NI SIQUIERA LA MODERNIDAD HA CONSEGUIDO QUE AQUELLOS QUE LOCOS DE AMOR HAN CONVENIDO CONTRAER MATRIMONIO, SE ATREVAN A IMAGINAR EL FUTURO SIN VERSE JUNTOS. POR ESO ESCOGEN CON ESMERO EL LUGAR DONDE SE CASARÁN, QUE PARA ELLOS SE CONVERTIRÁ EN UN SITIO SAGRADO

Vivir juntos para siempre. Ni siquiera la modernidad ha conseguido que aquellos que locos de amor han convenido contraer matrimonio, se atrevan a imaginar el futuro sin verse uno al lado del otro. Incluso quienes por tiempo han estado esquivando las flechas de Eros, llegado el momento no dudan ni un segundo en que el lazo que contraerán durará hasta la eternidad.
Por eso escogen con esmero la fecha en que se van a casar: ¿en el mes del amor? ¿El día en que se conocieron? ¿Que coincida con el cumpleaños de ella o de él? Es que tiene que ser una jornada que se grabe en sus mentes con fuerza, que recuerden para toda la vida. Y seleccionar el lugar, ni qué decir. Para muchos ese que en lo adelante marcarán como un sitio sagrado, resulta esencial en una boda, tanto como, según algunas tradiciones, vestirse de blanco para las muchachas, o como para los chicos asegurar no solo que las alianzas estén, sino además evitar que «dancen» en los dedos.
Por supuesto que están quienes prefieren seguir los mandatos de las costumbres, religiones y de las culturas, a la hora de determinar el tipo de ceremonia que se realizará. Cuando es el credo el que decide (ya sean cristianos, judíos, protestantes, hindúes, etc.), entonces está claro que se debe seguir un protocolo y directrices que responden a la doctrina de los novios. Y si bien estos enlaces pueden ser celebrados en cualquier lugar, no se toman en consideración las innovaciones que puedan irrespetar las bases de cada religión.
Los matrimonios civiles, oficiados por un juez, tienen en ese sentido mayor libertad en cuanto a la forma de materializar el casamiento, desde el momento en que la boda se puede personalizar al gusto de los enamorados. Y ya habrá quien me dirá que también aquí existe un handicap: esta debe efectuarse invariablemente para poder proteger los documentos del registro. La verdad es que no dejan de tener razón, pero aquellos que piensan en fiesta, no en rigidez, y quieren protagonizar una experiencia sin igual, pues firman antes los papeles necesarios, y queda resuelto el «problema».
Estos novios que conforman el grupo de los que buscan romper esquemas y hacerse de un recuerdo perdurable, crece en cantidad por días. Cada vez son más los que se diseñan su boda en los paisajes más insospechados, y aunque no puedan convidar a muchos invitados, no encuentran demasiada dificultad en seleccionar un balón de oxígeno antes que un ramo de flores, porque quieren que las fotos que vayan al álbum y/o que suban a Facebook o Instagram, luzcan un exótico escenario marino.
Sí, así mismo como lo está leyendo: con frecuencia la pareja determina que el «sí» se diga más con la mirada y que el beso espere un poquito con tal de convertirse en cónyuges ante las instantáneas tomadas bajo el mar, que quedarán como testigos.
Quienes han vivido esta gran aventura lo mismo en las aguas de Mallorca o la Isla Mauricio, que en Cozumel, insisten en que existen ciertas ventajas, como que no hay que estar pensando en el tradicional arroz o en buscar pétalos de flores, confeti de colores o incluso pompas de jabón; tampoco hay que preocuparse por si el ramo se deberá lanzar a más o menos alturas, porque existen otros elementos más importantes como las pizarras donde el notario, juez o cura, deberá plasmar las obligadas preguntas. Y lo otro que resulta vital es saber llevar los tanques para buceo, aunque necesariamente no tengas que demostrar que eres un buzo certificado.
Luego solo quedará quererse mucho en la tierra, apoyarse el uno al otro para que en otras de las celebraciones del matrimonio vuelva a haber agua de por medio. Tal vez no falten instantes en que el amor los pondrá a prueba, pero deben saber que se necesitarán 23 años de casados si quieren festejar el aniversario correspondiente a las Bodas de Agua, nombradas de ese modo porque significa que no ha escaseado la transparencia y mucho menos la felicidad. Lo principal, llegado ese momento, es que se han mantenido puras las emociones.