Los tradicionales carruajes tirados por caballos, propios de la época colonial, mantuvieron su vigencia y utilidad a través de los siglos en la Ciudad Monumento, como se le denomina con justo orgullo en toda Cuba.

El antiguo medio de transporte es hoy el más recurrido por los bayameses para recorrer la capital de Granma, una de las cinco provincias surgidas del antiguo Oriente a partir de la nueva división político administrativa adoptada en 1976.

Montado en coche se puede llegar a cualquier sitio en breve tiempo, con la magia que propicia el disfrute de sus gentes sencillas y espontáneas, sus calles con historias conmovedoras, sus plazas, parques y monumentos y los diferentes centros de recreación y turísticos que brindan al residente y a los visitantes una singular mezcla de pasado y presente.

Sin los coches no se concibe la vida actual en Bayamo. Son fuente importante de empleo para yerberos, veterinarios, cuidadores y cocheros, llegando a ser una tradición familiar. Además, participan en eventos sociales y culturales relevantes, como paseos durante las fiestas populares, la celebración de los 15 años de las muchachas o cuando se contraen nupcias. En casos de emergencia sirven para el traslado de los enfermos a los hospitales y, en otros, hasta como carrozas fúnebres.

 

DOS CANCIONES, UNA HISTORIA

La ineludible presencia de los coches en la vida de los bayameses escaló la cima de la popularidad en Cuba en la década de 1980 cuando el famoso sonero santiaguero “Tiburón” Morales, la voz cantante del conjunto “Son 14”, que dirigía entonces el joven maestro Adalberto Álvarez, estampó para siempre en la memoria musical del país el estribillo “Yo quiero ir a Bayamo, montando en coche”, que repetía a viva voz, seguido del coro de multitudes en grandes fiestas populares.

Por esa época los coches constituyeron el soporte de la vida nocturna y llevaron a bohemios y cantores a ofrecer serenatas a novias, amigas o personalidades.

Hoy, trovadores de la ciudad acompañan a los enamorados que regalan serenatas a sus novias y amigas montados en coche, una práctica que se enlaza con antiguas tradiciones. Y es muy extraño que en esas veladas no se entone La Bayamesa, primera canción romántica en la Isla, dedicada a la bella Luz Vázquez y Moreno por quien terminaría siendo su esposo, Francisco Luque del Castillo.

 

Junto con su primo Carlos Manuel de Céspedes, músico, dramaturgo, poeta, abogado, y años más tarde proclamado “Padre de la Patria”, Pancho –como le decían sus conocidos- compuso la música. La letra la escribió el poeta José Fornaris y su primera interpretación la hizo otro amigo del enamorado, el tenor Carlos Pérez, el 27 de marzo de 1851, fecha que pasó a la historia. Por cierto, el abogado Céspedes era poseedor de uno de los carruajes más hermosos que circulaban en Bayamo por aquellos días.

En la actualidad, cada sábado puede disfrutarse desde un carruaje la reedición de esta canción en su lugar original, la ventana de Luz Vázquez, uno de los lugares más emblemáticos del centro histórico de la capital de Granma.

 

GRANITO EN LA HISTORIA

Los Archivos de Indias registran en la villa de San Salvador a los quitrines, las volantas y los cabriolés en época tan lejana como 1515. Los modelos actuales de los coches que circulan por Bayamo entraron a la ciudad en 1902, pero fueron los estilos Duquesa y Milord, procedentes de Francia y Estados Unidos respectivamente, los que perduraron y ganaron relevancia por la comodidad que ofrecen, la elegancia y la seguridad para los viajes que necesitaban sus primeros poseedores, ricos hacendados y aristócratas.

Se afirma que un coche salvó la independencia de Cuba. El carruaje permitió al telegrafista Ismael de Céspedes Yero alertar a los miembros del Comité Revolucionario de la llegada de una orden de arresto enviada por el Capitán General de la isla Francisco Lersundi, a principios de octubre de 1868. El joven patriota, primo del Padre de la Patria, montado en su coche, venció la distancia de 20 kilómetros hasta la finca Las Mangas, propiedad de Pedro Figueredo, e impidió que se frustrara el inicio de la Revolución.

Luego, en ese propio mes, los coches fueron empleados como barricadas en la defensa de Bayamo. El Capitán Titá Calvar, mandó a tirar de lado numerosos carruajes para enfrentar a los españoles, en el sitio que hoy lleva el nombre de parque Francisco Maceo Osorio, popularmente conocido como el ¨Parquecito de los coches¨ por ser durante muchos años el paradero oficial de aquellos carros tirados por caballos.

Entre los coches más famosos de la ciudad figura el que utilizó durante una visita a Bayamo el general Gerardo Machado, quien ejerció la presidencia de la República en las décadas de 1920 y 1930. El mandatario recorrió el trayecto desde la terminal del ferrocarril hasta el Ayuntamiento en un coche coche Milord, tirado por dos caballos moros, entonces propiedad del general José Manuel Capote Sosa. Este carruaje fue el único que entró a Cuba de los 48 que se hicieron en Inglaterra con similares características. Su estado impecable es motivo de orgullo para su actual dueño, el octogenario Juan Espinosa, quien lo posee desde hace más de sesenta años.

CIUDAD DE LOS COCHES

Bayamo es el único lugar del mundo donde se reproducen los coches Duquesa y Milord con la exactitud de las medidas de aquellos primigenios, según aseguran los artesanos de ¨La Rueda¨, una fábrica sin paralelo en América Latina, cuyo origen se remonta a dos siglos atrás, cuando reparaba los carruajes que transitaban de Santiago a La Habana y viceversa. En el establecimiento se puede adquirir actualmente una preciosa miniatura del carruaje hecha a mano, que respeta las 143 piezas de su modelo original.