Aquí nació la gran tradición mambisa, aquí nació el hogar cubano». Así expresó Eduardo TorresCuevas, director de la Biblioteca Nacional José Martí y presidente de la Academia de Historia de Cuba en las palabras inaugurales de la edición veinticuatro de la Fiesta de la Cubanía, evento que cada octubre se realiza en la ciudad de Bayamo, provincia Granma, y que esta vez estuvo marcado por las celebraciones del aniversario ciento cincuenta del inicio de las guerras independentistas (10 de octubre de 1868) y de la interpretación primera del Himno Nacional cubano (20 de octubre de 1868).
Recorrer las calles de esa villa y la vasta región oriental del país es constatar cuánto le debe la nación a la historia que se forjó con el sacrificio de tantos cubanos. De ahí que Alpidio Alonso, ministro de Cultura, en su visita a La Demajagua, insistiera en la necesidad de trasladar ese legado a los jóvenes: «Tenemos que alimentar la mística de la Revolución. Es tan hermosa… Está llena de heroísmo, pero al mismo tiempo hay una historia humana».
En las palabras centrales por el aniversario del Himno Nacional cubano, el primer secretario del Partido Comunista de Cuba en Granma, Federico Hernández Hernández, expresó: «Son estas razones históricas, culturales y patrióticas, por las que cada 20 de octubre, declarado con justicia Día de la Cultura Cubana, rendimos tributo a la bandera y al himno, canto patriótico que nos convoca, que nos guía, y exclama que el esfuerzo tiene que ser infinito, pues por siempre la patria nos contempla orgullosa».
Eusebio Leal Spengler, historiador de la ciudad de La Habana y uno de los invitados más esperados de estas jornadas, no pudo estar presente y tuvo a bien enviar grabadas unas palabras de salutación a todos los reunidos en la Plaza del Himno. «La primera victoria de la Revolución fue la toma de Bayamo. Al pueblo de Bayamo, a sus heroicas mujeres, a sus hombres, a los que dieron fuego a la ciudad, convertida en una Numancia, que ardió en medio de la llanura y estuvo al alcance de la vista de los prismáticos de los oficiales españoles que avanzaban en columna cerrada para recuperar aquel primer bastión. Bayamo se multiplicaría luego en Cuba. Toda Cuba fue Bayamo. Todos somos Bayamo. Y cuando interpretamos en la escuela y en cualquier canto público y en cualquier lugar de nuestra tierra el Himno Nacional de Cuba, recordamos siempre a Bayamo. Y cuando en medio de una expresión romántica, poética, de amor, recordamos el canto a las puertas de la casa y junto a la ventana de una bella bayamesa, la canción compuesta por aquellos patricios, entre los cuales Céspedes era uno de los más importantes, de los más trascendentales, de los que haría un aporte decisivo al futuro, recordamos también a Bayamo, al género musical, al espíritu de la mujer bayamesa, del pueblo de Bayamo».