En Tegucigalpa y San Pedro Sula, están los principales aeropuertos de entrada al país y si partimos del segundo, hay hasta esa joya Maya conocida en todo el mundo como Copán, 184 kilómetros –es decir, dos horas de camino en auto–. Pero Santa Rosa de Copán y, asimismo, Gracias, tienen un agradable sabor colonial y son tan tradicionales, que parecen ciudades detenidas en otra época, lo que les hace imprescindibles en una ruta por Hon­du­ras. Un alto especial merecen el antiguo Fuerte de San Felipe y el Parque Nacional Celaque, con los bosques nublados más impresionantes del país y pintorescos po­bla­dos como La Campa y Santa Bárbara, en los que se pre­ser­van las formas tradicionales de la cerámica Lenca –grupo indígena más numeroso del país. Ciudades, patrimonio y naturaleza El 80 % del territorio nacional es montañoso, con presencia de selvas, bosques nublados, tropicales y secos. Hay fértiles sabanas al sur y una extensa costa, además de gran diversidad étnico-cultural. Tegucigalpa, la capital, se acerca al millón de habitantes. Es de calles enrevesadas, con toques de modernidad y un bonito centro histórico. El Cerro El Picacho, mirador espectacular donde está la estatua de El Cristo, ofrece de ella las mejores vistas. Típicos poblados (San Juancito, Valle de Ángeles, Ojojona y Santa Lucía) se encuentran próximos y son ideales para comprar alguna buena artesanía, disfrutar de la gastronomía local y conocer más en detalle a la gente y sus costumbres. Recomendables son las excursiones al Parque Nacional La Tigra, donde funciona el hotel La Estancia, en medio del bosque denso. Toda Honduras es un gran paraíso para los amantes de los rincones que parecen seguir en su estado más puro y gustan de conocer antiguas culturas y tradiciones. No menos interesante es la costa, en la que siguen en pie fortalezas con varios siglos de vida como la que se localiza en Omoa y sitios tan increíbles como Tela –la primera ciudad fundada por los españoles en este país centroamericano– o Puerto Lempira. Existen extensas playas, zonas turísticas con resorts, centros de buceo, pequeños hoteles y rincones todavía vírgenes para exploradores y personas con alma de Robinsones. Mar afuera, los Cayos Cochinos, de difícil acceso, poseen los arrecifes coralinos más vírgenes del litoral. Los únicos alojamientos se hallan en el Plantation Beach Resort, en Cochino Grande. Cerca, las Islas de la Bahía (Roatán, Utila y Guanaja), tienen sólo unos 30 mil habitantes, casi todos de origen garífuna y afrocaribeño que hablan mayormente inglés; el cuarto aeropuerto internacional del país, una enorme barrera coralina para practicar el buceo y, en septiembre, un colorido carnaval que se disfruta mejor en los núcleos urbanos de Coxen Hoel, Flower Bay, West End y French Harbour. Con sus playas de aguas transparentes y acogedores hoteles, el ritmo de tambores y el sabor de los mariscos frescos, el show de delfines y los paseos por el arrecife coralino en lancha con fondo de cristal, Roatán puede ser el mejor cierre para esta larga e intensa travesía por Honduras.