No deja nunca de asombrarme la capacidad de recuperación, olvido y adaptación que tiene el ser humano, que tenemos todos en definitiva.

Imagino que esto es resultado de la evolución a la que hemos ido asistiendo a lo largo de nuestra vida y la de nuestros mayores, lo que ha hecho que, al ser el movimiento tan progresivo, hayamos ido asimilando lo inimaginable.

Es quizás por eso que nos encontramos cada día con situaciones extremas, cuanto menos preocupantes, y somos perfectamente capaces de vivir entre ellas, de modo que llega un momento en el que forman parte de nuestra cotidianidad.

No es un secreto que el mundo del turismo pasa por uno de sus momentos más delicados, en el que todos los países tienen la certeza del existente miedo a viajar; esto se traduce en menos reservas, y las que se producen son muy tardías, lo que hace imposible hacer una previsión ni siquiera a corto plazo.

La incertidumbre es quizás la palabra que más se aviene al momento, porque los destinos no saben muy bien si la solución es hacer más promoción, o detenerla y guardar los presupuestos para cuando todo se calme o realmente se sepa qué hacer.

Difícil dilema, aunque nosotros hemos elegido seguir adelante haciendo casi lo único que podemos hacer: apoyar que los viajes sigan formando parte de nosotros , que sean más que nunca una válvula de escape, de búsqueda de paraísos cada vez más perdidos, y que sean un voto de confianza para el futuro, siempre con la aspiración de que este pueda ser mejor.

Por eso nos atrevemos a iniciar un nuevo camino con la publicación “Viajes por excelencia”, que encontrarán dando la vuelta a esta que ya tienen en sus manos. Hagan la prueba…continuaremos la conversación al otro lado.