Se dice que fue en la década del 90 del pasado siglo cuando llegaron los primeros turistas a uno de los sitios considerados tesoros de República Dominicana; un lugar que fue por años uno de los secretos mejor guardados de esa tierra:

los 27 Charcos de Damajagua. Desde entonces, ese paraje ha cobrado gran significación como uno de los destinos favoritos de los apasionados de las actividades en el agua.

El Salto de Damajagua forma parte del sistema de áreas protegidas de la República Dominicana. Está compuesto por 27 charcos o cascadas de diversos tamaños, alimentados por el río homónimo, proveniente de la Cordillera Septentrional. Posee una sección con caídas de agua de alrededor de 12 o 13 m de altura, las cuales bordan hermosas cortinas de agua y piscinas naturales en medio del bosque. 

 

Detalle que debe conocer

Se estima que el nombre del río y sus charcos se debe a las Damajaguas, árboles que crecen en la rivera, los cuales favorecen en gran medida que se mantenga el torrente durante tiempos prolongados. El complejo acuático constituye una auténtica joya del ecoturismo y el turismo sostenible, que ha transformado la vida de las comunidades circundantes, pues los recursos que genera son invertidos en obras sociales. Los puertoplateños lo denominan «creación divina de Dios». 

Las excursiones al sitio requieren del estricto cumplimiento de un grupo de normas, cuyo propósito fundamental es garantizar la seguridad de los visitantes. Ante todo es imprescindible hacerse acompañar de un guía o experto en la zona y proveerse de los equipos necesarios como chalecos salvavidas y cascos. Además, es recomendable llevar zapatos cerrados. Esas reglas fueron establecidas por el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, no solo para proteger a las personas, sino también para velar por la conservación de un monumento natural. Según lo ven los guías de la zona, cada charco representa un reto. Algunas personas enfrentan el miedo a las alturas, quienes no saben nadar depositan toda su confianza en los expertos para salir airosos de cada cascada, en tanto otros superan el cansancio y todo desafío físico con tal de obtener la maravillosa recompensa de un paisaje donde la bendita circunstancia del agua obsequia una experiencia inolvidable.

 

¡Para curiosos!

Cada salto, afirman los conocedores, tiene su propia «personalidad» y también su pedacito de historia. La primera cascada es denominada La Virgen. Los pobladores aluden a una antigua leyenda de los indios taínos, que habla de una estatua de piedra de La Virgen de Altagracia construida hace muchísimos años. 

Otro de los pozos es el de los contrastes, con una temperatura fría en la superficie, mientras que el fondo cobija el cuerpo con tibias sensaciones. «Quítate la ropa» le dicen graciosamente a uno de los más briosos saltos, porque el poder de su torrente es tal, que al deslizarse se pueden perder algunas piezas de vestir. 

Otros de los charcos más llamativos son La Jaiba, pues en sus aguas claras se pueden encontrar esta especie, y El Cristal, que recibe su apelativo por la transparencia del agua.

 

A tener en cuenta

Asegura el sitio www.godominicanrepublic.com que los 27 charcos de Damajagua son «el tesoro de aventura más preciado de Puerto Plata, pues ofrecen un día completo de senderismo a través de espesos bosques, cruzando puentes y descubriendo la flora dominicana, antes de llegar a la cima rocosa de una colina desde donde comenzará tu recorrido hacia abajo, saltando o deslizándote por una serie de cascadas. El equipo de seguridad es de uso obligatorio mientras te deslizas por toboganes acolchados por agua, o saltas a profundas piscinas de color turquesa.

La mayoría de las excursiones solo ofrecen llevarte a través de siete cascadas, ya que llegar a las 27 está reservado solo para los más aventureros en buena condición física.

El visitante debe tener en cuenta que para esa actividad tiene que estar debidamente preparado:  lo primero es usar calzado apropiado, cerrado, antirresbalante y hechos para mojarse; traje de baño acompañado de otras prendas como pulovers o camisetas (es preciso recordar que hay cascadas que pueden fácilmente arrancar la ropa debido a la fuerza y rapidez del descenso); chalecos salvavidas y cascos para evitar posibles accidentes; si es de los que no quiere dejar pasar la oportunidad de registrar la experiencia para la posteridad es bueno que lleve una cámara go pro o sumergible.

Para llegar a los 27 Charcos de Damajagua hay que visitar primero Puerto Plata, específicamente los municipios de Altamira e Imbert. Para luego arribar a un pequeño rancho típico criollo que da la bienvenida a los visitantes y donde tienen acceso a baños, tiendas de artesanía y venta de diversos productos. Todo esto en preparación para recorrer el sendero hacia la cima. El recorrido de subida de puede tardar unos 45 m, en el caso de las 27 cascadas, o de media hora en caso de que usted haga la travesía de los 12 saltos. Estar en buena forma es casi un requisito, y es preciso hacer saber a quienes viajen en familia que el trayecto no es aconsejable para niños pequeños.

Las aguas que recorren el río son bastante frescas y cristalinas. Cada cascada es una aventura y un equipo de expertos que acompaña al tour ayudará a las personas a llegar de un lado al otro. En total la excursión dura alrededor de 2 h y 30 m, en dependencia de la cantidad de personas que integren el grupo y de los charcos disponibles. Las opciones varían de acuerdo con la temporada de lluvia, pues en un mes pueden estar las condiciones óptimas para visitar todas las cascadas y en otros es posible que solo se puedan visitar 18. Sin embargo, eso no es motivo de desánimo, ya que los principales charcos siempre prevalecen.

 

Comentarios 

«Lo más divertido que he tenido por mucho tiempo», «viaje emocionante e impresionante», «¡el más excelente día!», «maravillosa y excelente excursión», «un momento que no olvidaré nunca» … Estas son algunas de las opiniones de turistas que han visitado los 27 Charcos de Damajagua.  Todos coinciden no solo en lo imponente del entorno, o en el excelente trato de los expertos, sino en la esencia diferente de esa aventura. A veces la naturaleza se desborda, creando joyas como las de Puerto Plata. Compruébelo con sus propios ojos.