LEO BROUWER ESENCIAL
Así se titula el concierto de apertura del XIII Festival del Habano, noche inaugural de lujo para deleitarse con las creaciones del relevante músico y sus reconocidos invitados. A propósito del acontecimiento, esta entrevista exclusiva.
Se sabe que su pasión por la guitarra comenzó a los once años. ¿Podría describir qué motivos encontró para preferirla a otros instrumentos? Encontré el sonido de la guitarra de una dulzura y un agarre notables, aparte de que hay algo sensual en sus formas y que es un instrumento cercano al corazón, al cuerpo, para hablar con propiedad. Ese es el motivo y el sonido íntimo, delicado, que hace pensar, básicamente. ¿Cuándo comienza a componer y en ese sentido, existe alguna preferencia entre composiciones sólo para guitarra o aquellas que ha creado para distintos formatos u otros instrumentos? Comienzo a componer para llenar los vacíos del repertorio guitarrístico de los pasados años cincuenta, cuando, además, no teníamos nada de los grandes compositores de siglos anteriores. Habían escrito para guitarra o para instrumentos hermanos o antecesores, mas no estaban transcriptos, convertidos de tablatura a notación actual, ni editados. Me pareció que tenía que hacer un poco esa labor de completamiento. Por otra parte, el análisis de algunas de las obras para guitarra de épocas pretéritas, especialmente del siglo XIX, me hizo descubrir que eran relativamente pobres en ciertos reglamentos que consideraba riquezas, como las habían en Beethoven, Brahms o Stravinski, por ejemplo, por lo que decidí tomar ese papel. Por eso cuando comienzo a hacer música, la visión de la vida me cambió en términos compositivos, pues empecé a ver composición en el paisaje, en la naturaleza, en la descriptiva de los planos de una misma ciudad. Su multiplicidad de facetas musicales fue parte de los fundamentos del jurado que lo convirtió, en noviembre pasado, en el décimo artista que recibe el Premio SGAE de la Música Iberoamericana, Tomás Luis de Victoria 2010. También hace unos meses fue acreedor de un Grammy. ¿Qué significado le concede a estos lauros? El Tomás Luis de Victoria, es un premio que en música pretende tener el mismo significado que el Cervantes en la literatura hispana y que considero muy importante como reconocimiento de una obra integral, copiosa, digamos de toda una vida, en mi caso de más de cincuenta años. Es un jurado muy serio que organiza la SGAE, Fundación Autor, conjuntamente con el Instituto Complutense de Ciencias Musicales (ICCMU) y las revisiones no se toman a la ligera. Me satisface, porque además disfruté reencontrar muchísimos colegas en la investidura del galardón en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid, el pasado 25 de noviembre. El Grammy clásico tiene otras connotaciones. Es un premio también muy pensado en la música de este renglón, pero las connotaciones comerciales que lleva, me sorprenden. Mi música no es comercial y los EE.UU. con su bloqueo, no me han pagado jamás derechos. Ni mi música se graba mayoritariamente allí, por lo cual me extraña. No sé cómo llegó a parar mi música a ese evento, pero me satisface y si ayuda a la divulgación de mi obra, mejor. ¿Qué experiencias le aportó su trabajo en la Orquesta Sinfónica de Córdoba, de alguna manera influenció su trabajo posterior? Fundé y dirigí como titular durante casi 10 años la Orquesta de Córdoba, en Andalucía, lo que me aportó una enorme felicidad, sobre todo en mi papel funcional. Es una ciudad hermosa, milenaria, pero que no tenía cultura musical clásica fuerte, ni orquestas sinfónicas. Realicé conjuntamente con mi labor pedagógica una intensa labor artística y tengo la alegría de haber dado conciertos didácticos a niños y jóvenes, en número increíble, cuando se sacaron las estadísticas: toqué para 55 000 niños e hice casi 300 conciertos en esos años, creé más de doscientos cincuenta programas, que no es lo mismo que un programa que se repita tres o cuatro veces, o se haga una gira de diez conciertos con el mismo repertorio. Varias veces mi trabajo fue seleccionado como la orquesta cuya programación de música contemporánea española e iberoamericana tenía mayor incidencia, lo que se aplaudió y al final me dio algo muy emocionante para un hombre común, que es ser nombrado por la ciudad como hijo adoptivo. Todo esto y, además, haber ganado el Premio Manuel de Falla, el más importante de Andalucía, me satisface mucho. Se conoce de su afición por el Habano. ¿Cómo comenzó, qué placeres le produce, cuáles son sus marcas favoritas, qué tipo de vitola prefiere consumir? Algo para mí fascinante es el Habano. Empecé a fumar escondido a los once años, pues tenía vecinos tabaqueros en ese barrio de la Víbora donde vivía entonces, como uno que pasó toda su vida haciendo los puros para Winston Churchill. Recuerdo que fumaba esporádicamente, porque el tabaco para un niño es muy fuerte, pero me gustaba. Creo que el disfrute de un Habano es un arte que va acompañado de una visión, por qué no decirlo, lúdica; un placer que hay que consumirlo y que requiere dedicación, disfrute, por eso siento que se puede conversar mientras se fuma un Habano, degustarlo con un café fuerte, una