KICHWA AÑANGU. Tenaces centinelas de la Madre Natura
Que Ecuador es una tierra bendecida no es secreto para nadie. El Parque Nacional Yasuní, con casi un millón de hectáreas, fue declarado Reserva de Biósfera por la Unesco y uno de los 200 sitios prioritarios para conservar a nivel global, según la Fundación para la Vida Salvaje del Mundo (WWF). Atesora insospechadas maravillas porque es una de las zonas con mayor biodiversidad del mundo: se dice que se han contabilizado más de medio millar de especies de aves, más de 170 de mamíferos, más de 60 de serpientes, más de 100 de anfibios y una gran variedad de peces de agua dulce. Posee asimismo elevado valor cultural, ya que su territorio alberga pueblos y nacionalidades como los kichwa de la Amazonía, los waorani (dentro de los cuales están los clanes de los pueblos no contactados tagaeri y taromenane) y grupos de la nacionalidad shuar, según la información que puede ser consultada en el sitio.
Los pueblos indígenas amazónicos han desarrollado estrategias adaptadas a las condiciones de los ecosistemas, utilizando de manera sostenible los recursos naturales, sin agotarlos. Un ejemplo de ello lo encontramos en la comunidad Kichwa Añangu, encargada de la conservación de 21 465,38 ha dentro del bosque húmedo tropical de la Amazonía ecuatoriana. Los kichwa de la Amazonía forman parte de las 13 nacionalidades y alrededor de 19 pueblos reconocidos en ese territorio.
Comprometida profundamente con el medioambiente, esta población decidió renunciar a su legítimo derecho de caza y pesca, con el fin de establecer una relación armónica y provechosa con su entorno. Por esas razones, el turismo constituye su forma primaria de sustento, lo cual es también una manera de preservar sus tradiciones y enseñar al resto de los ecuatorianos y visitantes de todo el mundo la riqueza de su cultura.
Estos empeños han sido ampliamente laureados y alabados nacional e internacionalmente, muestra de ello es el Premio Espíritu de Excelencia Turística, que otorga el Grupo Excelencias y que le fue entregado durante la más reciente edición de la Feria Internacional de Turismo
(Fitur) celebrada a inicios de año en Madrid.
ECOTURISMO SOSTENIBLE
Los empeños de rescate y preservación de los recursos de la Madre Natura son apreciables en las grandes obras que han impulsado los Añangu: el Napo Wildlife Center y el Napo Cultural Center.
El primero de ellos es un complejo ecológico construido con arquitectura tradicional kichwa (estructura cuadrada y piso de tierra, que se levantan sobre pilares de 1,5 m a 2 m de altura, techo tejido con hojas de palma de locata o palma real y paja), que ofrece una experiencia única para quienes buscan recorrer los rincones más asombrosos de la Amazonía ecuatoriana y conocer en profundidad la cultura de los Kichwa Añangu. Posee 20 cabañas privadas, 12 suites estándar y 8 suites de lujo en medio del bosque lluvioso de Yasuní; balcones con las vistas más increíbles de la jungla y la laguna de Añangu, y decoración con muebles autóctonos.
El Napo Wildlife Center es un sobresaliente ejemplo de ecoturismo. La comunidad ha invertido en un sistema ambiental único, probablemente el mejor y más avanzado de la Amazonía. Todas las aguas residuales se procesan para mantener limpios los pantanos. También la energía es generada por paneles solares, baterías industriales y generadores silenciosos.
Por su parte, el Napo Cultural Center, a diferencia del Wildlife, se encuentra ubicado justo en medio de la comunidad Kichwa. Ofrece alojamiento moderno, servicios de primera clase y contacto directo con la comunidad. Cuenta con 16 cómodas y espaciosas cabañas (eco-lodge) con modernas instalaciones.
Estos espacios han sido el lugar de trabajo de hombres y mujeres de la comunidad. Los hombres atienden las diversas áreas de servicio, administrativas y operativas, mientras que las féminas han encontrado estrategias de asociación que le permiten realizar otras tareas además de aquellas que son tradicionales. Es así que la comunidad dispone de un Comité de Artesanías de Mujeres, cuyo fin es fortalecer la actividad artesanal para comerciar sus productos a los turistas y formar parte de la evolución económica. Asimismo, desde 2010 las mujeres han conformado grupos para trabajar en el Kury Muyu, Centro de interpretación, espacio donde los visitantes pueden conocer de primera mano la cultura y tradiciones de los kichwas de la Amazonía.
