Es una delicia tomar el baño, pues el río lleva poca corriente.
La visita más curiosa es la que se hace a los botos, como llaman aquí a los delfines. Resulta que hace 15 años, una niña cuyos padres tenían un restaurante a la orilla del río empezó a dar el sobrante de pescado a los delfines rosados que se le acercaban. Todo comenzó como un juego sin importancia, mejor dicho la importancia se la daban los vecinos que increpaban a los padres por consentir que se le acercasen los botos a la hija, pues la leyenda dice que se convierten en bellos jóvenes que seducen a las mujeres y las embarazan, lo cual fue una buena coartada para que alguna justificara ese hijo inexplicable como “hijo del boto”.
Los delfines rosados son animales preciosos que ves saltar por bastantes lugares de la cuenca amazónica. Solo aquí y desde hace poco en Ariau, se pueden llegar a ver de tan cerca, incluso tocarlos aún siendo salvajes, ellos están totalmente libres.
Alojamiento
Este es un resumen de hoteles con excelente relación calidad-precio, todos ofrecen un buen desayuno con frutas tropicales y aire acondicionado:
• Hotel Mónaco
Una placa recuerda que aquí se alojaba Cousteau durante el año que estuvo haciendo documentales por la zona. Muy bien situado en el centro, andando a 10 minutos de la Opera. Habitaciones sencillas pero buenas, con baño. Piscina en el piso 14.
www.hotelmonacomanaus.com.br Rua Silva Ramos 20 Tel. (55) 92 21215026
• Atlántic Park Suites
En Ponta Negra. Hotel de lujo en un lugar privilegiado frente al río Negro y la Selva. Su piscina de horizonte perdido sobre el río es única para contemplar los atardeceres maravillosos que se dan en la Amazonia.
www.atlanticahotels.com.br
Avda. Coronel Texeira 1320. Tel. (55) 92 33064500
• B&B Chez les Rois
Mauro es el cordial dueño de una casa colonial heredada de su familia en la que se respira tranquilidad y con fácil acceso mediante transporte público al centro. El desayuno alrededor de la piscina resulta encantador. www.chezlesrois.com.br
Travessa dos Cristais. Quada G-1. Tel. (55) 92 35845130
• Ariaú Amazon Towers
El hotel con casitas en la copa de los árboles y habitaciones muy cómodas en torres de madera. Todo muy ecológico y plenamente integrado en la selva para vivirla desde dentro con muchas actividades. Es del mismo dueño que el H. Mónaco.
www.ariau.tur.br
Tel. (55) 92 21215000
• Pousada Bela Vista
En el pueblo de Novo Airao, frente al río Negro y archipiélago de las Anavilhanas, esta preciosa posada brinda alojamiento desde quien va de relax hasta quien desea mucha aventura. Estupenda y buen precio. www.pousada-belavista.com
Tel. (55) 92 33651023
• Hotel Adrianópolis
En los foros le ponen una valoración alta, la mayoría lo califican como muy bueno y he comprobado que realmente lo es. Suites muy espaciosas y confortables, relativamente cerca del centro y a la vez con muchas opciones de centros comerciales, restaurantes, etc. Piscina en el piso 18 con las mejores vistas sobre la ciudad.
www.hoteladrianopolis.tur.br
Rua Salvador 195. Tel (55) 92 21012000