A la Sierra Maestra acudieron los valientes a integrar la Columna No. 1 José Martí que, bajo el mando de su Comandante Fidel Castro Ruz, se convierte en baluarte invencible del nuevo ejército del pueblo.
Fidel, Raúl y sus compañeros de lucha, el 28 de abril de 1957, en lo alto del Pico Turquino, entonando el Himno Nacional. Fotograma de la película que tomara el camarógrafo Wendell Hoffmann.
El Comandante Juan Almeida Bosque junto a Fidel en la Sierra Maestra.
Desde el principio, el Comandante Ernesto «Che» Guevara despuntó como uno de los jefes rebeldes más capaces.
Camilo Cienfuegos y Fidel a su entrada a La Habana, el 8 de enero de 1959.
Mausoleo del II Frente Oriental Frank País. Allí descansan también, a petición suya, los restos del bailarín español Antonio Gades, y de la heroína cubana Vilma Espín Guillois.
Mausoleo del III Frente Oriental Dr. Mario Muñoz Monroy.

 

El golpe de estado del 10 de marzo de 1952 originó en todo el país una reacción inmediata: la juventud pidió armas para enfrentar la violencia opresora del general Fulgencio Batista y Zaldívar, conocido ladrón y asesino, quien ya antes había desgobernado la nación entre 1934 y 1944.

Los dirigentes de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) fueron al Palacio Presidencial en la capital de la República. Frank País y Pepito Tey, de 17 y 19 años de edad, respectivamente, junto a otros valerosos santiagueros, se dirigieron al Cuartel Moncada. Todos en busca de las armas necesarias para enfrentar al tirano que nuevamente llegaba a oprimir a la patria. Otro joven, el Dr. Fidel Castro Ruz, cuatro días más tarde denunciaba la agresión: «Cubanos: Hay tirano otra vez, pero habrá otra vez Mellas, Trejos y Guiteras. Hay opresión en la patria, pero habrá algún día otra vez libertad. (…) la hora es de sacrificios y de lucha, si se pierde la vida nada se pierde, vivir en cadenas, es vivir en afrenta y oprobio sumidos. Morir por la patria es vivir». 

Ese 14 de marzo de 1952 coincidió con el 14 de marzo de 1892, fecha en que José Martí mostraba al mundo, en el primer ejemplar del periódico Patria, los principios de la guerra necesaria contra el colonialismo español. Dos épocas y un mismo pensamiento: conquistar la libertad al precio que fuera necesario.

Por eso el ataque al Cuartel Guillermo Moncada aquella mañana de la Santa Ana. Porque allí estaba Mariana Grajales pariendo héroes todavía y Fidel Castro lo sabía. Falló el primer intento del 26 de julio de 1953 con sus 61 muertos gloriosos, pero señaló el verdadero camino hacia la libertad mancillada. La prisión de los moncadistas fue fecunda, pues trazó el programa de lucha al pueblo oprimido y desarmado en el alegato La Historia me Absolverá. Las armas estaban en los cuarteles de la dictadura. ¡Allí era de donde había que ir a tomarlas!

La cárcel no los amilanó, como tampoco la opresión y el crimen en campos, pueblos y ciudades. Ni acobardó a los que estuvimos dispuestos a seguir atacando cuarteles para obtener las armas libertarias. 

En La Habana otro discípulo de Martí, José Antonio Echeverría, aglutinaba alrededor de la FEU a lo mejor de la juventud: estudiantes, obreros, profesionales, en plena identificación con el programa de los atacantes al Cuartel Moncada, con la Generación del Centenario del Apóstol de nuestra Independencia.

Mientras, en Santiago de Cuba todo era actividad contra la opresión, bajo la dirección de Frank País y Pepito Tey. Primero reuniendo a los futuros maestros en el Bloque Revolucionario Estudiantil Normalista (BREN), luego a los más decididos en Decisión Guiteras, para seguir el ideario de Antonio Guiteras. Y para radicalizar más la lucha crearon Acción Revolucionaria Oriental (ARO), que comenzó a denominarse Acción Nacional Revolucionaria (ANR), cuando se extendió a otras provincias. Esta es la organización revolucionaria que llegó a oídos de los moncadistas y de Fidel, quién la invitó a incorporarse al Movimiento Revolucionario 26 de Julio, creado el 12 de junio de 1955, en La Habana. 

