Las vacaciones son un extraño fenómeno con consecuencias curiosas a su vez.

El deseo de llegar a ellas llena nuestra mente, tanto como nuestras maletas cuando nos preparamos. Cuando acaban llega el vacío, la sensación de que nada ya podemos esperar y es difícil llenar el hueco, incluso cuando nos pasamos los días siguientes hablando sin parar de lo vivido y hablando en la clave nostálgica: “Hace dos días estábamos allí, hace una semana visitamos esto…”

Las motivaciones humanas tan complejas analizadas en detalle, son a veces tan simples! Todo es querer y luchar por conseguir, apreciar al perder lo que tenemos y viajar, sigue el mismo patrón de felicidad y vacío.

Sin embargo, en ese proceso de llenarnos de cosas nuevas al conocer y sentir que algo nos falta al volver, el conjunto sigue mereciendo la pena, porque superados estos momentos, según la nostalgia pasa al grado de recuerdo, disfrutamos de todo nuevamente y así será durante el resto de nuestra vida .

Las vivencias que entran por la piel y los sentidos, son mas difíciles de olvidar, quizás por eso descubrir viajando es uno de los milagros que nos ayuda a llenar el vacío de la existencia.

E incluso cuando el paso del tiempo erosiona poco a poco las imágenes, siempre quedan muchas que ya han pasado a ser parte de nosotros mismos.