Daniel Chavarría está viviendo sus 80 años. Los cumple el próximo 23 de noviembre, pero haciendo cuentas, cuando se celebra el primer año de edad, ya ese tiempo pasó. Este famoso escritor nacido en Uruguay, residente en Cuba, donde sus libros son los más robados de la Biblioteca Nacional, impresiona por su altura y corpulencia, largos cabellos blancos y una barba que luce desde hace más de 20 años, cuando el perro de un amigo le mordió el rostro y le hizo una fea herida que le marcó para siempre. Chori, el can, había sufrido semanas antes un ataque feroz de Chavarría, que también le clavó los dientes, harto de sus amenazas. Pura venganza perruna.

Catalogado como un genio de la novelística contemporánea, amado por lectores de varias latitudes, ganador de importantes premios entre ellos el Nacional de Literatura de Cuba, y el Bartolomé Hidalgo, de la Cámara del Libro del Uruguay- lee en público con un notable talento histriónico. Sus finas manos gesticulan, el rostro se transforma, la voz moldea al personaje. Es humorista nato, y también un ser obsesivo cuando escribe sus obras. Ahora está en uno de esos momentos, dedicado por entero a la escritura de la biografía del legendario Raúl Sendic, líder del Movimiento Tupamaros en Uruguay durante el régimen militar.

Excelencias conversó con Chavarría de una manera informal. Presionado por las horas, resulta imposible sentarlo, acomodarlo, y hacerle una de aquellas extensas entrevistas que dejan aún la avidez de conocer mejor al personaje.

 

Dos países, dos historias. ¿Será que posee contradicciones en lo que respecta a Cuba y Uruguay?.  

Más que otra nacionalidad me siento latinoamericano y he vivido o pasado largas temporadas en todos los países del subcontinente. Si tuviera que crear una ciudad desde mi corazón, de seguro tendría pedazos de diez o doce: una costa por aquí, una cordillera por allá, ciertas avenidas, otras barriadas, comidas especiales, música entrañable. 

Reside a gusto en esta isla caribeña, sin inquietudes sobre elementos integrantes de la nacionalidad, entre ellos el deporte.

“Al hablar o escribir de alguno de esos deportes (fútbol o béisbol) he asegurado varias veces que creo ser el único rioplatense que disfruto y conozco bien a ambos por igual. El futbol lo conocí y amé desde niño. Gustar de la pelota me llevó cierto esfuerzo: como no la conocía me causaba cierto rechazo, pero no me podía resignar a esa actitud, exacta negación de la cultura, y me propuse estudiar sus reglas como si fueran otro idioma. En cuanto lo entendí un poco me apasionó: es el único deporte colectivo de carácter rotatorio cuando están a la ofensiva y cada hombre al bate debe enfrentar a todos los del equipo contrario!!!.

 

¿Y la música? Entre el candombe y el son me quedo por lejos con el guaguancó.

 

Chavarría escribe una obra a la vez. “Cuando una novela me apasiona, como es el caso de la que termino sobre Raúl Sendic, no logro escribir ni los correos electrónicos que debo responder. Sin embargo, a veces, en estos últimos tiempos, he logrado intercalar algunos cuentos”. 

 

¿Cuál es el método? No tengo ninguna costumbre salvadora especial, como no sea escribir todo el tiempo. Quizá mi único fanatismo sea el de verificar todas las informaciones científicas, históricas, geográficas y demás que contienen mis obras, muchas veces basadas en mis propios recuerdos y considero mi deber verificarlos. Además, siempre doy a leer a varios amigos selectos, la primera versión de las novelas, para identificar las situaciones que requieran modificación. (En esto mi mujer es una estrella).

 

¿Autores favoritos? Varios. Menciona a Quiroga, Paco Espinola, Onetti, Benedetti, Martí, Guillén, Carpentier. De ellos, refiere, he tomado lecciones insuperables. Tratar de escribir como sus autores favoritos es un grave error que cometemos todos cuando nos sentimos tentados a novelar; y eso ha truncado la potencial carrera literaria de muchos jóvenes. La mía se vio sofocada por eso unos veinte años.

Ante tantos premios recibidos, cuál será el que más complace a este narrador que siente pavor de hablar sobre el futuro de la Naturaleza y la Humanidad, pues “me horroriza. Me quedaría enganchado y con insomnio”.

Con los premios es diferente, ya que siempre halagan al paladar; bienvenidos sean. Uno escribe para que lo quieran y por entre mis galardones preferidos se encuentran los asociados a las bibliotecas. He recibido varias veces el Puertas de espejo como el autor más solicitado en el red nacional de bibliotecas públicas de Cuba, y sus propios trabajadores me han confesado que soy el autor cubano vivo de ficción más robado en esa misma red. Esto es feo como conducta individualista, que priva a otros de leer, pero para mí representa una condecoración inmaterial muy halagüeña.

 

Posee grandes amores. “Los obvios de todo el mundo”, afirma. “La literatura y la música, varios personajes insignes de la Humanidad, grandes rebeldes de todos los tiempos desde Espartaco hasta Hugo Chávez. Y algunos pequeños amores por héroes del deporte y la culinaria. Sería demasiado largo detallarlos”.

 

Ahora, Rául Sendic, que lo tendrá complicado hasta fines de año. ¿El próximo título?. 

Ya tengo casi diseñado un libro de semblanzas sobre personajes cubanos muy relevantes en el ámbito cultural, deportivo o científico, oriundos de Remangalatuerca, por tipificar esos sitios perdidos que la Revolución ha rescatado del olvido y la ignorancia. Se llamará Cuba profunda. Por lejos, mi género favorito es la novela, para escribir o leer. 

 

No quiso definirse con palabras, pero lo hizo a su manera. 

Hablando de palabras sueltas, le confesaré que detesto algunas: crear, cuando la utilizan artistas para hablar de sí mismos; Miunic, Montreol y otros nombres geográficos o no, propios o comunes, anglificados por vasallos culturales en un país libre de vasallajes, que pronuncian a la gringa todo lo que desconocen. También gaucho, para referirse a futbolistas de origen italiano como Messi, charrúa a Francescoli, carioca a equipos brasileños donde solo participa un par de nacidos en Río de Janeiro; galo al árabe Zidane o a franceses muy recientes de apellidos africano, portugués, asiático. Bueno, esa es la idea.