Hay sucesos en la historia de los pueblos que marcan su identidad cultural de forma tal que pasan a formar parte de la vida como algo natural e imprescindible, o como algo propio de su comportamiento. Así acontece con el carnaval de Santiago de Cuba: un suceso único porque sus características singulares y su protagonismo están en su gente. 

El carnaval santiaguero ha sido siempre uno de los más reconocidos dentro y fuera del país. No solo por su brillantez y colorido, sino, sobre todo, por la participación masiva del pueblo.

Se trata de una fiesta popular de tradiciones, que se adueñó de las arterias de la ciudad a principios del siglo XX, aunque este jubileo tuvo como antecedente las celebraciones y los cantos que, en tiempos de la colonia, tributaban los esclavos a sus santos, y que en el mes de julio lograban su mayor expresión alrededor de los días de Santa Cristina (24), de Santiago Apóstol, Patrón de Santiago de Cuba (25), y Santa Ana y San Joaquín (26). 

Quinientos años han bastado para saber que cuando Santiago está de carnaval la vida adquiere otro sentido; se llena de alegría, música y color. Es cuando las comparsas y los paseos buscan asombrar con la gracia de imaginativas coreografías y las calles se desbordan de llamativos vestuarios, carrozas, muñecones, malabaristas, faroleros, penduleros, comidas, bebidas, quioscos de rústica madera y techo de guano... 

En esa fecha todo es puro deleite. Aunque el mayor es arrollar dejándose gobernar por las congas santiagueras. Ya eso es otra cosa: el más auténtico sabor cubano. Ritmo con personalidad propia, al que hay que responder siguiendo el designio de los tambores, la campana, el quinto, la corneta china... 

Da igual si la convocatoria viene desde la Conga de los Hoyos, que de la de San Agustín, Paso Franco, San Pedrito, Alto Pino... A partir de ese instante los pies solo responderán a su musical mandato. Se han olvidado las angustias. El dolor y los problemas se han quedado en casa. 

Solo hay unos días y se deben disfrutar al máximo. De Trocha al Paseo Martí. Así ha sido siempre desde que surgió esta tradición centenaria que los santiagueros reconocen como uno de los momentos más esperados del año. El sonido contagioso de estos instrumentos, en su mayoría de origen africano, ha convidado a bailar por la ciudad. Ya dio la orden... Al carnaval de Oriente me voy/ donde mejor se puede gozar...