PIEZA CLAVE DEL PRODUCTO TURÍSTICO ODERNO, EL ACCESO A UN CAMPO DE GOLF ES, PARA MUCHOS TURISTAS, UN FACTOR DETERMINANTE EN EL MOMENTO DE ELEGIR UN DESTINO DE VACACIONES

Si además de la exuberancia de su naturaleza, el prístino azul de sus playas, y esa rica e inigualable amalgama entre su gente y su cultura, Cuba ofrece como nuevo atractivo turístico la posibilidad de disfrutar de campos de golf en distintos puntos de la Isla, no cabe dudas de que se transformará en ese irresistible destino en medio del Caribe que todos quieren visitar.
En septiembre de 2015, el ex embajador español en Cuba, Juan Francisco Montalván, auguraba en La Habana que «el golf está llamado a crecer como deporte, a convertirse en nexo de Cuba con el resto del mundo, y en un factor que va a dinamizar la atracción del turismo y el desarrollo económico. Hoy es un deporte incipiente en Cuba, pero seguro que pronto tendrá campeones y se insertará en su tradición deportiva».
Las palabras del Montalván, pronunciadas  durante el Torneo Día de la Hispanidad de Golf, organizado desde el 2001 por la embajada ibérica en la Isla, devinieron vaticinio de un futuro prometedor para este deporte en la nación caribeña.
En aquel momento, el evento reunió en La Habana a miembros de la Asociación de Golfistas Profesionales de los Estados Unidos (PGA por sus siglas en inglés), entre ellos a Rich Beem, ganador en 2002 del campeonato de la PGA, y a Gary L. Schaal, un líder de la industria del golf por más de 30 años y designado «Leyenda viviente» de la organización estadounidense; ambos dispuestos a ayudar a constituir una federación cubana de ese deporte, cuya creación parece ser hoy cada vez más inminente.
En los últimos tiempos, el turismo de golf en Cuba ha atraído a visitantes canadienses, europeos y chinos; pero a partir del restablecimiento de relaciones diplomáticas con los Estados Unidos, se ha hecho evidente el interés de muchos ciudadanos de ese país por viajar a la Isla y practicar este deporte de origen escocés en los espectaculares escenarios criollos.
Pieza clave del producto turístico moderno, el acceso a un campo de golf es, para muchos turistas, un factor determinante al elegir un destino de vacaciones. Esta modalidad turística es también una excelente generadora de repetición de negocio, pues muchos jugadores regresan a sus campos favoritos año tras año. Y Cuba lo sabe.
Antes de 1959, nuestro país era uno de los que contaba con más instalaciones para esta práctica recreativa dentro de la región (ocho en total, cuatro en La Habana). Actualmente existe la de Capdevila, cerca de la carretera de Rancho Boyeros, y la de Varadero, construida en los predios de la familia Dupont.
Este campo de golf de Varadero es el único de 18 hoyos que existe en la Isla, pero por su extensión no alcanza la norma establecida por la United States Golf Association (USGA), lo cual le permitiría convocar grandes torneos. Sin embargo, el panorama actual se asoma a cambios perentorios tras el reciente impulso que ha devenido la suscripción de varios proyectos con firmas extranjeras para el desarrollo de inmobiliarios asociados a estos espacios. La idea es dotar a la nación de instalaciones de nivel internacional localizadas en distintas provincias.
Hoy ya se ejecutan dos proyectos conjuntos de este tipo. Uno de ellos por la empresa mixta Carbonera S.A., creada en 2014 con capital cubano y de la compañía británica Esencia Hotels and Resorts, que cuenta con una inversión de unos 350 millones de dólares.
Este complejo, situado en la periferia de Matanzas, debe incluir más de mil unidades inmobiliarias, un hotel que supere las 100 habitaciones y un complejo de golf de 18 hoyos.
El segundo proyecto –valorado en 462 millones de dólares– se construye en las alturas de Bellomonte, a 30 km al este de la capital cubana. En este lugar, la empresa cubana Cubagolf S.A. y la china Beijing Entreprises Holdings Limited levantan un hotel de lujo, apartamentos y casas de alto estándar en 336 ha de extensión.
Toda el área costera de esta zona ofrece innumerables atractivos y potencialidades de desarrollo, como las pequeñas marinas de Guanabo y Tarará. Por otra parte, la Vía Blanca, una autopista que enlaza a La Habana con Matanzas y Varadero, pasa al pie de la ladera norte de Bellomonte y la vertiente sur cuenta además con una conexión ferroviaria.
También se espera la concreción de otros proyectos similares, como el de la playa El Salado, situada en el tramo del eje La Habana-Mariel, por la antigua Carretera Panamericana. La obra añadiría un extra a la Zona de Desarrollo Mariel y tendría un mercado preferencial en los empresarios que realizan allí su trabajo.
En el extremo más occidental cubano,  entre el poblado pesquero de La Fe y Punta Colorada, se prevé también la construcción de un gran complejo residencial y hotelero que debe situarse entre los mayores de América Latina. Con unas 700 ha, posee el privilegio de acceder a una de las 22 playas vírgenes de la península de Guanahacabibes.
Asimismo se plantea la edificación de una marina deportiva, seis campos de golf, seis hoteles de cinco estrellas, tres apartahoteles, 1 500 villas y 3 000 apartamentos en la ciudad de Cienfuegos.
Por otra parte, durante la XXXVII Feria Internacional de Turismo, FitCuba 2017, se firmaron sendas cartas de intención para emprender proyectos inmobiliarios asociado a campos de golf, en Loma Linda, Guardalavaca, Holguín; y Punta Gorda, Camagüey; respectivamente.
A este ritmo, en pocos años la apuesta cubana por el golf hará de la mayor de las Antillas un irresistible destino al que apunten los más de 80 millones de practicantes de esta modalidad de deporte y recreo tan expandida en el mundo.