"Trinidad, Cuba."
"Plaza Vieja, La Habana"
"El Ávila, Camino Real de la Guaira a Caracas."
"Ruinas de Posada de las Ventas, El Ávila, Venezuela."
"Muralla y Castillo Nicolás de Ovando, Santo Domingo."
"Plaza San Francisco de Asís, La Habana"

El café sobre los secaderos de la Guaira donde cientos de esclavos convertían con su esfuerzo el grano maduro en oro. La algarabía de los vendedores de fruta y pescado fresco, despertando al compás de sus pregones a los habaneros del siglo XVII. El tropel de la marinería transportando la plata y el oro desde Cartagena de Indias hacia la poderosa España…De eso se trata.

De hacer, como diría Alejo Carpentier, “Un Viaje a la semilla” para volver sobre las huellas del pasado, de asomarnos a la vida de ayer y convertir en algo tangible y vivo las rutas que marcan un Itinerario Cultural.

El Itinerario Cultural es una nueva cate goría patrimonial que ha sido enriquecida conceptualmente a partir de este nuevo milenio. En el campo del patrimonio, va más allá ya de la identificación de un monumento y de su entorno, lo cual resulta de por sí una visión amplia y moderna a la hora de analizarlos y protegerlos.

Espacialmente el Itinerario Cultural es un bien cultural abarcador, puede traspasar los límites geográficos de un país y enlazar procesos con poblaciones, países, regiones y continentes. Es un enfoque de integración cultural como nunca antes se había contemplado, que lleva implícita una mirada innovadora y multidimensional. El Itinerario Cultural comprende movimientos dinámicos e interactivos y de intercambios humanos.

Son desarrollados mediante vías de comunicaciones marítimas o terrestres utilizadas para un fin concreto, con instrumentos funcionales expresamente creados y puestos a su servicio durante un considerable tiempo. Son procesos históricos surgidos por la voluntad del hombre para alcanzar un propósito determinado, como el Camino de los Incas en América, el Camino de Santiago en España, la Ruta de la Seda en Asia, y la Ruta del Mercurio en España, Perú y México, para citar los más conocidos y emblemáticos.

El Itinerario no obedece a leyes naturales o fenómenos casuales sino a procesos humanos, de comunicación cultural entre los pueblos. Este patrimonio puede tener un carácter de peregrinaje, de navegación, de comercio y trashumante, entre otros.

Los bienes asociados a los Itinerarios implican manifestaciones tangibles como monumentos, restos arqueológicos, ciudades históricas, arquitectura militar, vernácula, religiosa e industrial, paisajes naturales y culturales, postas, aduanas, almacenes, puertos, puentes, fuentes, mercados, hospitales, obras públicas, medios de transporte y elementos intangibles que le proporcionan un significado a la diversidad del conjunto, tal como refiere la Carta Internacional de Itinerarios Culturales, del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS).

En la región del Caribe uno de los Itinerarios Culturales más representativo es el Camino Real Intercontinental, de una dimensión histórica y cultural trascendental. Tiene el propósito de preservar los recursos históricos, naturales y culturales de la antigua ruta comercial española que se extendió en tres continentes (España, América y Asia) desde el siglo XVI hasta el XVIII. Los puntos de conexión y principales ejes de acción fueron puertos de excepcionales condiciones en la región del Caribe situados en San Juan de Puerto Rico, Santo Domingo, La Guaira, Santa Marta, Cartagena de Indias, Portobelo, Panamá, Veracruz, La Habana y Santiago de Cuba, que fueron las “llaves” del comercio colonial en Hispanoamérica.

En nuestros días muchos de estos puertos conservan la misma jerarquía. Sus ciudades generaron una arquitectura monumental de valor universal y sus intercambios con otros países originaron un sincretismo cultural y un patrimonio intangible relevante. La mayoría ostenta la condición de Patrimonio Mundial.

