Con el recuerdo aún fresco de lo que fueron las vacaciones de Semana Santa, no podemos evitar curiosear a escondidas de nuestra conciencia ( que junto con nuestra visa aun no se ha recuperado), los catálogos de verano, mientras cada mañana en el metro, tren o autobús luchamos por encontrar un cm 2 de espacio.

Que extraño resulta pensar que de una forma paralela, mientras en nuestro pequeño mundo de cada día, los hechos se suceden de forma cadenciosa y sin tregua, todo el resto del mundo sigue existiendo, las playas del caribe, las bellezas naturales de Latinoamérica…están en el mismo sitio y la calma que experimentamos al llegar, también esta un miércoles de mayo en hora punta.

A veces la dimensión de las cosas es difícil de entender y nos parece que como en una película, solo existen los escenarios que vemos a nuestro paso.

Para esto sirven también las revistas de viajes, sirven de prueba de que lo que no vemos existe o al menos se dejó fotografiar un instante para disfrutarlo por tiempo indefinido.

Para mi los catálogos y revistas de viajes siempre tuvieron una fascinación especial, he disfrutado mucho recogiendo una torre con los destinos más dispares y sentada y rodeada he vivido las mas increíbles aventuras.

Como Alicia cruzó el espejo, me permito darles un pequeño consejo o idea: salten ahora desde aquí a la pagina siguiente y no salgan hasta el final de trayecto.