Las Fiestas de Mayo se encuentran dentro de las más antiguas y populares de la humanidad, según afirma Haydee Toirac Maíque, acuciosa investigadora de la cultura popular tradicional cubana. 

Estaban vinculadas a las estaciones del año, especialmente al tránsito del invierno a la primavera. En sus propias palabras, el hombre antiguo celebraba así el renacimiento de la vid después del período invernal.

Don Fernando Ortiz, con la universalidad que caracteriza  su fundacional búsqueda de lo cubano, al estudiar las fiestas populares dejó establecido que la conclusión más triste es que “los pueblos que no tienen fiestas públicas, son pueblos caducos que van rodando hacia su disgregación y absorción por otros; son pueblos en germen que no han podido cristalizar sus expansiones de gozo en moldes propios y ya definidos”.

Toirac Maíque refiere que, con el advenimiento del Cristianismo, la iglesia oficial del Imperio Romano establece su calendario litúrgico: los viejos cultos se sincretizaron con la nueva fe, y las ceremonias del equinoccio de primavera y del solsticio del verano devinieron en nuevos ritos.

Estas festividades llegan a Cuba con la conquista y  colonización española, cuando se desarrollan en este mes fiestas vinculadas con la tradición católica hispánica, que luego adquirirían elementos laicos. Según la historiografía católica, el 3 de mayo, Santa Elena, madre de Constantino El Grande, -emperador que entronizó el Cristianismo- se dice encontró la Cruz del Calvario, el madero en que fue crucificado Jesús, lo que se recoge como el Día de Invención de la Cruz.

Holguín, al norte del Oriente cubano, tampoco sería la excepción: el Cerro Bayado se encuentra al norte de la ciudad y bordea el valle donde se fundó la población en el siglo XVIII. Su altura es de alrededor de 127 metros sobre la ciudad. En 1752, llega a la ciudad un grupo de sacerdotes de la orden religiosa de San Francisco, con la finalidad de construir un convento u hospicio, pues a excepción de la Iglesia Parroquial, en Holguín no existía ningún tipo de construcción religiosa de esa índole. Trajeron a la ciudad una fiesta religiosa conocida en todo el mundo hispano como las  Romerías de la Cruz, iniciándolas en 1790 en el Cerro Bayado.

A partir de esa fecha, el cerro comenzó a ser llamado Loma de la Cruz y los habitantes asumieron la jornada como pretexto para diversos festejos: la Romería de la Cruz de Mayo se conocía también como el Día de la Cruz, y luego de peregrinar desde la iglesia de San Isidoro, actual catedral, la procesión subía por toda la calle del mismo nombre, hoy Libertad, hasta la cima de la elevación, para hacer rogativas, encender velas e incienso, y oficiar una misa junto a la cruz de madera.

Durante algunos años, los romerosse vestían como gitanos españoles y, posteriormente, sólo llevarían adornos como pañuelos y sombreros. A partir de la misa, comenzaba una fiesta que duraba hasta el otro día, en la que se realizaban corridas de cintas y peleas de gallos. La parte laica de la festividad se hacía en las cercanías de la loma con bailes populares y por la noche, otros caseros.

Se acostumbraba a beber agualoja, bebida típica de los Altares de Cruz, chicha y vinos, más adelante cerveza y aguardientes. Se comía ajiaco, tamales, empanadas, dulces caseros y frituras, que se vendían en kioscos habilitados el día de la romería. El área de la fiesta se ornamentaba con hojas de palma, y con bombillos, luego de la electrificación.

Con el tiempo, esta conmemoración religiosa se convirtió en una fiesta popular en las faldas de la loma, como lo narra el periódico El Periquero en 1878: “Como era de esperar, la que tuvo lugar el Día de la Cruz por la tarde fue en extremo animada, pues casi todos los vecinos se dirigieron a aquel lugar; unos subieron a pie y otros a caballo hasta la cúspide y la parte mayor se quedó en las faldas. El contorno de la loma presentaba  el más bello panorama y era tan compacta la cadena, que parecía que la formaban diez mil almas.”

Oscar Albanés Carballo, presidente de los Caballeros Católicos, fue el promotor de construir “una escalinata que posibilitara desarrollar en todo su esplendor la Romería de la Cruz. El proyecto ingeniero fue realizado por Vicente Biosca y comprendía no tan solo la escalinata, sino un conjunto de obras compuesta por capilla, rotonda, miradores y la  reconstrucción del fuerte.” 