Una vez allí, en esos parajes de belleza insuperable, los visitantes podrán hacer caminatas por los senderos forestales y observar animales como anacondas y otras especies de serpientes, arañas, armadillo gigante, aves como guacamayos, tucanes y pericos. Los que decidan optar por pasar un rato en la torre de observación se encontrarán con un espectáculo visual donde el verdor de la selva se impone en todo su esplendor.
Otras opciones disponibles son los muy solicitados paseos en canoa por las aguas de la Laguna Añangu y los arroyos del Río Napo, o la visita a los lamederos de loros, que son bancos naturales que contienen gran cantidad de minerales con los que se alimentan las aves y los diferentes animales. Este evento comienza temprano en la mañana cuando cientos de aves de colores vibrantes visitan los lechos.
TECNOLOGÍAS LIMPIAS
Actualmente esa ancestral colectividad desarrolla proyectos que, bajo el nombre de Tecnologías limpias, constituyen alternativas de avanzada, amigables con la naturaleza, imprescindibles en la gestión y manejo sostenible de recursos. Destaca el proyecto Biodigestor –contenedor hermético que permite la descomposición de la materia orgánica en condiciones anaeróbicas y facilita la extracción del gas resultante para su uso como energía–, el cual aprovecha los residuos orgánicos provenientes de la cocina del Napo Cultural Center, Napo Wildlife Center y comedor comunitario para la obtención de biogás, que será utilizado para abastecer las cocinas de esos mismos espacios.
Otro beneficio de este sistema es la obtención de abono orgánico (Biol), que es resultante de los desperdicios ya procesados por el biodigestor; este material se emplea en la fertilización de la chacra modelo educativa y en las chacras familiares, con la finalidad de mejorar la productividad y obtener productos sin fertilización con agroquímicos.
Ampliamente usados son también los paneles solares, que permiten capturar la energía solar y almacenarla mediante un sistema de baterías para, posteriormente, distribuirla a las distintas actividades realizadas dentro del Napo Cultural Center. Con ello se reduce el uso de generadores eléctricos que funcionan a base de combustible obtenido del petróleo (diésel).
Finalmente, dentro de la operación del nuevo Lodge en la comunidad se ejecuta un programa de manejo de desechos que permite la protección del medioambiente y cuidado del ornato comunitario. Este programa se denomina Centro de reciclaje y consta de un centro de acopio y clasificación de los desechos con el uso de contenedores separadores de materiales de desecho, como cartón, vidrio, etcétera. Con esto se busca dar un manejo apropiado a los desechos no biodegradables y así contribuir a la salud de la población.
EDUCAR PARA GARANTIZAR EL FUTURO
Según las informaciones que se publican en el sitio oficial de la comunidad Añangu en Internet, «el nivel de instrucción de la población era bajo: solo el 46% de la población había terminado la instrucción primaria, mientras que el 26% tenía instrucción media incompleta. Frente a esta realidad, la comunidad emprendió el proyecto de completar los años de educación y evitar la migración y la falta de oportunidades en el futuro. Es así como se logró legalizar el bachillerato, y en el año 2012 se graduó la primera promoción en bachillerato técnico sostenible».
Se trata de un perfil bien concebido que tiene como objetivo principal el trabajo en turismo comunitario sostenible. Aunque la educación es gratuita, la comunidad aporta para contratar a profesores y busca opciones para que estos desarrollen mejor su labor. También se apoya a los estudiantes con el transporte, hospedaje y alimentación, a cambio de que dediquen unas horas al trabajo comunitario, por ejemplo, en la chacra, donde producen yuca, plátano, papaya entre otras variedades de frutas, legumbres y hortalizas.
El centro educativo además ofrece estudio de especialidades como ecoturismo, lenguaje y agronomía, porque son las que más se ajustan a la realidad de la comunidad.
Una parte esencial de la enseñanza es el estudio del kichwa, pues para ellos es vital «saber, escribir y conocer la gramática de la lengua para revalorizar la cultura». Asimismo, se implementó un uniforme que tiene las mismas características que el traje típico.
Los Kichwa Añangu cambiaron de la agricultura y caza al ecoturismo. Una compleja decisión que en buena medida no solo tributó a la mejora de los pobladores, sino también a preservar la Madre Natura.
Ellos no pueden ser la sorpresa o la excepción, sino el ejemplo a seguir. Si bien es cierto que su labor le ha merecido múltiples y variados reconocimientos en certámenes como los World Travel Awards o por instancias de la talla de Tripadvisor o National Geographic, que han ayudado a posicionar sus establecimientos en el mapa del orbe, debe ser la modestia, compromiso, amor y responsabilidad de cada uno de sus pobladores el impulso y aliento necesarios para que proyectos similares florezcan en todas partes del mundo. Quizás ahí estén las claves de la salvación y de la esperanza.