Paret, el caballero del Condado
Quien fuera seleccionado en 2005 como el mejor jugador de béisbol del mundo; el mulato de las atrapadas fabulosas, el que jugaba con la fuerza de los miuras y la capacidad de un intelectual; el del poderoso brazo engrasado para tirar casi perfecto, a veces desde el suelo; el que quizás ha sido el torpedero más vivo, astuto y audaz que ha pasado por nuestras series nacionales, Eduardo Paret Pérez, se confiesa un santaclareño nato.
Nacido el 23 de octubre de 1972, el «Pionero», como todos lo apodaban por haber llegado a nuestro principal pasatiempo nacional cuando era casi un niño, vive en el Condado, uno de los barrios más humildes de Santa Clara, y lo hace con orgullo, porque la sencillez y el respeto resultan dones inherentes a su personalidad.
Allí, junto a su esposa Yaneisy y sus dos hijas, Rocío y Rosaly, él está como pez en el agua. Muchísimas veces le han ofrecido otras viviendas, vivir en la capital y hasta en otros países; pero no, él prefiere su casa de la calle Toscano, junto a Luis, Josefina, Denaisy, José y toda la gente buena que lo rodea y lo mima como si ser pilongo fuera su más preciado tesoro.
Esa relación con su pueblo data de muchos años atrás, desde que siendo muy pequeño iba a entrenar descalzo al Palacio de los Pioneros de Santa Clara, porque su mamá no tenía recursos para comprarle un par de zapatos deportivos. Pero como era tan bueno, la gente lo animaba a continuar: «Dale, Pionero, que tú vas a llegar lejos», le pronosticaban los amigos del barrio.
Y así ocurrió. Desde que clasificó para la pelota grande en 1991, fue titular porque saltaba cual canguro, le llegaba bien arriba a las bolas y a veces tiraba hasta sin mirar para la inicial. Eran jugadas fantásticas, difíciles, casi imposibles de igualar, que lo llevaron también al equipo Cuba, donde brilló (fue incluso capitán de la selección nacional).
Roberto González Echevarría, un erudito en el estudio del béisbol rentado, cuando concluyó el I Clásico Mundial 2006, donde se desempeñó como torpedero titular del equipo Cuba, consideró que Paret podía ir directamente a las Mayores: ¡Tanto había lucido!
Sus estadísticas no engañan: compiló 293 a la ofensiva y 972 en la defensa de por vida en 21 Series Nacionales; fue además, el torpedero que robó más bases en nuestro torneos domésticos, anotó más carreras, recibió más boletos y logró un porcentaje de embasado superior a todos los demás jugadores que se desempeñaron en esa posición en el país.
Cuando se le pregunta el momento cumbre de su carrera, muchos pudieran pensar que fue en el 2005 cuando la IBAF lo seleccionó como el mejor, gracias en gran medida, a su rendimiento en el Campeonato Mundial donde se alzó como el Mejor Torpedero y el Más Valioso; o cuando el jonrón que le dio a Matsusaka en el Clásico Mundial, lo cual no niega; sin embargo, él da igual connotación a aquellas victorias logradas con el Villa Clara de Pedro Jova o el subcampenato obtenido en la última serie, en la cual se desempeñó, por vez primera, como director.
Ahora desde el banco del elenco se le ve inquieto, con la vista fija en el terreno, al tanto de cada detalle de sus hombres, a quienes exige que se entreguen, tal como hizo él durante más de 20 años, porque, enfatiza, la afición de Santa Clara y de Cuba merecen respeto.