Quién no ha pensado alguna vez que en La Habana todo es posible? Cada noviembre esta idea se reafirma. Bien se dice que en ella la vida es más intensa; el ritmo, rápido; el ambiente, distintivo; los atardeceres atraen y provocan, y su cultura, ¡única! Una luz muy especial flota sobre ella cuando se despide el sol del litoral y a lo lejos se escuchan las notas de una canción, guitarra y clave en mano, que agasaja a los que esperan en el Malecón.
Auténtica y cosmopolita a la vez, se muestra al visitante como lo hace al que en ella vive: le saluda y le es fiel. Siempre con una sonrisa cordial para el que pregunta, una guía certera para el que viene por primera vez… es algo que identifica al habanero, es parte de su propia cultura. Estar en sus barrios, ver «sábanas blancas colgadas en los balcones»; pasear por sus plazas y parques mientras revuelan los gorriones, ya lo hace a uno habanero.
En el decursar de los días hacia el aniversario 500 se abren nuevos espacios para el arte y numerosas propuestas culturales atractivas. Viene la tradicional habanera a resonar en los adoquines. Se hace y lee literatura desde y sobre la ciudad azul. La música une juventud y experiencia cantándole a la capital. La trova se integra al danzón. El chachachá hace mover los pies. Disímiles proyectos socioculturales exhiben el talento de aquellos que crean.
Es una oportunidad especial que este noviembre sus calles emblemáticas vistan sus mejores galas y vivan su historia a lo grande, disfrutando programación cultural con patrimonio. ¡Que cada piedra cuente su historia! ¡Que cada habanero se reconozca en su cultura y sus artistas!
La Habana tiene su propio sonido. Suena la rumba en el barrio y trina el punto cubano. El bolero acompaña la vida y deja brotar un nuevo sentimiento. El son habanero hace mover la cintura a su compás. Los jóvenes traen brisas renovadas a lo artístico, fundiendo tecnología y pasión con aires diferentes. Se recorren caminos culturales e históricos y se descubre siempre una Habana nueva y distinta que muestra su leyenda.
La cultura está al alcance de todos. Todas las edades pueden encontrar momento y lugar en La Habana para su realización y goce solo con expresar su interés en crear o ser activo espectador: manualidades diversas, fotografía o pintura, canto y música, declamación y actuación, lecturas y literatura de la mano, el circo y su magia. Tanto en espacios públicos como institucionales, una propuesta interesante se abre paso este noviembre hasta llegar a los públicos más diversos.
La Habana es anfitriona por naturaleza, su entorno invita a la creación. Los que la habitan se entregan a ella como hermoso pretexto para agradecerle, la ven como musa imprescindible, ¡nadie queda indiferente ante ella! Su abrazo es para siempre. Sea noviembre una nueva ocasión para evocarla, hagamos todo por ella.

 

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