- Romerías de Mayo memorias de la utopía
Un salón lleno en La Periquera era expresión de la precaución. La lluvia amenazante obligó a ponerse a buen recaudo. Todos querían saber qué tenía que contar Alexis Triana sobre las Romerías de Mayo, veinticinco años después.
Para comenzar, Triana decidió pararse, estar de pie era su mejor manera de narrar, de contar a todos los presentes que Memoria Nuestra ya cumplía veinticuatro años, que era uno de los tantos eventos que incluía la fiesta de fiestas que son las Romerías y que contienen en su espíritu la esencia de la creación colectiva.
La intervención del Presidente de Honor de esta festividad de honda raíz iberoamericana no solo es una apelación a la memoria: fue la condensación en palabras de ese gran esfuerzo que se materializa en El Hacha en la Cruz, un volumen que sistematiza la historia de las Romerías de Mayo. Con profunda emoción, hizo referencia a las personalidades que han estado presentes en esta cita durante veinticinco años como pilares de pensamiento, y que tanto han hecho por la salvaguarda de la tradición reflexiva cubana.
La singularidad de este hombre y su afán de búsqueda regaló a los presentes un momento emocionante: la proyección de un video del momento fundacional en 1994, recientemente rescatado por realizadores de Tele Cristal. Las imágenes rememoraron los tiempos del Templo de la Cubanía. Era una sensación extraña. Muchos, en su condición de fundadores, se reconocieron más delgados, algunos con cabellos… Fue como un déjà vu, las sonrisas invadieron el sitio, y en muchos de los presentes las miradas se tornaron brillosas, quizás porque se les reconoció fundadores de un proyecto que ya los trasciende.
«Ya son cuatro generaciones -afirma Triana- las que se han implicado en la defensa y preservación de las Romerías, como espacio para la defensa de lo nacional desde un sitio alternativo a La Habana, y romper con el mito de que lo que no sucede en la capital del país, no ocurre. Hoy tenemos veinticinco ediciones de algo que pensamos para todo el país desde Holguín y que ha abarcado a más de cincuenta países. Pienso que todavía estamos en crecimiento y ese es el gran reto para los jóvenes: seguir soñando».
Las Romerías son el devenir de una utopía. Nos acercaron al deseo de los jóvenes de una época que se decidieron a no dejar perder la cultura cubana. Y la apropiación de las Romerías como el acto de fundar, de renovar, fue su logro más grande. Y los símbolos han sido quizás lo más trascendente, porque muestran a la ciudad como un sitio que aúna en sí mismo modernidad y tradición, en convivencia armónica como resultado de un proceso de integración de esta ciudad al mundo.
Eventos múltiples, compromiso latinoamericano, integración y expansión: etapas que dan fe de la necesidad de ser internacionales y de hacer que las juventudes reconozcan en esta ciudad a la capital de su expresión artística en constante intercambio. El principal destinatario es el público; por eso cada año se traen las mejores propuestas para que en Holguín se disfrute del arte que se hace en Cuba desde cada ciudad.
Hoy, como el primer día, los organizadores se proponen seguir creciendo, gestar proyectos para que la ciudad, y en especial las Romerías, sean consideradas una plataforma para la promoción del arte joven. La Asociación Hermanos Saíz ha tenido un rol determinante en la siempre compleja tarea de conocer y proyectar lo más genuino del arte cubano, siempre con un sello joven.
La ocasión fue propicia para la entrega a Alexis Triana del primer premio al Maestro Memoria Nuestra por su contribución al desarrollo de las Romerías desde que estas fueran fundadas.
(Tomado del sitio web Asociación Hermanos Saíz).
Mejor que ser príncipe
(Discurso inaugural de las Romerías de Mayo como Festival Mundial de Juventudes Artísticas y Promotores Culturales).
El mejor discurso del hombre no son las palabras. La palabra es pomposa y hueca, como advertía Martí, si no va acompañada de actos. El mejor discurso del hombre es la acción.
De poco le vale al artista o al hombre de cultura estar haciendo el discurso del mundo y hacerlo desde una torre de marfil. Es verdad que el marfil es caro y es señal de poderío, pero el marfil casi siempre es sinónimo de contrabando. Y por comprar y vender los hombres matan desde siempre, incluso a los propios elefantes.
Y pobre del niño que no pueda ver en persona a un elefante, ni siquiera a los que están presos en los zoológicos. Y pronto quedarnos sin elefantes será como saber que se jodió la capa de ozono y nos freímos mejor que en la playa por los rayos ultravioletas.
Hay solo un antídoto contra la tristeza en nuestra torre, hay una cura de caballo contra el hábito del artista, del hombre de cultura, de estar construyendo a solas el discurso del mundo. Hay que hacer, hacer el bien, hacer el bien para bien, que no es redundancia y no es patrimonio del evangelio esa divisa. Que hay hombres que son un evangelio vivo, y Martí tiene su biblia cuando dice que «mejor que ser príncipe, es ser útil».
Por eso estamos aquí, aunque no lo parezca por este discurso. Porque mejor que decir es hacer, y hacer el bien para el bien de nuestra cultura, de la memoria histórica de nuestros pueblos. La utilidad de lo que hacemos solo es comparable a la utilidad de nuestros sueños. No se puede medir ni siquiera el alcance, el volumen, la presión atmosférica de un sueño. Nadie puede explicarse cómo nace, crece, muere y renace un sueño. Las computadoras nunca podrán sustituirnos por la razón elemental de que no saben soñar.
Amigos que desde varios puntos del mundo han respondido a nuestra invitación, jóvenes creadores y artistas de Cuba: devolver a esta ciudad parte de su memoria es también otra forma de hacer el bien. Es tan útil y necesario a quien la habita, como vivir preñado de la acción y el sueño. Sacar a ese cerro [Loma de la Cruz] de su letargo es parte de nuestros sueños.
Asaltar los últimos edificios de nuestra modernidad, pintarlos como recuerdo, grabar en la memoria de todos que, como la cruz, blandimos el hacha, el hacha de Holguín, ese es nuestro sueño. Y hacerlo cada año aquí con los fundadores de las Romerías, con cuatro generaciones que han formado parte de esta fiesta. Hacerlo con ustedes, amigos, oírlos hablar de cómo son sus cerros, sus sueños, su hacha, su cruz.
Pueden decir que soy un soñador, no importa, ni siquiera importa los que no entienden por qué seguimos subiendo a este balcón. Nos entiende el pueblo, en el balcón donde Fidel se dirigió a los holguineros, otra vez haciendo las utopías. Podrán decir que somos soñadores, pero no somos los únicos. ¿Verdad, John Lennon?
Alexis Triana