El año siguiente fue recibido con una consigna: «En 1956 seremos libres o mártires». Le correspondió a Frank País, el hombre de confianza de Fidel, organizar y dirigir nacionalmente a los más valerosos jóvenes y apoyar la llegada de los revolucionarios preparados en México para reiniciar la lucha armada contra la dictadura. ¡30 de noviembre y 2 de diciembre, dos fechas gloriosas de la patria! 24 héroes ofrendaron sus vidas vistiendo por vez primera el uniforme verde olivo del Ejército Revolucionario 26 de Julio. 

A la Sierra Maestra acudieron los valientes a integrar la Columna No. 1 José Martí que, bajo el mando de su Comandante Fidel Castro Ruz, se va convirtiendo en baluarte invencible del nuevo ejército del pueblo, a base del sacrificio de hombres y mujeres del llano y las montañas. Combate tras combate, en meses de guerra, van preparando a los revolucionarios para acciones más importantes: comenzando por ataques a las pequeñas guarniciones como la de La Plata, el 17 de enero de 1957, hasta vencer en los cuarteles de Uvero, Bueycito y del central Estrada Palma, el Hombrito y Mar Verde, entre otros.

El sacrificio de Frank País, el hijo más querido de Santiago de Cuba, germinó en una columna guerrillera, en febrero de 1958. Ya la columna madre había generado la No. 4 al mando de quién más había despuntado como jefe capaz, el Comandante Ernesto Che Guevara. Más tarde les tocó nacer a las que llevarían los nombres gloriosos de Santiago de Cuba y de Frank País: las Columnas 3 y 6, que tendrían de jefes a dos de los más destacados combatientes del ataque al Cuartel Moncada, quienes en el yate Granma habían venido de capitanes, los Comandantes Juan Almeida Bosque y Raúl Castro Ruz.

La Columna No. 6 abriría el Segundo Frente Oriental (zona norte en la Sierra Cristal y los macizos montañosos de la Sierra Sagua-Moa- Baracoa, territorios del Realengo 18 de importantes luchas campesinas contra la explotación de los terratenientes y latifundistas); la Columna No. 3, el Tercer Frente Mario Muñoz Monroy (al este de Santiago de Cuba, rindiéndole así homenaje al heroico médico que acompañara a los combatientes al ataque al Cuartel Moncada y fuera vilmente asesinado terminado el combate). El 23 de marzo fue creada la Columna No. 7 Regimiento Caracas, al mando del líder campesino, ahora Comandante, Crescencio Pérez.

En apoyo a la huelga general del 9 de abril, las cinco columnas realizaron valerosas acciones combativas atacando los cuarteles de San Ramón, Imías, El Cobre, Soledad, Jamaica y Caimanera, mientras la naciente, de milicianos santiagueros, bajo el mando del Comandante René Ramos Latour, Daniel, asaltábamos el cuartel de Boniato. 

Al no tener éxito la huelga nacional convocada por la dirección del 26 de Julio, la dictadura puso en práctica su plan contra el Primer y el Segundo Frente, y el 24 de mayo el Ejército Rebelde inició el rechazo de la ofensiva de más de 10 000 soldados con el apoyo de la aviación, la marina, tropas blindadas y artillería. La Columna No. 3 Santiago de Cuba tuvo que regresar a la Sierra Maestra a participar, junto a la 1 y la 4, en el rechazo de la poderosa ofensiva enemiga de verano, operación denominada Fase Final o Fin de Fidel. ¡Vana ilusión de jefes que nunca combatieron con sus tropas!

Para esa fecha, ya el Comandante Fidel Castro había asumido el mando supremo de todas las fuerzas revolucionarias en llanos y montañas, lo que se había decidido en la importante reunión de la Dirección Nacional del 26 de Julio en los Altos de Mompié, el 3 y 4 de mayo. Un hecho de trascendental importancia para la Revolución.

El Jigüe, Pueblo Nuevo, Santo Domingo, Naranjal, Meriño y Las Mercedes resultaron combates victoriosos y originaron el gran triunfo del 6 de agosto, en la Sierra Maestra. Ello permitió el paso a la contraofensiva, así como la creación de dos poderosas columnas guerrilleras: la No. 2 Antonio Maceo, dirigida por el Comandante Camilo Cienfuegos, y la No. 8 Ciro Redondo, del Comandante Ernesto Che Guevara, que tenían la misión de invadir los territorios de occidente.

