Centroamérica ¡siete en una!
LA REGIÓN REÚNE LAS ATRACCIONES QUE COMPLACERÍAN A LOS MÁS EXIGENTES TURISTAS EN BUSCA DE UNA APASIONANTE EXPERIENCIA QUE MEZCLA HISTORIA Y CULTURA CON EXÓTICOS PAISAJES, HASTA CONVERTIRLA EN UNA SOÑADA AVENTURA
Como a los conquistadores de antaño, Centroamérica sigue ofreciendo a aquellos que se animen a recorrerla, una aventura inigualable. Como las maravillas universales, siete son las naciones que comprenden esta área geográfica con virtudes suficientes para complacer a quienes se propongan redescubrir su exuberante belleza y de hacer suya, de paso, una propuesta que mezcla la historia, la cultura y la naturaleza, con la calidez de su gente.
Pocos lugares del planeta pueden presumir de acoger, en el territorio que ocupan, a más de 500 áreas protegidas y a 16 sitios declarados como Patrimonio Mundial de la Humanidad; también a una extraordinaria diversidad cultural, en la que conviven hasta nuestros días las características heredadas de la milenaria cultura maya, con las precolombinas y afrocaribeñas nacidas al fragor de la llegada de los europeos a este lado del mundo.
Ya sea uno a uno, o como multidestino, la visita a los países que ocupan esta porción de tierra significa un obsequio divino: viajar en el tiempo y conocer de primera mano todo lo relacionado con el acervo de aquellos pobladores originarios.
Hablar de los Mayas es hablar de misterio, de inquietudes, de sabiduría. Y para acercarse a esos enigmas que nos han cautivado durante tanto tiempo sería imprescindible enrolarse en un recorrido que pudiera comenzar por Guatemala, donde las ruinas arqueológicas de Tikal –con sus más de 3 000 edificaciones– nos abrirán las puertas de uno de los sitios icónicos de esta ancestral civilización que dejó una notable huella en el desarrollo de la humanidad.
Para una visión más completa de esta apasionante cultura sería importante adentrarse a lugares como Xaxhá, El Ceibal –reconocido como un importante centro ceremonial y bautizado como la «galería del arte maya»– o El Mirador, reservorio de más de 4 000 pirámides, la gran mayoría de estas en proceso de exploración para hallar los tesoros desconocidos de aquella civilización.
El paso por Belice y Honduras para visitar Lamanai o las famosas ruinas mayas de Copán sería el mejor colofón de una ruta que va de la mano con la historia. Porque si en la primera el visitante puede apreciar la huella que dejaron los misioneros cristianos llegados a partir del siglo XVI, en la otra emergerá la oportunidad de conocer in situ muchas de los avances que en el campo de la ciencia –en la astronomía sobre todo– han asombrado a la comunidad científica desde su descubrimiento.
Sin embargo, no son los misterios de la cultura maya el único atractivo histórico de la región, que heredó de los conquistadores otras referencias, como los asentamientos coloniales que luego se convirtieron en hermosas ciudades. O como la mezcla con poblaciones precolombinas, o los garífunas y sus ricas tradiciones importadas desde el continente africano y las islas del Caribe, cuya trascendencia se extiende hasta nuestros días.
Llegar entonces hasta una ciudad colonial como Santa Ana, uno de los centros históricos mejor conservados en El Salvador, se antoja tan imprescindible como el recorrido por la «ruta de las flores» (Nahuizalco, Salcoatitlán, Juayúa y Ataco) que enmarca a localidades que fueron habitadas por los colonos y donde se conservan calles con el colorido característico de los antiguos núcleos indígenas.
Una parada casi obligada estaría marcada en la ciudad de Suchitoto, aunque rumbo a ella el visitante pudiera detenerse en el sitio arqueológico Joyas del Cerén, o la Pompeya centroamericana como también le llaman, pues fue una aldea sepultada por ceniza volcánica tras la erupción del volcán Laguna Caldera en el año 600 d.C., donde el estado de conservación permite apreciar muy bien cómo era un pueblo mesoamericano hace 1400 años.
Cruzar hasta Nicaragua a través del Golfo de Fonseca (la unión natural entre ambos países) pudiera ser una opción lo suficientemente tentadora, sobre todo para los lectores «empedernidos», quienes podrán acercarse a la Catedral de León, donde descansan los restos de Rubén Darío, así como a la casa museo donde vivió el reconocido poeta.
La preciosa Catedral de León se construyó hace 250 años y es considerada como una joya en su contexto eclesial, histórico, social, antropológico, político, cultural y artístico. Además, en la ciudad existen muchas iglesias construidas en la época colonial, cada una con un sello distintivo.
Naturaleza, sol… playa
Cada uno de estos atractivos es suficiente para despertar los instintos aventureros, todavía más si llegan con los deseos de fijar para siempre en la mente los incomparables paisajes naturales y paradisiacas playas.
Quienes aman la naturaleza tendrían a su disposición la notable variedad de parques y reservas enclavados en la región, muchos de ellos reconocidos por la UNESCO. Pero de seguro, los que prefieren las actividades subacuáticas elegirán como destino la Reserva del Arrecife, en Belice, tomada como el segundo sistema de arrecifes de coral más grande del mundo –con más de 300 km– y sitio de culto para los practicantes del buceo, sobre todo por el Gran Hoyo Azul, conciderado una maravilla geológica.
No existe un país en la región que no pueda presumir de verdaderas postales como paisajes y de contar hasta con recorridos que enlazan a varios de los parques nacionales, donde los turistas se ponen en contacto directo no solo con la naturaleza, sino que también se dejan atrapar por varias actividades como el senderismo y el kanopy, entre muchas otras.
Trayectos que pudieran comenzar en Costa Rica (Parque Nacional el Tortuguero o el del Corcovado), pasando por Nicaragua (archipiélago de Solentiname o la gran Reserva Biológica de Indio-Maíz) hasta llegar a El Salvador, donde un paseo por el Parque Nacional de los Volcanes, enclavado en la Reserva de la Biosfera Apaneca-Ilamatepec –Patrimonio Mundial por la UNESCO–, genera sensaciones espectaculares.
A ellos se unen la imagen del lago Atitlán en Guatemala, custodiado por tres volcanes (volcán de Santiago, volcán San Lucas Tolimán y volcán de San Pedro), o las impresionantes vistas que emanan desde el Parque Nacional del Darién, en Panamá, en donde la diversidad de la flora y fauna harán sentir al visitante la certeza de ser parte de una verdadera expedición a un sitio inexplorado por el hombre.
Pero si lo que se prefiere es disfrutar el sol y la arena, así como de los deportes náuticos, la tierra tica brinda opciones para experimentar momentos inolvidables. Para los practicantes del surf sería casi una herejía no buscar olas en las playas de Santa Teresa o Tamarindo, como también olvidarse de las hondureñas Islas de la Bahía (Roatán, Utila y Guanaja) que permite descansar bajo los cocoteros, bañarse en agua translúcida con más de 100 km de barrera coralina y 4 000 especies de peces, hacer el curso de buceo, nadar con delfines, navegar en barco o en kayak y, por supuesto, escuchar la música de la población local en la calle y los bares.
Como pocas, la región de Centroamérica puede satisfacer tan amplio horizonte de necesidades cuando de gustos se trata. Apenas son algunas de las tantas bondades que brinda un entorno que multiplica sus potencialidades turísticas, muchas de estas en espera de ser descubiertas. De eso también se trata la aventura de recorrer su geografía, esa que, sea cual fuese la elección, hace sentir al visitante como un verdadero conquistador.