LA HABANA OCIO Y NEGOCIOS
La Habana es una ciudad mágica. Cada esquina guarda una sorpresa probable. No transcurre un día sin que te descubra alguno de sus encantos. Así de generosa es. Aunque, por supuesto, es esencial mantener la sensibilidad alerta. Como se sabe, la magia requiere la complicidad de sus espectadores. Si circula por La Habana como si se tratara de una ciudad sin nombre, lo único que recordará de su visita será el calor y el polvo. En cambio, si en vez de circular elige vivir la ciudad, quizá entienda por qué la capital cubana ha inspirado más de cincuenta canciones.
Hubo una época en que, muy desacertadamente, consideraron a La Habana como la París tropical. Nada más lejos de su identidad. Lo que hace a una ciudad inolvidable es que no se parece a ninguna otra en el planeta. Comparar nos puede conducir a realizar comprensiones distorsionadas de la realidad. Quien pretenda conocer La Habana, deberá deshacerse de expresiones como “más que” o “menos que”. La Habana se conforma en su propia historia, en los desafíos del presente y en sus esperanzas.
Hoy, con el proceso de actualización del modelo económico, su fisonomía ha cambiado notablemente. El 2012 y el 2013 han sido años de múltiples innovaciones en la red gastronómica nacional. Los tipos de comida que se ofertan se han diversificado, y la estética, en los distintos bares, restaurantes y cafeterías particulares, utiliza conceptos cada vez más originales. Unos se apegan más a lo convencional, otros se arriesgan con experiencias sin precedentes en el país. No obstante, lo indiscutible es que los cuentapropistas –como se denominan legalmente a los trabajadores del sector privado- han contribuido a elevar la calidad de la restauración y a profesionalizar más los servicios.
Los sitios de socialización, por tanto, ya no son los mismos. Si bien la mayoría de los hoteles habaneros cubren gran parte de las necesidades de quienes se hospedan en ellos, fuera de sus fronteras se encuentra un circuito de espacios que permiten tanto conversaciones de negocio como el esparcimiento y escuchar en vivo música jazz, trova o tradicional. Poco a poco La Habana está asumiendo dinámicas diferentes que van determinando los estilos de vida de sus más de dos millones de habitantes. Sin embargo, la seguridad de sus calles continúa siendo una característica fundamental de la ciudad, reconocida por quienes han enfrentado la violencia existente en muchas capitales latinoamericanas. No hay que ser ingenuos ni esperar un edén tropical sin pecadores, pero los peligros son tan ínfimos que es posible desandar la ciudad a cualquier hora sin temor alguno.
Si luego de vivirla, de prestar atención a sus curvaturas, discontinuidades y exageraciones, cree que se le parece a tal o más cual ciudad, es probable, pero no por parecida sino por multicultural. Ubicarse en una isla nunca la ha conducido al aislamiento. A pesar de las limitaciones de conectividad, los habaneros nos mantenemos en interacción con el mundo. Más por solidarios con quienes visitan La Habana, que por viajeros, pero en honor a nuestra humanidad vamos incorporando lo útil y bello de culturas foráneas, sin perder nuestra esencia mágica, esa mezcla latino africana que distingue nuestra identidad.