Fotografías de Pierpaolo Ferrari para Cervezas Alhambra.
Nuestro enviado especial interactuando con una de las obras.

Del 21 al 30 de septiembre, la plataforma crear/sin/prisa, de Cervezas Alhambra, convirtió el centro de Granada en un museo urbano, con obras de arte contemporáneo que invitan «a tomarse el tiempo necesario para deleitarse con los detalles de instalaciones irrepetibles».
Es la primera vez que coinciden en la misma ciudad las seis piezas artesanales de la colección, creadas por artistas españoles y extranjeros e inspiradas en Granada y en la filosofía de la empresa cervecera: «Parar más, sentir más».
Instaladas en lugares emblemáticos de la capital nazarí, como la Fuente de las Batallas o la Plaza del Carmen, en cada una de ellas hubo personal especializado para contar a los transeúntes los procesos de creación. Para disfrutarlas en profundidad, se organizaron además visitas guiadas y encuentros abiertos con los autores.
Arte por Excelencias no podía dejar pasar esta oportunidad de «parar, mirar, tocar y sentir» el trabajo de Mau Morgó, Pierpaolo Ferrari, Raquel Rodrigo, Álvaro Catalán, Nacho Carbonell y Martín Azúa, y nos apuntamos a una de las visitas guiadas, casualmente el domingo 23 de septiembre, en el que el hemisferio norte celebra la llegada del otoño.
El recorrido lo comenzamos en el «Punto de inspiración», un pequeño local en la calle Alhóndiga que ha sido otras veces cuartel general de las propuestas culturales de Cervezas Alhambra. Aquí se encuentran la instalación Perspectiva, de Mau Morgó, y los carteles de Pierpaolo Ferrari.
También fue el lugar donde estuvimos más «fresquitos», pues aunque supuestamente el verano daba sus últimos coletazos, durante el recorrido tuvimos entre 26 y 33 grados Celsius; sudamos un poco, pero eso es lo que tiene visitar un «museo urbano» a finales de septiembre en el sur de España.
 
Perspectiva
Desde varias perspectivas hay que mirar esta instalación de vidrio, fabricada en la Real Fábrica de Cristales de la Granja de San Ildefonso (Segovia), bajo las indicaciones del diseñador catalán Mau Morgó (Barcelona, 1988). Más de cien pequeños cristales tallados a mano que, como las baldosas de La Alhambra, cobran sentido cuando se unen, cuando se observan desde distintas posiciones.
Así, en su conjunto, estos trozos de vidrio forman las botellas en que se comercializan actualmente las cervezas Alhambra Especial, Reserva 1925 y Reserva Alhambra Roja. Las piezas se superponen, «como los sabores, texturas y matices» de las bebidas Premium de Cervezas Alhambra.
Ya desde aquí descubrimos las características que serán comunes en el resto de las obras: trabajo y materiales artesanales (vidrio, metal, esparto…), colores (rojo, verde, amarillo, ocre), luces y sombras inspirados en La Alhambra, objetos cotidianos convertidos en obras de arte (botellas, sillas, alfombras… ¿herencia pop?), obras polimórficas que hay que admirar desde distintas perspectivas, que, por sus dimensiones, necesitan de muchas manos para hacerlas realidad; detalles de una «belleza oculta que no se encuentra a simple vista», que solo pueden verse cuando olvidamos la prisa.
 
Pierpaolo Ferrari para Cervezas Alhambra
La planta superior del local de la calle Alhóndiga 31 ha sido, literalmente, empapelada con las fotografías de Pierpaolo Ferrari, «un artesano tras las cámara», y el único extranjero en la nómina de crear/sin/prisa. Para conseguirlas, el italiano se basó en la técnica «prueba-error». Realizó innumerables fotografías de escenificaciones donde la amplia gama de cervezas Alhambra es protagonista.
El artista juega con las distintas posiciones que permite el reflejo de la luz y sus sombras, dándole luego un toque pop al mejor estilo Warhol, y donde, otra vez, prevalecen los colores presentes en La Alhambra.
En su conjunto, los carteles completan una fuente inagotable de recursos publicitarios del que, esperamos, Cervezas Alhambra podría sacar mucho partido en el futuro.
De camino a la primera parada exterior de este museo urbano, en Plaza Nueva, el guía va contando secretos de los sitios por los que vamos transitando, como los usos de la Plaza Bib-Rambla —donde ese fin de semana se ha instalado un mercadillo (Los Zocos del Al-Ándalus) que recuerda cómo era la vida aquí en la Edad Media—, o lo que pasó con los puentes sobre el río Darro tras su abovedado.

