Un espacio de encuentro entre Cuba y Europa
Desde que en 1492 Cristóbal Colón conectó al antiguo continente con el mundo desconocido de este lado del Atlántico, es prácticamente imposible pensar la historia y la cultura de ambas regiones sin reparar en los intercambios materiales y simbólicos que en constante retroalimentación han conformado el universo de los distintos países europeos, y americanos.
Especialmente Cuba, denominada por Felipe ii «Llave del nuevo mundo o antemural de las Indias Occidentales», por su estratégica posición geográfica en los tiempos de los grandes navegantes, tuvo un diálogo peculiar no solo con su antigua Metrópoli, sino también con todas las influencias prevenientes de Europa que cruzaban la Isla.
Estos grandes temas son los que aborda una de las instituciones museales más jóvenes de La Habana: el Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba – Europa. El nuevo museo rompe con la tradicional forma de comportamiento dentro de este tipo de templo: «se mira y no se toca», porque en él se hace uso de las nuevas tecnologías de la informática y las comunicaciones para proponer una propuesta museográfica con diseños contemporáneos y la utilización de softwares, aplicaciones, audiovisuales y espacios inmersivos que favorecen la interactividad y los ambientes lúdicos. Así involucra a todo tipo de público, especialmente a los más jóvenes, en una interpretación de lo que ha sido nuestra historia común.
El proyecto surgió de la unión de las voluntades de la Unión Europea, la UNESCO y la Oficina del Historiador de la Ciudad. Lo que permitió la restauración del inmueble y la conceptualización de su uso cultural como espacio de encuentro entre Cuba y Europa en los campos de la cultura y el patrimonio. Además de la adquisición del equipamiento informático y los elementos museográficos que tantas sorpresas producen en los visitantes.
Dentro de sus mayores atractivos sobresale un Túnel del Tiempo, que marca los hitos históricos, las personalidades y las obras de arte más relevantes en ambas partes. Contenidos que se enriquecen mediante audiovisuales, una multimedia, con la cual se interactúa en las pantallas táctiles, y una App que escanea el código QR de la imagen o acontecimiento del cual el visitante quiera conocer más. Este peculiar museo también expone la reproducción del camarote de un barco por cuya escotilla podemos divisar el horizonte y sentir el viento bravo de una tarde de tormenta.
Aunque cuenta con catorce salas temáticas, entre las preferidas están El Gabinete, Música y Danza, y Arquitectura y Urbanismo. En la primera se recorre el universo material, todo lo que dimos, y todo lo que recibimos, y cómo nos «transculturamos», desde la navegación en las mesas multitáctiles que permiten hasta cuatro personas interactuando a la vez para conocer sobre el tabaco, el azúcar, el café, los instrumentos de trabajo, la navegación o los objetos de uso cotidiano. En la segunda, una vitrola virtual no solo nos permite elegir y escuchar piezas representativas del acervo musical cubano, fruto de la fusión de diversas raíces, sino incluso armar la pieza musical desde la selección de los instrumentos musicales que la conforman. La última, se concentra en La Habana, su desarrollo urbanístico y sus principales edificaciones, cuyo referente ineludible fue Europa. Existe la posibilidad de competir al final del recorrido sobre todo lo aprendido en esta sala, lo que nos permite conocer mejor la capital cubana.
El Centro, además, proyecta una gestión sociocultural constante que intenta atraer a todo tipo de público, nacional o foráneo, interesar a todas las edades, y hacer que se reconozca como un espacio para conocer y compartir conocimientos sobre nuestros legados mutuos e intereses comunes.