bebida, pero no en mi caso crear intensamente, pues uno tiene que escribir y entonces abandonar el tabaco, lo que no estimo correcto. Hoy fumo Cohiba, Romeo y Julieta y Monterrey y añado que mi maridaje cotidiano es el del café, aunque también, alguna vez, el whisky. ¿Qué puede comentarnos del concierto inaugural del XIII Festival del Habano, Leo Brouwer Esencial? Este concierto que generosamente me dedican, va a tener unas características populares. No se puede hacer un concierto monográfico de música contemporánea rigurosamente en estilo, o perdón, en estilos rigurosos, por lo que tiene que haber un flirteo con el elemento popular o con las dicciones de la cultura popular reinterpretadas, que es lo que yo hago. Haremos algunas de mis versiones de los Beatles, otras obras mías, que incluso han sido tocadas por músicos populares, aunque no lo sean, como pasa con Paisaje cubano con rumba, que no tiene nada que ver con la rumba folklórica. Todos los artistas que participan son de altísima calidad, pero hay algunos que son invitados especiales y vienen para la ocasión, como Edin Karamasov, José Manuel Hierro –el Flamenco de Córdoba– y Javier Riba, un guitarrista clásico, también cordobés. Karamasov toca el laúd barroco con un rigor y virtuosismo extraordinarios, e igualmente la guitarra clásica y la eléctrica con un sentimiento de la música pop muy auténtico y verdadero respeto de las articulaciones y del sonido. Es tan asombroso oírle haciendo a populares, como oírle la Toccata y Fuga en Re de Bach, por ejemplo. También se le ha convocado porque Karamasov tiene uno de sus conciertos más difundidos (Made in silence) a base de música mía y de Bach, entrelazadas siempre, algo que me sorprendió al oírlo en una catedral en Italia. Él pide que no se aplauda para que no se interrumpa la continuidad y este concierto también lo programaremos acá en La Habana, en actuación exclusiva el sábado 19 de febrero en la Basílica Menor del Convento de San Francisco de Asís, organizado por nuestra Oficina. Me parece un artista excepcional. Con la excepción de Paco de Lucía y Sanlúcar, hay muchos jóvenes de inmenso talento y algunos muy conocidos, pero que se repiten. Parece ser que hay un poco la intención de repetir ciertas células para hacer duplicados y esto que puede ser algo común, no le ocurre a Hierro, de una inventiva en sus falsetas, muy característica. El programa incluye, además, una versión que hace Ernán López-Nussa de mi primer Boceto para piano, que él y su trío harán en jazz. También estará Sampling, para abrir el concierto con mi Paisaje cubano con rumba que entregarán a Karamazov, seguido del joven Cuarteto de Cuerdas Havana con mis orquestaciones de los Dos Preludios de Gershwin. Tengo especial cariño por una obra que ha sido coreografiada por grandes como Bejárt o Nacho Duato y que será bailada esta vez por la compañía de Lizt Alfonso, quien ha accedido a montar el Elogio de la danza, interpretada por Hierro y Riba, entre el rigor del original y las improvisaciones flamencas. Para el final he dejado unas glosas que he hecho a partir del archiconocido segundo tiempo del Concierto de Aranjuez, de Rodrigo, y que reunirá a muchos de los músicos del concierto, donde se suma Vichot, excelente laudista cubano. Esa noche se entregará a todos los participantes del evento el disco Leo Brouwer Esencial (EEEO2), al cuidado de la musicóloga Isabelle Hernández, también a cargo de la dirección y producción del concierto; y directora, además, de la Editorial Espiral Eterna, dedicada a editar y publicar mi música y quien dirige, también, la Oficina que lleva mi nombre en el Vedado, organizadora del Festival de Música de Cámara que se realiza cada año, en octubre.
Gran Teatro de La Habana Este tradicional espacio para la danza, la música y las artes escénicas en la capital cubana, vuelve a vincularse al Festival del Habano, esta vez al acoger en la hermosa sala García Lorca, el concierto Leo Brouwer Esencial, presentación que el maestro cubano compartirá con un elenco de primera en un espectáculo bien cuidado con artistas de clase mundial. La noche de apertura de la fiesta anual en torno al Habano, dedicará algunos momentos a los nuevos lanzamientos de Habanos, S.A. para 2011, incluirá un homenaje a la histórica Fábrica Partagás –muy cerca del Gran Teatro de La Habana– y servirá, además, para dar a conocer las nominaciones a los Premios Habanos 2010, galardón que cumple 15 años desde su creación en 1995, para reconocer las figuras más relevantes en el mundo de los Habanos durante el año en tres categorías: Producción, Comunicación y Negocios. En el Cóctel de Bienvenida organizado después del espectáculo, los asistentes tendrán la oportunidad de degustar en primicia la Serie E No.2 de Partagás, toda una novedad en la marca; así como la Serie D No.5, un formato grueso y corto, ideal para acercarse a los aromas e intenso sabor de este distinguido Habano.
«Todos los artistas que participan son de altísima calidad, pero hay algunos que son invitados especiales y vienen para la ocasión, como Edin Karamasov, José Manuel Hierro –el Flamenco de Córdoba– y Javier Riba, un guitarrista clásico, también cordobés»