- Un proyecto sin fronteras para la canción
Las peñas en el sur, sobre todo en Argentina, Chile, Bolivia y Perú, eran espacios tradicionales donde la gente se reunía a cantar, bailar, beber y comer en torno a la música folclórica y las costumbres locales. En ellas se desahogaba la pasión de los oprimidos. En Chile, los hijos de Violeta Parra, Isabel y Ángel Parra, retomaron el legado de su madre y llevaron por muchos años una de las más míticas que han existido: La Peña de los Parra. Allí, la música tradicional chilena y la canción protesta tuvieron su gran esplendor. Actualmente, todavía existen peñas folclóricas, sobre todo en las zonas rurales de estos países.
En Cuba, sin embargo, la peña no está supeditada a un género específico de música, y es así que existen muchos espacios donde habitualmente se reúnen los artistas de la ciudad. A lo largo de la Isla podemos ver peñas de trova, rock, jazz y muchas más. Uno de los espacios más reconocidos es El Mejunje de Silverio, en Santa Clara, donde todos los jueves, desde hace más de veinte años, se lleva a cabo la peña de los trovadores del colectivo La Trovuntivitis. Las instituciones culturales cubanas han propiciado y potenciado estos sitios por todo el país, y es así que las peñas son incontables.
Con este referente, mientras estaba viviendo en Medellín, decidimos reunirnos varios cantautores para crear La Ronda. Sentíamos que era necesario el encuentro para ayudarnos a potenciar nuestro trabajo de manera colaborativa y colectiva, pero además para el encuentro en sí mismo, al estilo de aquellas trasnochadas peñas.
En la actualidad, estas rondas de cantores consisten en encuentros donde los creadores conversan a través de sus canciones, con una especie de pie forzado, lo que condiciona que no haya un guion en el repertorio y que la improvisación y lo lúdico estén siempre presentes. La semilla de La Ronda ha sido sembrada en Colombia, luego en Bolivia, Chile y Argentina, así que esperamos que siga creciendo y llegando a más sitios.
Gracias a La Ronda y a estos encuentros, además del registro audiovisual que estamos haciendo, y a las colaboraciones con otros colectivos afines en diversas partes del mundo, hemos podido conectar con cientos de propuestas musicales, de estilos y formas de hacer canciones. Es importante mantener y generar estos espacios para visibilizar el trabajo de muchos artistas, y para reafirmar que aunar fuerzas y trabajar colectivamente genera instancias que rompen con la dinámica solitaria de estos tiempos.
Gracias a la vida, que nos va dando tanto, finalmente La Ronda pudo conectar y generar instancias con colectivos como La Trovuntivitis y otras peñas de Cuba, de quienes nos inspiramos al comenzar todo esto. Nuestra alegría es inmensa. Las ganas de seguir haciendo música para compartir y disfrutar siguen a buen ritmo.
En definitiva una peña, como se entiende en España, es también un buen grupo de amigos.