Otro Itinerario Cultural en el Caribe es el “Camino Real de los Españoles”, localizado en el sector montañoso de la Guaira a Caracas, y donde hoy se ubica el Parque Nacional El Ávila, en Venezuela, a una altura media de 2 500 metros sobre el nivel del mar. Con la construcción del camino carretero concluido en la primera mitad del siglo XIX, el Camino Real perdió su hegemonía y desde entonces fue utilizado para los pobladores y agricultores de la zona. La ruta de la Flota comercial española hacía escala eventual en la Guaira, dondeestaba situado el puerto oficial de Caracas.

Aquí intercambiaban productos y mercancías y luego las transportaban por el Camino Real hacia la capital. Durante dos siglos y medio fueron constantes los flujos de intercambios comerciales, culturales y sociales entre diversos países por este Camino, que también era el paso obligado de las personas que transitaban entre el puerto y la ciudad.

En la actualidad, cuando se analiza la autenticidad del conjunto, es relevante significar la conservación de la traza del Camino Real empedrado, los sen- deros y el paisaje natural y cultural. Ningún elemento impide las espectaculares visuales de la hermosa franja del mar Caribe que se pierde en el horizonte, el puerto de la Guaira, y el valle donde se ubica la ciudad de Caracas y su zona montañosa. El clima de la serranía, sin contaminación ambiental, preserva una flora y fauna endémica y en sus parcelas de cultivo aún se siembran las hortalizas de origen canario desde la época de la colonia.

Las ruinas de la posada de La Venta, las cinco fortificaciones que prote-gieron el sitio, la finca cafetalera del Guayabal e infinidad de objetos arqueológicos precolombinos, coloniales y republicanos son testimonios de los valores patrimo- niales del conjunto, aspectos que reafirman su condición de Itinerario Cultural.

Saber encontrar el “espíritu del lugar” es saber rescatar y conservar el patrimonio integralmente. Por esa razón salvaguardar estos Itinerarios es proteger un bien cultural en toda su dimensión, es saber conocer la esencia del pasado.

Dossier Unesco Las venas del mundo, aquellos pasajes, avenidas y rutas por las que, imaginaria, virtual, o realmente, recorremos nuestra vida, devienen arterias ensanchadas cuando sus senderos nos permiten asomarnos a la riquísima diversidad cultural y disfrutar de la amplia biodiversidad del planeta Tierra.

Recorrer esas vías por diversas rutas e itinerarios, siguiendo las huellas del patrimonio y la cultura o trazando otras rondas para llenar nuestro futuro de nuevas memorias, no sólo nos enriquece al conducirnos a lugares y espacios de com prensión y entendimiento, sino también nos brinda vivencias que enlazar, memorias que retener, pueblos a caminar y posibilidades de disfrutar, hacer nuestras, compartir y respetar las costumbres de sus gentes.

Para la UNESCO, la posibilidad de brindar hitos culturales que jalonando la memoria, permitan enlazar rutas diversas que los parroquianos de un sitio y sus visitantes pueden descubrir al recorrer cualquier ciudad o lugar, es una oportunidad de reiterar la identidad, proteger la diversidad cultural y promover su disfrute e intercambio. Ello enriquece nuestro medio.

Para la Oficina Regional de Cultura para América Latina y el Caribe de la UNESCO, el artículo que acompaña esta edición brinda la oportunidad de reiterar la importancia de la implementación combinada, tanto de la Convención de la UNESCO para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial (2003), como la Convención sobre la Protección y la Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales (2005).

Los itinerarios se transforman entonces en diversos momentos que jalonan nuestro recorrido por la vida. Los paisajes, la arquitectura, los caminos, las tradiciones. Como dice la historiadora cubana Tamara Blanes en este texto,… “todo lo que ayer fue y aún hoy puede ser salvado como memoria histórica de los pueblos puede formar parte de un Itinerario Cultural”.

Al terminar esta nota reiteramos parcialmente el preámbulo de la propia convención sobre la protección y promoción de la diversidad de las manifestaciones culturales, el cual expresa que la UNESCO es “Consciente de que la diversidad cultural constituye un patrimonio común de la humanidad que debe valorarse y preservarse en provecho de todos, que la diversidad cultural crea un mundo rico y variado que acrecienta la gama de posibilidades y nutre las capacidades y los valores humanos, y constituye, por lo tanto, uno de los principales motores del desarrollo sostenible de las comunidades, los pueblos y las naciones”