Todo con el corazón
En Santa Clara se encuentra una de las instituciones de salud más prestigiosas de Cuba: el Cardiocentro Comandante Ernesto Che Guevara, especializado en el tratamiento de las enfermedades cardiacas y creado en 1988 por iniciativa del líder de la Revolución, Fidel Castro.
A partir de esa fecha y hasta el presente, en esa institución se habían realizado más de 10 000 operaciones, cifra que los sitúa entre los punteros del país en ese indicador, reconoció el doctor Jesús Satorre Ygualada, director del prestigioso centro villaclareño, encargado de prestar servicios a las provincias de la región central de Cuba.
A ese resultado se une el logro de una supervivencia quirúrgica del 95.2 %, entre las más altas de Cuba y comparable con la alcanzada por países altamente desarrollados, lo cual denota la calidad y profesionalidad de los especialistas que allí trabajan.
Entre las operaciones realizadas destacan las 2 300 coronarias, buena parte de las cuales fueron sin circulación extracorpórea; además de sobresalir en la sustitución vascular y el bajo número de reintervenciones, las cuales se comportan desde 2009 por debajo de la media nacional, aseguró el galeno.
Otro logro incuestionable del Cardiocentro es la calidad del servicio de cirugía vascular, que acumula más de 1 850 operaciones y una supervivencia del 99%, al nivel de la lograda por los países de mayores ingresos y recursos del mundo.
Responsables de estos resultados son sus cirujanos, anestesiólogos, enfermeras, laboratoristas y especialistas de diversas ramas, quienes desde el inicio tuvieron la guía del doctor Raúl Dueñas, director fundador de la institución, una persona que supo guiar al colectivo hacia el lugar de privilegio que ocupa en estos momentos.
Entre esos protagonistas destacan el doctor Álvaro Lagomasino Hidalgo, un cardiocirujano responsable de poco más de las 3 000 operaciones realizadas allí; quien junto a otras lumbreras como Ismael Alejo Mena, Arturo Iturralde Espinosa e Ignacio Fajardo Egozcue, supieron trazar el camino. En cualquiera de esos profesionales, consagrados o jóvenes, el pueblo ve a personas que llevan en su alma y su comportamiento la idea martiana de que «Toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz».