Cosmética Vegetal
Las diferentes civilizaciones mostraron ejemplos de la utilización de hortalizas, algas, plantas medicinales y aromáticas, frutales, flores, raíces, semillas, plantas ornamentales, árboles y arbustos maderables, por presentar propiedades hidratantes, regenerativas, protectoras de los rayos solares, cicatrizantes, antinflamatorias, entre otras.
Sin embargo, las investigaciones científicas demostraron que aplicar directamente los productos naturales sobre la piel o sus anexos (uñas, cabello, cavidad bucal) puede provocar alergias, irritaciones, quemaduras e intoxicaciones, dada la compleja composición química de estos productos y su modo de uso. De ahí que hoy día lo más recomendado es usar cosméticos naturales que contengan estas sustancias mezcladas con otras que faciliten su administración y estabilidad (preparadas con un 95% de componentes naturales y un 50% de origen vegetal) y, además, mantengan respeto por el entorno durante todo el proceso de elaboración y un desarrollo sostenible.
Por esta razón, existe en el mercado una amplia diversidad de aceites y extractos de productos vegetales que se incluyen en las preparaciones dirigidas a los grandes retos de la cosmética actual: proteger del sol, hidratar y retardar el envejecimiento.
Uno de esos retos es la prevención y protección contra la acción de las radiaciones, debido al calentamiento global y el deterioro de la capa de ozono, por lo que existen cosméticos con sustancias capaces de absorber los rayos UV evitando así que penetren la piel, como es el caso de los extractos acuosos obtenidos del fruto del café, considerados fotoprotector UVA y UVB, al tener antioxidantes fenólicos. Además, los extractos de la corteza del árbol de mango (manguiferina), comercializado como Vimang, los de la zanahoria y el tomate. Estas preparaciones deben aplicarse durante el día para lograr el objetivo propuesto.
Otro de los retos va encaminado a hidratar la piel, conservar su buen aspecto físico y protegerla de los factores ambientales (sol, frío o viento), mediante la capacidad que poseen algunos cosméticos de contener sustancias como el extracto acuoso de sábila para atraer el agua, redistribuirla y retenerla, así como otras que aportan lípidos capaces de brindar flexibilidad y suavidad a la piel y evitar la pérdida de agua, como es el caso de los aceites vegetales extraídos generalmente de los frutos o semillas oleaginosas (sésamo, moringa, corojo, coco, almendra). Estos tratamientos, para mayor eficacia, se deben aplicar durante el día después de una higiene correcta.
Por su parte, los cosméticos nutritivos y antioxidantes se deben aplicar por la noche.Su eficacia se basa en el empleo de sustancias que aporten lípidos, vitaminas, minerales y proteínas, para retardar la aparición de arrugas y otros signos de envejecimiento.
En la actualidad, este es uno de los mayores desafíos de la cosmética, porque la apariencia envejecida de las personas se ha convertido en un enemigo a evitar o derrotar. Ejemplo de ello lo constituye el empleo de minerales, y vitaminas C y E, como las frutas cítricas, los pimientos verdes, el brócoli, los tomates, las fresas, las patatas blancas y las dulces, productos que parecen salir de la despensa para entrar en el mundo de los tratamientos.
Finalmente, los aceites esenciales, cuyo uso más conocido es la fragancia, poseen también propiedades antioxidantes y cicatrizantes.
Los cosméticos vegetales constituyen, sin dudas, alternativas seguras dirigidas a un consumidor responsable, que tiene en cuenta el cuidado medioambiental y personal con productos libres de toxicidad.