Santiago de Cuba, ciudad histórica
Desde su fundación, Santiago de Cuba desempeñó un papel significativo en el archipiélago de la Gran Antilla al convertirse en capital de su tenencia de gobierno; también para el Nuevo Continente, porque desde su bahía salieron expediciones a la conquista del imperio azteca y de la Florida. En 1607 dejó de ser capital nominal para transformarse en capital del Departamento Oriental, mientras La Habana quedaba como capital efectiva. A lo largo del siglo XVI y el siguiente será objeto de los ataques del corso y la piratería, como el del filibustero Christopher Myngs cuando ya se construía su sistema defensivo, uno de los más importantes del Caribe con la fortaleza de San Pedro de la Roca.
Recibió tres importantes inmigraciones: desde La Española en 1604; desde Jamaica en 1655; y en las postrimerías del siglo XVIII y comienzos del XIX, cuando miles de franco-haitianos de Saint-Dominique y criollos de Santo Domingo arribaron a Santiago de Cuba como consecuencia de la revolución de los esclavos.
Santiago queda relacionado en sus memorias al pueblo aborigen de San Luis del Caney y a las luchas de los cobreros de Santiago del Prado por su reivindicación. Durante el siglo XVII los santiagueros recibieron la influencia del culto popular a la Virgen de la Caridad del Cobre originado en el vecino Real de Minas, donde se levantó un santuario para su veneración.
Con la Guerra de la Oreja de Jenkins, una parte de la expedición británica comandada por el vicealmirante Edward Vernon y el general Thomas Wentworth desembarcó en 1741 por la bahía de Guantánamo para tomar la ciudad santiaguera por tierra. La acción mancomunada de las milicias criollas y las tropas regulares impidió el éxito de este intento.
La inmigración franco-haitiana, además de contribuir al fomento de la plantación esclavista cafetalera en las montañas de la Sierra Maestra, hizo florecer la Ilustración, en particular dentro de los métodos educativos, y dio peculiaridad a las costumbres, al habla y, en general, a la idiosincrasia del santiaguero.
Para comprender la historia revolucionaria de Santiago de Cuba hay que destacar en 1836 la asonada constitucionalista y antitaconiana del gobernador del Departamento Oriental Manuel Lorenzo. Hombres libres de color y blancos pobres fortalecieron entonces sus principios de libertad e igualdad, propugnados por la constitución gaditana y formaron sus propios criterios de autodeterminación.
No es extraño, pues, la incorporación de la familia Maceo-Grajales a las huestes independentistas desde 1868, de hombres como Antonio y José Maceo, Flor Crombet y tantos otros que nutrieron las filas del ejército mambí. También en la gesta de 1895-1898, organizada en la ciudad por Guillermo Moncada, participaron personalidades como Emilio Bacardí, Federico Pérez Carbó, Joaquín y Demetrio Castillo Duany, los Sánchez Hechavarría, Ambrosio Valiente, etcétera.
En abril de 1898 el mundo conoció de la declaración de guerra de Estados Unidos a España y del desembarco norteamericano en las costas inmediatas a Santiago de Cuba con vistas a la ocupación militar. Allí el enfrentamiento de las armadas de Norteamérica y España selló el fin del dominio de esta última en el Caribe y su reemplazo por el novel imperio norteamericano.
Durante las primeras décadas del siglo XX, Santiago de Cuba, como el resto de nuestro país, quedó sometido a la influencia política y económica de la supremacía estadounidense. Varias generaciones batallaron en aras de la identidad nacional y el gobierno propio hasta la medianía del siglo XX. En los campos próximos y en las arterias de la ciudad, la solidez de la conciencia cubana generó expresiones originales en la poesía, la música (la trova, el son y el bolero) y las festividades carnavalescas.
Nacido en Santiago de Cuba, Eduardo Chibás fundó el Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo) para oponerse a la corrupción administrativa y para reivindicar la herencia martiana. De sus filas saldría el grupo de revolucionarios dirigido por Fidel Castro que atacó el Cuartel Moncada en 1953, en oposición a la ominosa dictadura que había tomado el poder mediante un golpe de estado.
Una vez más la ciudad descolló por su tradición insurgente y protegió a los asaltantes. También lo hizo el 30 de noviembre de 1956 cuando la juventud de la heroica urbe, dirigida por Frank País, se levantó en armas para apoyar el desembarco de los moncadistas en playas orientales. Tanto en la clandestinidad como en la lucha armada, sus hijos se distinguieron por el valor cotidiano.
El 1ro de enero de 1959, desde el balcón de su Ayuntamiento, el líder de la Revolución dio gracias a Santiago de Cuba por el apoyo trascendental contra la dictadura.
Este cometido quedó confirmado, cuando en 1984 se le otorgó el Título Honorífico de Héroe de la República de Cuba.
Fundada en 1515, la otrora villa de Santiago de Cuba, hasta la contemporaneidad, se ha enfrentado con tenacidad a las fuerzas hostiles de la naturaleza y a los que han pretendido arrebatarle la integridad ciudadana, su historia está repleta de acontecimientos en el devenir. Al cumplirse su medio milenio de existencia, la ciudad es honrada por estar en perenne intimidad con la esencialidad de Cuba.