Este año la curaduría estará a cargo de ocho artistas.

Así de gigante como la tierra brasileña se proyecta para septiembre la Bienal de São Paulo. Reconocida como uno de los espacios para el arte contemporáneo más importantes del país y del continente, el gran valor de esta edición 33 es el enfoque hacia el arte latino, además de que por primera vez en su historia el poder curatorial no estará únicamente en manos del comisario español Gabriel Pérez-Barreiro, sino de siete artistas más, en un intento de hacer confluir diversas experiencias curatoriales en un mismo espacio artístico.
La iniciativa partió justamente de Pérez-Barreiro, quien en su condición de comisario principal ha querido romper ese esquema tradicional todopoderoso, para evitar las prácticas que en el mundo del arte limitan la creación cuando las temáticas y las piezas expuestas responden a un planteamiento estratégico y a los clásicos modos de hacer de las bienales internacionales.
En este sentido, la única temática a la que deben responder los siete curadores en sus espacios es «Afinidades afectivas», un juego de palabras que fusiona el núcleo de las obras literarias Afinidades electivas, de Goethe, y De la naturaleza afectiva de la forma en la obra de arte, tesis doctoral del crítico brasileño Mário Pedrosa.
Esta simbiosis responde al planteamiento de unir expresiones culturales y afinidades artísticas entre todos los involucrados, para lograr con ello el tan deseado ambiente de libertad creativa, donde la comunicación fluye a través del arte y pasa de creador en creador, y por último de la obra hacia el espectador.
Los siete artistas invitados son Alejandro Cesarco (Uruguay), Antonio Ballester Moreno (España), Claudia Fontes (Argentina), Mamma Andersson (Suecia), Wura-Natasha Ogunji (Estados Unidos), Sofia Borges y Waltercio Caldas (Brasil). Cada uno expondrá también bajo los requerimientos de la temática elegida en su proceso curatorial.
A través de este «sistema operativo alternativo», la bienal paulista ofrecerá al público y a la comunidad del arte contemporáneo miradas sobre la repetición, la narrativa y la traducción; la abstracción y su vínculo con la naturaleza y la espiritualidad; las relaciones entre arte y narrativa; la figuración en la tradición de la pintura; la identidad y la diáspora africana; la tragedia y la forma ambigua; así como reflexiones de contenido histórico sobre la forma y la abstracción.
Otra novedad en esta edición 33 es el tributo póstumo al guatemalteco Aníbal López (1964-2014), el paraguayo Feliciano Centurión (1962-1996) y la brasileña Lúcia Nogueira (Londres, 1950), mediante la exposición de más de treinta de sus mejores obras. Estos tres artistas latinos, a pesar de no ser consagrados, simbolizan en cierta forma la creación libre, pues desarrollaron su quehacer junto a la generación latinoamericana de los años noventa, donde la ausencia de censura -provocada por el derrocamiento de los regímenes totalitarios- les permitió crear piezas con más expresión subjetiva.
Quizás la participación más directa de Gabriel Pérez-Barreiro ha sido el encargo de distintos proyectos a ocho artistas: Alejandro Corujeira (Argentina) y los brasileños Luiza Crosman, Nelson Felix, Tamar Guimarães, Maria Laet, Denise Milan, Vânia Mignone, Bruno Moreschi y el reconocido Siron Franco. Este último, catalogado por Pérez-Barreiro como una especie de «Gernika brasileño», presentará la icónica serie de pinturas Calle 57, sobre la tragedia ocurrida en 1987 en el barrio popular de Goiânia tras un accidente radiactivo.
Estas son, a grosso modo, las principales propuestas que «Afinidades afectivas» corporiza en una de las bienales de mayor prestigio en América Latina, la cual, próxima a desarrollarse del 7 de septiembre al 9 de diciembre en el histórico Pavilhão Ciccillo Matarazzo, será recordada como un espacio para hacer desde lo diverso un cosmos creativo y democrático, donde el arte no es el pretexto, sino sencillamente el propósito.