A pesar de la importancia de la obra, el ayuntamiento nunca aportó el presupuesto esperado. De ahí que el dinero para su ejecución fuera recaudado por Albanés mediante tómbolas y verbenas, así como la mano de obra, que contó con la ayuda del grupo de exploradores que él dirigía, los que en hombros o en lomos de mulos cargaron los materiales constructivos. La obra tardó veintitrés años, desde el 28 de enero de 1927 hasta el 3 de mayo de 1950, en medio de la desidia de los gobernantes de la época.

Cuando estuvo terminada, se convirtió en la escalinata más grande del mundo, con 458 escalones, pues es anterior a la del Cristo de Corcovado, en Río de Janeiro, Brasil. En postales y fotos pueden apreciarse visitantes que portan banderas de Estados Unidos, Venezuela y otros países del área, lo que demuestra entonces su creciente popularidad.

Una de las revistas más leídas de la época ya había entregado en 1928 una tarja a la ciudad de Holguín como el pueblo “más simpático” de la Isla, como parte de una singular encuesta nacional. 

En la Loma de la Cruz se manifiestan otras creencias de nuestro sincretismo religioso: en su cima habita un Obatalá, divinidad yoruba, representada por la Virgen de las Mercedes; sin embargo, según informaciones recibidas por la investigadora Ángela Peña Obregón del santero Argelio Fruto, no es usual realizar ese rito en Holguín:

“Y al respecto, nos dice que sí es frecuente llevar “el trabajo” hasta la Loma de la Cruz, cuando un creyente se hace una limpieza y el santo ordena que allí se lleve. También a veces el santo indica que se deposite en alguna altura y se aprovecha la loma, colocándola cerca de la cruz.” 

Según su opinión, la liturgia espiritual es la que más uso le da a esta elevación: “allí se venera a la Virgen de la Caridad, Patrona de Cuba; también a San Isidoro, Patrono de Holguín.”  Hoy, cada día, en el pequeño altar de la cruz, se mezclan igual toda una serie de ofrendas y bilongos (maleficios en contra de alguien): velas encendidas, diecisiete centavos para San Lázaro, “trabajos” con cintas rojas, manojo de yerbas, animales muertos… en tanto el mismo 3 de mayo hay denominaciones religiosas sui géneris como los espiritistas que asisten a ejercer su liturgia ante los ojos de los visitantes.

Otro hecho, muy relevante por su carácter simbólico ante la imposición con sangre y espada de la religión católica, es que en los alrededores del Cerro de la Cruz se reporte el hallazgo del Hacha de Holguín por un capitán español en 1860. La pieza es una de las manifestaciones de las culturas prehispánicas cubanas de mayor belleza entre las de su tipo. Tiene al centro, tallado, un dios aborigen, que es el Cemí Baibrama, dios de la calidad y de la grandeza del alma, con ojos, boca y falo, acompañado de sus genitales masculinos.

La original está confeccionada en roca peridotita, de color verde olivo, (olivita), tallada y brillada, y está conservada en el Mausoleo de la Plaza de la Revolución Mayor General Calixto García Iñiguez. No es casual que, en 1976, fuera seleccionada por la Asamblea Provincial del Poder Popular de Holguín, para representar el máximo símbolo a entregar por la provincia, con el cual distinguir y reconocer el desempeño de sus ciudadanos o personalidades de la nación.

Holguín, por sobre todo, es tierra de escritores y músicos, de cantantes  y hombres de cultura que aportaron una singularidad y diferencia a esta ciudad.  Aún nos queda mucho por conocer del promotor Oscar Albanés. O ante el cantante lírico Raúl Camayd, fundador de una escuela de canto,  garantía del relevo de la Compañía  de Teatro Lírico “Rodrigo Prats”.  Fue precisamente Camayd quien fundó el primer gran evento, el Concurso Nacional para Jóvenes Cantantes Líricos, al cual han venido para triunfar las voces más promisorias de la Isla en los últimos años.

Contemporáneos al excelente barítono son también los que fundan el Premio de la Ciudad en la Semana de la Cultura de Holguín: establecer la competencia por el Cemí Baibrama, idolillo aborigen que representa la calidad,  inspiración mayor de artistas de todo el país para conquistar el máximo reconocimiento.

Quienes  en 1986 apostaron por convertir en Capital Cultural a una ciudad situada a 800 kilómetros de La Habana, inspiraron a sus jóvenes artistas y creadores para fundar las Romerías de Mayo, como Festival Mundial de Juventudes Artísticas, a partir de recrear la tradición de la Romería de la Cruz de Mayo.

