Culinaria pilonga
Por razones como esas, el turismo ha tenido un crecimiento significativo en los últimos años en la tierra de Marta Abreu y el Che, por contar con otras atracciones como el Complejo Escultórico Comandante Ernesto Che Guevara, al que han acudido más de cinco millones de visitantes; un sitio como El Mejunje, de fama mundial por su diversidad de opciones, y hoteles reconocidos al estilo de Los Caneyes, La Granjita, América y el Central, entre otros.
Esas peculiaridades de Santa Clara le han obligado a tener y desarrollar una cocina de alta calidad, refiere Mirta Beatriz Pérez, presidenta de la Asociación Culinaria en el territorio, quien pondera la preparación de quienes se dedican a elaborar platos de diversos tipos en la urbe.
«Aquí hay una influencia muy marcada de la cocina canaria y resultan abundantes las preparaciones con maíz», señala la directiva, quien aclara que en Santa Clara se consumen más las elaboraciones con cerdo, mariscos y pescado, mientras que en las zonas rurales son más frecuentes las comidas hechas a base de carnes y vegetales.
En los restaurantes estatales o privados, sin embargo, es frecuente ver las bolitas de macabí, el pollo parrandero típico de Remedios, el pollo mechado Amaro, oriundo de Santo Domingo; y la suprema de pollo Arenas Blancas, que se hizo muy famosa en el Hotel Modelo, así como el Pescado Salsa de Perro, originario de Caibarién, pero que gusta mucho en la zona.
No obstante, lo que en verdad identifica a la culinaria santaclareña es la punta de filete bali bali, plato creado por el chef Andrés Corcino Sarría en 1957, cuando trabajaba en el Gran Hotel, hoy Santa Clara Libre, para aprovechar los subproductos de las carnes blandas.
Otro rasgo distintivo es el peso que tienen las fiestas tradicionales en la culinaria. Ahí está el caso de la Verbena de la Calle Gloria, que se celebra cada 12 de agosto en homenaje a Santa Clara de Asís, donde los pilongos, que es como se les conoce a los habitantes de esta ciudad, consumen frituras de maíz, croquetas de charcutería, rositas de maíz, bocaditos de cerdo, y turrones de maní y ajonjolí. Y para beber eligen el vino de tamarindo, el más degustado por los oriundos de la villa.