Mateluna, de Chile, recreación sui generis de un caso real de manipulación de la justicia.
El divino Narciso, de Sor Juana Inés de la Cruz, por Teatro de la Rendija, de Yucatán.

Concluida la décima edición de Mayo Teatral, temporada de teatro latinoamericano que celebra cada bienio la Casa de las Américas, quedan en la memoria imborrables imágenes de lo que fue, sin dudas, otra fiesta de la escena nuestramericana. La rica variedad de montajes llegados desde siete países de la región —Argentina-España, Bolivia, Brasil, Chile, Martinica, México y Puerto Rico— y los de grupos cubanos sumaron quince espectáculos que examinaron la realidad y crearon mundos ficcionales capaces de satisfacer amplias expectativas.
La dedicatoria a Puerto Rico nos trajo una experiencia singular de cruce transdisciplinario. Hij@s de la Bernarda, bajo la conducción de la maestra Rosa Luisa Márquez y con coreografía de Jeanne D’Arc Casas y el conjunto de bailarines actores, combinó baile flamenco y danza experimental, presentación y representación, lo universal y lo local por medio del homenaje a Lorca y a la boricua Gilda Navarra, para celebrar la vida y denunciar el autoritarismo a que somete a la isla vecina su estatus colonial. El Premio El Gallo de La Habana 2018, reconocimiento de la Casa de las Américas a artistas, agrupaciones o hechos escénicos meritorios de la escena regional, entregado a Rosa Luisa Márquez por su trayectoria sobresaliente como directora de escena y en favor de los lazos con Latinoamérica, fue la despedida festiva para una presencia de lujo.
Obras ligadas al teatro documento y a la autorreferencialidad, junto con la presencia femenina, signaron de modo significativo la cartelera de espectáculos. La primera vertiente es expresiva de una fuerte tendencia de la escena latinoamericana actual, empeñada en validar preocupaciones del individuo en su contexto y en indagar en la verdad frente a las construcciones mediáticas desde una aguzada perspectiva política. De estas propuestas, junto a los cubanos Diez millones, de Argos Teatro, y Jacuzzi, de Trébol Teatro, destacó Mateluna, de Chile, recreación sui generis de un caso real de manipulación de la justicia contra el exguerrillero Jorge Mateluna, quien cumple dieciséis años de condena injusta. La puesta, a cargo de un equipo de jóvenes actores, es un vibrante testimonio que se erige en acción para la liberación del protagonista y, con dramaturgia y dirección del reconocido Guillermo Calderón, se suma a otras acciones políticas que transcurren ahora mismo en la sociedad chilena desde el activismo social.
Sobre mujeres o creadas por ellas, más de la mitad de las puestas en escena ofrecieron un amplio panorama de poéticas y estilos. A la ya mencionada recreación lorquiana se suma El divino Narciso, exquisita representación del texto de Sor Juana Inés de la Cruz, respetado hasta el más mínimo detalle y con brillante ejecución del discurso en verso por seis jóvenes actrices del Teatro de la Rendija, de Yucatán, conducidas por la maestra Raquel Araujo, en un hermoso contexto plástico de Oscar Urrutia.
En clave performativa, la artista multidisciplinaria Annabel Guérédrat sintetizó en Histeria textos suyos, de Marguerite Duras y Gilles Deleuze para una discusión conceptual acerca de la mujer por medio de la experimentación vocal y física, acompañada por la música en vivo de cuerdas y percusión. Se unen a las cubanas Caballas, de Fátima Patterson junto al Estudio Teatral Macubá, que explora la sensualidad femenina contenida en la obra pictórica de Alberto Lescay, y La cita, escrita por la joven Andrea Doimeadiós y actuada por ella con Venecia Feria, chispeante juego con el sentido de las palabras y las referencias culturales en el contexto actual de la Isla. Y a las bolivianas de LATEscena, que con Animales domésticos examinan y condenan el efecto de la violencia contra la mujer.
También las mujeres fueron mayoría en la escena y construyeron impactantes imágenes en plena calle con ¿Dónde? Acción no. 2, la intervención con que la Tribu de Atuadores Óis Nóis Aquí Traveiz, de Porto Alegre, denuncia crímenes aún impunes cometidos por la dictadura brasileña. La poesía y la belleza exaltan el dolor de las ausencias y son un reclamo social y político activo, desde el lenguaje del arte, en las circunstancias actuales de Brasil.
Para mayor disfrute de la diversidad, el reconocido actor argentino residente en España Hernán Gené —antiguo miembro de El Clú del Claun— nos hizo acompañar los momentos finales y el recuento de la vida de un actor y sus diálogos con Shakespeare, a través de un fino humor y un depurado desempeño psicofísico con su creación Mutis.
El matancero Teatro de las Estaciones —único con dos espectáculos— combinó su afamada vertiente titiritera con Retablillo de Don Cristóbal y la señá Rosita, traducción de Lorca sobre la tradición vernácula, y Cuatro, teatro coreográfico —en mano a mano de Rubén Darío Salazar y Yadiel Durán— en el cual cuatro jóvenes actores-bailarines examinan la impronta de cuatro grandes figuras de la cultura nacional. Teatro de la Luna y Raúl Martín vuelve a la dramaturgia de Alberto Pedro, con el montaje de El banquete infinito, pletórico de olores y sabores culinarios para sazonar una farsa delirante que cuestiona el poder y la autoridad mal ejercidos. Y la segunda escala de la saga CCCP, Cuban Coffee by Portazo’s Cooperative, creada por Pedro Franco y el Teatro El Portazo, esta vez se apellida La República Light. En pleno work in progress, toma pasajes de ese periodo de la historia nacional para examinar la noción de héroe y su inserción en el contexto actual. La mezcla explosiva del cabaret político con música, travestismo y choteo cubano es detonante para el goce colectivo que trasciende la escena no convencional.
La presencia de la Isla reveló en este Mayo Teatral 2018 una nueva faz, descentralizada, pues la mayoría de los espectáculos cubanos llegaron desde fuera de la capital. Destacó también una fuerte impronta juvenil, que asegura un buen futuro para nuestras tablas. La Temporada tuvo sedes, además de en La Habana, en Pinar del Río, Matanzas, Santa Clara y Cienfuegos, adonde llevó algunas experiencias pedagógicas.
El lema «Procesos y resultados» se concretó en fructíferas sesiones de desmontajes, que revelaron la manera de trabajar de cada colectivo, en franco diálogo con los otros. Cinco talleres abordaron la escena de la calle, el juego como disciplina teatral y la técnica vocal para decir el verso. Se inauguraron dos exposiciones: una retrospectiva de fotos de Mayo Teatral en su historia a lo largo de diez ediciones, y otra con páginas e imágenes salvadas del dramaturgo, promotor e investigador del teatro latinoamericano Manuel Galich, y se presentaron cuatro nuevas publicaciones, entre ellas el número 187 de la revista Conjunto, con veintiuna opiniones sobre el mejor teatro visto en la región durante 2017. Esas y otras instancias informales de cada día, como la celebración de los cumpleaños 40 y 30 de Ói Nóis Aquí Traveiz y el Teatro de la Rendija, fueron expresión del propósito de la Casa de las Américas de promover la escena latinoamericana y caribeña, y propiciar el diálogo entre sus hacedores y con el público cubano.
Una vez más, con Mayo Teatral, se hizo la fiesta. ¡Hasta el 2020!