Con la captura de miles de fusiles y armas automáticas, el Primer Frente pudo fundar nuevas columnas rebeldes (­­­­­la No. 9 Antonio Guiteras y la No. 10 René Ramos Latour) con las cuales atacó cuarteles de pueblos y ciudades cada vez más grandes y numerosos, como los de Guisa, Maffo y Jiguaní, hasta llegar a las puertas de Santiago de Cuba y planear su liberación mediante el ataque frontal al Regimiento 1 de la Guardia Rural, en el Cuartel Guillermo Moncada. 

El Segundo Frente Oriental, mientras rechazaba la ofensiva por su territorio en las zonas de La Zanja, Cananova, La Lima, Bayate, Marcos Sánchez, Cupeyal y Felicidad de Yateras, llevaba adelante acciones ofensivas, como el ataque al cuartel de las minas de Ocujal y la Operación Antiaérea, que consistió en el secuestro de ciudadanos norteamericanos y canadienses para que, como «testigos internacionales», denunciaran al mundo el abastecimiento de los aviones del dictador que se producía en la Base Naval de Guantánamo, territorio ocupado ilegalmente por el Gobierno de los EE.UU. en la región sur oriental de Cuba.

La toma de Nicaro, operación donde actuaron las Columnas 6, 17 y 19 bajo el mando directo del Comandante Raúl Castro, inició la ofensiva final del II Frente Frank País, que en los meses de octubre, noviembre y diciembre desarrolló exitosos combates y liberó los pueblos de Ermita, Río Frío, Cuneira, Imías, San Luis, Songo, La Maya, Sagua de Tánamo, Cayo Mambí, Moa, Cueto, Mayarí, Guaro, San Germán, Banes y Antilla.

Las tropas de los tres Frentes, conducidas directamente por el jefe del Ejército Rebelde, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, actuaron de conjunto para la liberación de los pueblos al norte de Santiago de Cuba, como Baire, Contramaestre, El Cristo y Palma Soriano. Se aprestaban a la liberación de Santiago de Cuba cuando al jefe del Regimiento 1 de la Guardia Rural, Coronel Rego Rubido, no le quedó más remedio que entregar la plaza sin combatir, mientras el Cuartel Moncada era rodeado por las tropas de las Columnas 9 y 10 del III Frente Mario Muñoz, al mando del Comandante Juan Almeida Bosque, lo cual posibilitó que el jefe del Segundo Frente Oriental Frank País, Comandante Raúl Castro Ruz, tomara oficialmente el Cuartel Guillermo Moncada, al atardecer del primer día de 1959 y que el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz realizara su entrada triunfal al frente de su glorioso Ejército Rebelde, en la siempre heroica Santiago de Cuba. Ocurrió cinco años, cinco meses y cinco días después de aquel 26 de julio de 1953, de aquella mañana de la Santa Ana.

Esa noche el parque Carlos Manuel de Céspedes se llenó de un pueblo libre, que en delirante júbilo deseaba ver y escuchar las palabras del máximo héroe de la victoriosa Revolución, quien en vibrantes palabras expresó: «¡Al fin hemos llegado a Santiago de Cuba! Duro y largo ha sido el camino, pero hemos llegado.

«(…) Esta vez no se frustrará la Revolución.

«(…) La República no fue libre en el 95 y el sueño de los mambises se frustró a última hora; la Revolución no se realizó en el 33 y fue frustrada por los enemigos de ella. ¡Esta vez la Revolución tiene al pueblo entero, tiene a todos los revolucionarios, tiene a los militares honorables; es tan grande y tan incontenible su fuerza que esta vez el triunfo está asegurado! Podemos decir con júbilo que en los cuatro siglos de fundada nuestra nación, por primera vez seremos enteramente libres y la obra de los mambises se cumplirá».

¡Más de 600 muertos le había costado a Santiago de Cuba los casi siete años de dictadura. Pero nada pudo impedir que reinara en Cuba la libertad, la independencia y la justicia! ¡Gloria eterna a los héroes y mártires de la patria!