El calipso es expresión músico-danzaria común a varios países del Caribe, especialmente a las islas anglófonas. Se canta en inglés criollo, casi siempre improvisando. Su compás cadencioso, la impronta satírica y la libertad expresiva, han acentuado su popularidad, y su forma y ritmos han sido utilizados por músicos del jazz estadounidense entre los que se destaca Sonny Rollins.

Con elementos amalgamados de origen europeo en lo melódico y raíz africana en lo rítmico; la alternancia en el canto entre solistas y coro, y la improvisación como característica esencial, el calipso navegó las aguas caribeñas para instalarse en otros territorios de la región. Sus melodías acusan un carácter jovial, ligero, que contrasta con el acento de hondo pesar que trasuntan otros filones de la música afroamericana.

Se extendió desde la isla de Trinidad, su lugar de origen, por todo el Caribe y en cada país adquirió características propias. Este ritmo anglófono llegó a Colombia, Panamá, Venezuela, Santo Domingo y a Costa Rica; con el tiempo, se unieron a sus tambores originarios, instrumentos venezolanos como la guitarra pequeña ( cuatro), el rayo y las maracas, entre otros que le han dado características muy peculiares.

Los intérpretes Los primeros que lograron trascender como transmisores del calipso fueron los legendarios Norman Le Blanc y Forbes. Después de 1930, sobresalen los nombres de Atila el Huno, el León Rugiente y sobre todo Mighty Sparrow, cuyo verdadero nombre es Francisco Slinger. En Santa Lucía resaltan figuras como Lucian Parrot; Granada muestra vocalistas del calibre de Cecil Belfon y en Barbados brillan intérpretes tan importantes como Llewellyn Drayton y Desmond Weekes. Entre los grupos que cultivan esta música tradicional destacan Turi-Costa, Combo Alegre, Buda y su Charanga, Dimensión Musical, El Charro y el grupo de P. Coleman. A partir de la década del 40, esta música antillana obtuvo mucha difusión en América y Europa. Harry Belafonte, con grabaciones de calipsos muy elaborados, hizo viajar sus ricas melodías por medio del disco, la radio, la televisión y el cine.

Un ritmo vivo que hace vivir El calipso mantiene su vigencia y sigue cantando los temas cotidianos con irreverencia y humor satírico; continúa siendo también vehículo de protesta social. Hoy, diversos autores e intérpretes pueblan el éter caribeño de melodías y letras que reflejan, con su ritmo cadencioso, esencias del hombre de estas tierras.