Un año antes, el sistema de instituciones culturales había dado a luz la Primera Fiesta de la Cultura Iberoamericana, con la presencia de Armando Hart, entonces Ministro de Cultura, quien desde la inauguración ha insistido que Iberoamérica nació en Bariay, y no lo contrario.

Revelantes científicos y arqueólogos como Enrique Núñez Jiménez y José Manuel Guarch del Monte aportaron pruebas irrefutables sobre aquel sitio.  Historiadores como Julio Le Riverend acompañaron aquella conmoración de los 500 años del Encuentro o Encontronazo entre Dos Culturas.

Nada mejor para ese Quinto Centenario que lo sucedido en Bariay la tarde en que se preparaba el gran espectáculo conmemorativo, con cientos de sillas vendidas a los turistas de la Playa Guardalavaca: cuentan los presentes que el mismo día 28 de octubre, para respaldar la Maldición de Colón, minutos antes del ensayo general, entró a la tranquila bahía un potente rabo de nube, de esos que pide Silvio Rodríguez en venganza, y al mar fueron a parar las partituras, los juegos de luces y pedazos del audio, y de milagro dejó el escenario y tres ómnibus con los artistas refugiados. Por ello en cada aniversario, que coincide con la clausura de la Fiesta Iberoamericana, entramos en actitud lo más humilde posible con los ancestros y, como regla, llueve cuando no se ha registrado en la zona una gota de agua por meses, o una pequeña tormenta nos acompaña, si con respeto no tratamos a los dioses caribeños, Taguabo y Maicabó, dioses de la lluvia y el trueno.

Hoy, las Romerías de Mayo como Festival Mundial de Jóvenes Artistas y Promotores culturales, es otra de las perseverantes utopías cubanas. Sucede en una limpia y orgullosa ciudad, trazada como Ciudad de los Parques, cuyo desarrollo la convierte en la que más ha crecido sobre  sí misma en los últimos cincuenta años en la historia de la Isla. La carta de invitación que reciben los delegados en las cinco zonas geográficas del mundo, invitan a viajar a la tercera capital de Cuba, por la fuerza de sus industrias, la intensidad de un flujo turístico que sucede a La Habana y Varadero, y un movimiento cultural y artístico que no es segundo de muchos. A la primera semana de mayo asisten más de medio millar de delegados, la mitad cubanos, y los otros de alrededor de 30 países, a un mega-festival solo comparable con lo que sucede en el Festival Cervantino de México.

Desde la década de 1990 Holguín se  consolida como Capital de Festivales y Eventos: el nacimiento del Festival “Arañando la Nostalgia” para el Día del Amor y la Amistad el 14 de febrero; el rescate de la Jornada de Música de Conciertos, que arribó a sus veinte años en el pasado marzo con la CamerataRomeu y la Ópera de la Calle; el Premio de Artes Escénicas  “Alberto Dávalos” en el Día del Teatro Cubano; los días de la Temporada del Verano o el carnaval a mediados de agosto; en septiembre, la fundación del Premio Co-Danza, compañía de danza contemporánea que ha cumplido sus veinte años;  o el ilustre Festival del Son, en Mayarí, adonde van a parar las agrupaciones que cultivan la mejor música popular cubana.

Vale destacar que manteniendo la misma tendencia alcista que ha permitido superar en Cuba los 2,5 millones de visitantes en un año, el sector turístico en Holguín creció en el 2011 en un 11 % respecto al año anterior, lo que significa la presencia en la zona de más de 280 mil visitantes, provenientes en su mayoría de Canadá. Aunque ya es también el destino preferido en Cuba por el turismo inglés, que en la época de nuestra tradicional baja turística ocupa los hoteles, con operaciones desde Londres y Manchester.

Más de cincuenta vuelos internacionales tiene cada mes el aeropuerto internacional Frank País, el tercero del país en volumen de operaciones, además del comienzo de una estrategia comercial que diversifica otros países emisores, como el vuelo directo desde Buenos Aires, Argentina, hecho que puede posibilitar una relación más eficaz del producto cultural.

El reto para estas, y las nuevas generaciones, es no retroceder en el empeño de sostener una Capital Cultural a más de 800 kilómetros de La Habana, con un festival artístico cada mes, que un día cercano atraiga aún más visitantes a disfrutar esta hermosa creación colectiva de un movimiento artístico y cultural que en Holguín se proclama como una “Provincia del Universo”.