Hay cosas que necesitan tiempo
El tiempo es una de las premisas de la filosofía de Cervezas Alhambra, como lo es de la obra de Raquel Rodrigo. Aquí hay que detenerse y admirar su trabajo, de lejos y de cerca, para poder entender su dimensión. Arquicostura le llama la valenciana, que ha hecho del street art su filosofía de vida.
La autora recupera una «receta tradicional para crear algo nuevo, para emocionar y hacer sentir las raíces». Partiendo del tradicional punto de cruz, y con la ayuda de dieciséis costureras, Rodrigo construyó el inmenso mural con el que se estrenó esta plataforma, que también pretende ser un viaje a los orígenes artesanos de Andalucía y de la elaboración de las cervezas Alhambra.
 
Para, mira, toca a la que no le han informado bien qué significa eso de «parar, mirar y tocar».
Álvaro Catalán (Madrid, 1975) se inspiró también en las míticas baldosas de La Alhambra para, con «rigor, paciencia y cariño», hacer esta instalación, elaborada con botellas de cervezas Alhambra, cemento blanco y resina coloreada.
«Granada es una pieza clave para entender nuestra historia y nuestras tradiciones», afirma Catalán, quizás porque la conquista de esta ciudad por los reyes católicos, en 1492, fue el paso definitivo para la creación del actual Reino de España y también del mal llamado descubrimiento y posterior colonización de las Américas.

El Patio
Casi al final de nuestro recorrido y acercándonos a los 33 grados sin haber probado todavía una refrescante cerveza, viene bien descansar del trepidante sol en El patio del también valenciano Nacho Carbonell (1980).
Instalado frente al edificio que alberga al actual Ayuntamiento de Granada, en la Plaza del Carmen, será aquí donde mejor se cumplirá eso de ir despacio para disfrutar de los detalles. En el grupo van un par de sexagenarios granadinos, que ven por primera vez la inscripción del reloj instalado en su fachada: «Feliz quien ve sus horas en dorado presente».
«Eso lo habrán puesto ahora», se excusa uno de ellos, antes de sentarse en una de las diez sillas de la instalación, que dice inspirarse en el mítico Patio de los Leones de la ciudad palatina andalusí, Patrimonio de la Humanidad.
Aunque la comparación no es muy apreciable, vale la pena resaltar el techado de este patio contemporáneo, para el que se utilizaron más de diez mil botellas verdes y marrones de Alhambra. También, el detalle de que el hierro de su estructura haya sido recubierto de una pasta de cebada que —no sé si es imaginación mía o sed cervecera— olía muy bien.

Parar
Si hay un producto artesanal típico de Andalucía —y quizás de España toda—, ese es el esparto. Precisamente este material ha sido el escogido por Martín Azúa (Vitoria, 1965) para diseñar la inmensa alfombra que ha convertido la Fuente de las Batallas en el salón de nuestra casa. En ella nos acostamos, corremos, saltamos y hasta paseamos con la bici.
Dicen que las artesanas de Murcia que la tejieron conminaron al diseñador vasco a no repetir una obra de estas dimensiones. El detalle de su factura es impresionante: huellas de alpargatas como las que hoy viste este reportero, botellas verdes de Reserva 1925, círculos que recuerdan a los campos de cebada… y, en grandes letras, la palabra PARAR.
Aquí acaba el recorrido, así que nos despedimos de nuestro guía, mientras nos explica cómo conseguir una serie de postales con las obras visitadas, lo que nos obligará a estar toda la semana detrás del carro con la promoción.
 
Epílogo
Aunque Cervezas Alhambra recomienda el consumo responsable, durante la realización de este reportaje se consumieron cuatro litros de Alhambra Tradicional. Una pequeña venganza, porque no hubo degustación al final de nuestra visita. Nada, que eso de crear/sin/prisa también lleva sus dosis de algo tan artesanal como esta cerveza, elaborada en Granada desde 1925.
Al lado de la fuente de Isabel la Católica, en la plaza que lleva su nombre, doce objetos dentro de un círculo imitan un jardín japonés. Desde tres puntos, una especie de anteojos del mismo material que las letras permite ordenar las palabras: para, mira y toca; pero tenga cuidado, no intente sentarse sobre las letras o recibirá un fuerte regaño de la guardia de seguridad,