Hermosa escultura a tamaño natural, donada en 1998 a la ciudad por el escultor vasco Casto Solano Marroyo, y que es conocida como el Che de los niños.
La huella indeleble de Ernesto Guevara está en todas partes.
Monumento a la Acción contra el Tren Blindado, uno de los sitios donde más se evoca la figura del Che.
Plaza del Che

Su huella indeleble está en todas partes. No existe calle, casa, esquina o paraje de esta urbe que no recuerde a uno de sus hijos predilectos, Ernesto Guevara de la Serna.

Tal vez por esas razones, cuando se menciona su nombre, los mayores se disputan el privilegio de haber sido su amigo o compañero de lucha; o el honor de haberlo conocido. Y hasta los niños y jóvenes hablan del Che con el sano orgullo de que algo grande les pertenece, porque para ellos, la figura del Guerrillero de América no es cosa del pasado.

A Santa Clara llegó el Comandante Guevara por vez primera a finales de 1958. Traía la misión de liberarla, y así fue. Tras cuatro días de fieros combates, la ciudad fue tomada, acción tras la cual se produjo la huida del tirano.

Luego volvió una y otra vez a Santa Clara, su ciudad. Vino en diciembre de 1959 para recibir de la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas el Título de Doctor Honoris Causa; y luego, siendo ya Ministro de Industrias, volvió para fundar entidades emblemáticas como la Planta Mecánica, la INPUD 1ro. de Mayo o SAKENAF, entre otras, forjándose así una leyenda que perdura hasta hoy.

De aquel vínculo nació la estrecha relación entre el Guerrillero Heroico y los santaclareños, la cual se consagró y echó raíces en octubre de 1997, cuando el héroe regresó de manera definitiva a Santa Clara, escenario de su más famosa batalla, para establecer aquí su cuartel general, junto a lo que Fidel llamó con razón, el Destacamento de Refuerzo.

Esa relación, y el ejemplo que emana de su figura, es la que motiva el arribo a Santa Clara de miles de personas que cada año vienen hasta el Complejo Escultórico, o a otros de los muchos lugares consagrados aquí a perpetuar su memoria, a fin de rendirle el tributo que él merece.

Entre esos sitios figura uno muy especial situado frente a la sede del Comité Provincial del Partido en Villa Clara. Se trata de una hermosa escultura a tamaño natural, donada en 1998 a la ciudad por el escultor vasco Casto Solano Marroyo, y que es conocida como el Che de los niños.

En ella el artista logra plasmar algunos de los instantes más significativos de la vida del Che, como aquel viaje que realizó en motocicleta junto a su amigo Alberto Granados, o su pasión por la lectura y el importante valor que le otorgaba a la formación y educación del hombre nuevo.

Hasta ese lugar llegan cada jornada cientos de personas a depositar flores, retratarse junto a él, colocar el ramo de novia, o sencillamente, admirar los muchos detalles que conforman la escultura.