Hace 12 años que este callejón se convirtio en el centro de un espacio para la cultura afro-cubana
El callejón es un lugar donde hay poemas, pensamientos y citas escritas.

Existen sitios pequeños en el mundo que poseen un encanto muy particular, ese es el caso de El Callejón de Hammel, considerado por los estudiosos de las religiones africanas como una puerta energética abierta de par en par a viajeros de todas las latitudes.

Se trata de un espacio reducido, de vecindad, donde desde hace 12 años se realiza un trabajo de rescate y expansión cultural encabezado por el artista plástico Salvador González.

El Callejón de un traficante

Estamos hablando de una zona habanera de muy mala reputación hace algunos años, que tomó el nombre del franco-alemán Fernando Hammel, quien en tiempos de la guerra de secesión en Estados Unidos se dedicaba a traficar armas, con recaladas en las costas cubanas.

A principios del siglo XX, Hammel se estableció en La Habana, precisamente en ese callejón del barrio de Cayo Hueso, en el municipio de Centro Habana, que lleva hoy su apellido.

Esa zona de gente humilde se transformó cuando Salvador, como todos le conocen, decidió rescatarla y elevarla a la categoría de reinado de la cultura popular, 12 años atrás.

El proyecto

Tal y como lo cuenta el joven Elías Assef Alfonso, historiador del Callejón, un amigo le encargó al artista que le pintara un mural afrocubano en su casa, igual que uno de su autoría que se encuentra hoy en el museo Casa de África de La Habana Vieja. El pintor desarrolló la idea y creó su mural en el frontón de ese hogar. A partir del 21 de abril de 1990, y en coordinación con los vecinos, pintó un gran mural religioso y cultural que fue extendiéndose por toda la calle hasta abarcar unos 100 metros que ahora visten sus mejores galas.

Alfonso considera que “El Callejón es una puerta energética, una energía que estaba oculta y Salvador la ha dado a conocer a través de las pinturas”.

Salvador tiene su propia historia: pinta desde los 12 años; ahora posee más de 50 obras, siempre relacionadas con las religiones de origen africano, provenientes de Nigeria o el Congo y asentadas en Cuba mediante la migración forzada de esclavos negros.

Sus obras pueden encontrarse, además de en Cuba, en Noruega, Suecia, Dinamarca, Estados Unidos y Venezuela. Aunque Salvador tiene dos murales en Filadelfia, uno en Nueva York y otro en Noruega, el del Callejón de Hammel es el más significativo, el de mayor impacto, y hasta allí acuden viajeros de todo el mundo para disfrutarlo.