La esmeralda, una obra de arte sacada de las montañas
Si hay algo fascinante para muchas mujeres (y para algunos hombres también) son las joyas, el brillo, el diseño y la belleza de estas. Y ese encanto puede incrementarse de manera especial si se trata de una esmeralda, una piedra que no solo inspira el deseo de obtenerla, sino de lucirla.
Parte del patrimonio cultural de la zona de explotación de esmeraldas de Colombia es la leyenda de Fura y Tena, que relata la historia de dos amantes unidos por el dios Are. Narra la leyenda que debido a la infidelidad de Fura, su esposo Tena se suicida y ella de remordimiento envejece y llora desconsoladamente; sus lágrimas al caer, se convierten en joyas que ahora son las encontradas en los municipios de Muzo, Pauna, Otanche, Buenavista, entre otros.
Las dos montañas que representan a los míticos personajes, con 840 m (Tena) y 500 m (Fura), están ubicadas en el Departamento de Boyacá, en tierra colombiana, y separadas por el río minero, rodeadas con un majestuoso verdor en sus bosques.
Las lágrimas convertidas en joyas, hoy conocidas como esmeraldas, han sido y son una de las gemas más apetecidas por extranjeros y propios, por su gran valor comercial. Perteneciente a la familia del berilio, es una variedad verde, en la que también se encuentra el berilio color rosa o morganita, el azul (aguamarina), el helidoro (amarillo), el goshenita que es incoloro y el bixbita, de color rojo. Sus quilates varían de acuerdo a la piedra, y a las características de la talla.
Para Ronald Ringsrud, gemólogo norteamericano y autor del libro, Esmeraldas. Una guía apasionada, esas joyas verdes colombianas son las más hermosas, y han sido bendecidas por una química del color casi perfecta. Además, afirma que: «En el caso de la esmeralda colombiana la fluorescencia es roja bajo luz normal, pero que al ojo humano se presenta con un verdor especial, algo encantador para los coleccionistas».
Una obra de arte de «talla» internacional
Para Oscar Camilo Sánchez, experto comerciante de esmeraldas que durante 25 años ha dedicado su vida al comercio de esta gema, esta maravilla de la naturaleza posee su propio ADN, según él: «La esmeralda colombiana es mágica, y en la noche tiene vida propia, posee un brillo que no lo tiene ninguna otra», y el valor comercial que tiene es un agregado más al aporte intrínseco que le dan los comisionistas, mineros, talladores y joyeros. Su composición química es exclusiva, por eso menciona que es importante que el gobierno nacional legisle de manera especial respecto a la comercialización de este mineral. Al decir del experto, la esmeralda colombiana se diferencia en su tamaño respecto a otras piedras, como las encontradas en Brasil, Afganistán o Zambia; y su brillo es característico.
En general, la trazabilidad (origen y recorrido de la piedra) de la esmeralda colombiana está garantizada.
En Colombia se promueve la comercialización legal de esta gema que ostenta la realeza, así como también figuras del cine, la televisión y el deporte, a través de empresas legalmente constituidas, entidades que reconocen que la esmeralda es una obra de arte natural de «talla» internacional, donde los artesanos y joyeros hacen de ella piezas exclusivas para exportar.
La tecnología al servicio del arte
Colombia entra en la era de la inteligencia artificial, y adapta sus procesos y procedimientos comerciales de la mano de la tecnología. Para Juan Francisco Gaitán Botero, experto financista, y conocedor de joyas preciosas, el uso de la tecnología en el tema de la comercialización de gemas y de obras de arte a través de las redes es de gran importancia. Según Gaitán Botero, en un tiempo muy cercano y a través de la inteligencia artificial, se podrá con un innovador sistema, por medio de un teléfono con sistema Android, verificar que una esmeralda, en especial la colombiana, es auténtica.
Todo este proyecto tecnológico se implementará mediante una novedosa plataforma tecnológica, que a través de las redes y bajo la asesoría de IBM, garantizará la autenticidad de piedras preciosas halladas y comercializadas en Colombia. En caso de un robo, aunque la piedra se retalle, con esta tecnología que guarda la identidad de la joya, retiene su parte microscópica y espectroscópica, y archiva sus características en una base de datos, no podrá ser revendida. Esto debido a que cada joya es única e irrepetible.
Más que una valiosa joya, la esmeralda hace parte de la historia, la cultura y el contexto social de Boyacá, departamento esmeraldífero por excelencia, donde el verdor de sus tierras se refleja en cada piedra que se extrae de las minas de Muzo, Coscuez, Gachala,y Chivor. No obstante, sus habitantes no obtienen todas las regalías del valioso mineral, puesto que su explotación y en algunos casos su comercialización se ha adjudicado a compañías extranjeras, que se benefician vendiendo a un mayor precio que el inicialmente adquirido. A pesar de la existencia de asociaciones que regulan su comercialización, las esmeraldas colombianas son exportadas a países como China, Hong Kong, Estados Unidos y Emiratos Árabes Unidos, donde el valor por quilate supera tres veces más el costo inicial pagado en Colombia.
Actualmente se encuentra en curso un proyecto de ley en el Congreso, por medio del cual esta maravillosa gema será declarada como «piedra nacional», lo que posicionará su valor a gran escala en el mercado mundial.