- Interpretaciones paralelas
Con esta cita desde El fin por Jorge Luis Borges, se abre Vértigo horizontal, el pabellón argentino en la 16ta. Bienal de Arquitectura, abierto desde mayo hasta noviembre de 2018 en el Arsenal de la Bienal de Venecia.
Con la curadoría de los arquitectos Javier Mendiondo, Pablo Anzilutti, Francisco Garrido y Federico Cairoli, el pabellón propone un diálogo transversal entre espacios geográficos y lugares.
Un paralelepípedo de vidrio obscuro atrae la imaginación del espectador curioso acerca de su contenido, del que nada más se distinguen los colores de pastel.
Alrededor de las paredes de la sala, bocetos de proyectos en sucesión lineal horizontal describen la producción arquitectónica de obras y palcos públicos, diseñados por arquitectos argentinos desde 1983.
«Es una invitación a redescubrir el territorio argentino como una construcción colectiva y a develar la arquitectura en su capacidad de suscitar generosidades inesperadas en cada proyecto», afirman los curadores.
En efecto, terminado el recorrido por los proyectos, la mirada llega a la estructura central que, accediendo por un hueco, descubre ser un invernadero con abundante flora local, sobre la que una proyección del cielo argentino con nubes y aves muta en el tiempo.
Como en un cuadro de los paisajistas flamencos, entrar en la teca de cristal, que en un juego de espejos refleja la pampa argentina, deja una sensación de calma y sencillez. En la atmósfera de ese espacio, con su sonido y su olor a tierra y matas, el espectador se siente absorbido en un vértigo sin fin.
«Vértigo horizontal recorre los pliegues de nuestra geografía, a modo de cartografía de la producción arquitectónica de las últimas décadas», explican los curadores. «Estas obras trazan un paisaje horizontal donde intervenciones particulares o iniciativas colectivas entran circunstancialmente en contacto, en diálogo». El pabellón argentino refleja el compromiso con los valores de Freespace, concepto general de la Bienal 2018, documenta proyectos de carácter democrático «mediante un horizonte de registros inevitablemente abierto y no definitivo», imaginando el vínculo entre la arquitectura y la sociedad.
Victoria Tomás, de Buenos Aires, al visitar la exposición, comenta que, como argentina, se siente bien representada por el pabellón nacional en la Bienal de este año. «Sin lugar a dudas, Argentina siempre fue pionera respecto a América Latina en materia de arte y arquitectura». Victoria, estudiante de Diseño de la Comunicación en la Universidad Argentina de la Empresa, de Buenos Aires, dice que el pabellón da espacio a nuevas interpretaciones que ayudan a entender de otra manera la idea general. «Nuestro espacio horizontal se caracterizó siempre por la inclusión; aquella tierra del sur, que se embanderó en su momento con la frase “gobernar es poblar”, define nuestra amplia pampa como un lugar donde se desenvuelven las interrelaciones humanas, como cita nuestro preámbulo de la Constitución nacional, para todos los hombres del mundo que quieran habitar en suelo argentino. En contraposición cabe destacar que esos amplios territorios son la forma en la que el gobierno argentino le dio la espalda a sus pueblos originarios. Si bien hay mucho potencial entre los profesionales argentinos, es una pena que no se hayan presentado proyectos nuevos, lo que nos habla de que no es un país con falta de capacidades, sino de recursos económicos en cuanto al desarrollo del hábitat».
Al visitar la exposición a través de los ojos de una joven argentina, la idea del pabellón llega a ir mucho más allá de lo que a primera vista uno pudiera imaginar.