Crisol humano, alquimia de claroscuros en toda su gama de matices, sencillez y ternura, la colección fotográfica Afrodescendientes-Guabanacoa, Cuba, que protagonizan, con imágenes en blanco y negro, los singulares pobladores de la legendaria villa del este de La Habana, se posesionó del California African American Museum (CAAM), en Estados Unidos, y allí estará por lo menos hasta octubre.

 

En las paredes del CAAM penden las imágenes captadas por el lente del destacado documentalista devenido audaz fotógrafo, las cuales reflejan, en planos visiblemente artísticos, el universo de fe, espiritualidad, cultura y laboriosidad de los guanabacoenses. 

Este conjunto fotográfico tuvo su bautismo de fuego en la Casa América de Madrid y luego en la Fototeca de Cuba y hasta en la propia Guanabacoa. Ha sido presentada también en Buenos Aires, Nueva York, Washington, San Francisco, hasta llegar ahora al prestigioso museo californiano. 

Al decir del Doctor Eusebio Leal, Historiador de La Habana, las imágenes son reflejo en el cual “flotan la reflexión y la sonrisa, la sencillez de lo cotidiano, la búsqueda en el diario quehacer del sentido de la vida (…) perceptibles para aquellos que, como Roberto Chile, son capaces de amar”.

Cada fotografía revela pequeñas historias de la vida en esa villa habanera, notable instalación de esclavos en épocas de la colonia, traspolados en las generaciones actuales quienes se consagran, aman, padecen y sueñan en su Cuba.

Las imágenes expuestas, en el esplendor de su simpleza, son síntesis de la diversidad cultural que a lo largo de los siglos ha fraguado la nacionalidad cubana, es el ajiaco que aún se cuece acerca de quiénes somos los cubanos, mixtura multirracial calificada con precisión por Don Fernando Ortiz, el sabio etnógrafo cubano.

Audacia, alegría, pasión, fervor, añoranzas, musicalidad, pertenencia. Guanabacoa es viaje imaginario al paraíso espiritual que Chile nos presenta. De su andar, cámara en mano, declaró a Excelencias: “Con esta mirada a la añeja villa trato de revelar la ética de los hombres y mujeres que desde su época han sabido sobreponerse a la discriminación y los prejuicios, los atropellos y el dolor, y se insertan en la sociedad que aman y fundan”. 

En las fotos, captadas con emoción, el tiempo, eterno mutante, parece detenerse y luego prosigue impenitente su marcha. Divino regalo de las cosas sencillas, tejidas desde el interior de la óptica rigurosa del orfebre; portadoras de inmensa pasión.

“El viaje continúa, confesó el fotógrafo a Excelencias. Ahora pretendemos hurgar en el universo de las diversas religiones cubanas de origen africano, otra vez inspirados en la mítica Guanabacoa. La nueva expedición ya está en marcha, la luz aflora”.