Muchos años después, Juan Neulling aún recordaba cuando su padre le permitió arrancar el auto familiar por primera vez. La magnífica dimensión de cada elemento en su interior, la textura áspera y real de los asientos, el brillo perfecto de los relojes y adornos…cada detalle revelaba la recia personalidad en el diseño del automóvil. Todo permanecería inalterable en su memoria, impreso con la magia irrepetible de los recuerdos de la juventud. Todo era real: la madera era madera y la piel, piel. Nada era "semejante a", o imitación.

Hoy, mezclados en la marea indetenible de nuestras ciudades, los autos parecen fundirse en una imagen única, difusa en la bruma de las leyes del mercado. Tal vez por ello provocan mayor admiración las hermosas máquinas que cautivaron décadas atrás a pequeños como Juan, y que ahora ruedan convertidas en herencias de una época donde "todo era mejor".

Así, mientras la industria automotriz se esfuerza en tecnificarse y deslumbrarnos con electrónica y comunicaciones intergalácticas, se consolida y crece la afición de quienes, con sentido de tradición, se inclinan por rescatar y preservar aquellos autos pioneros.

América Latina ha marcado la pauta en cuanto al reconocimiento de estas hidalgas máquinas. Desde la década de 1940 se dieron los primeros pasos en pos de atesorar, preservar y amar el legado de una industria que apenas tenía cincuenta años de vida en ese momento. El Classic Car Club of America (CCCA ) es una institución de obligada cita cuando se toca este tema. Fundado en 1935, el club dio vida al concepto y creó el espacio que salvaría del olvido a verdaderas obras de arte. En fecha tan temprana como 1954 difundió, junto a la conocida publicación Mecánica Popular, una selección de los doce modelos más excepcionales fabricados hasta esa fecha.

Para entonces, el CCCA contaba con 700 miembros y sus oficinas estaban en la Calle Cedar No. 112, Nueva York. Hoy, esta organización agrupa a más de 60 000 miembros y cuenta con unas 400 sucursales en todo el mundo. La CCCA , define como Auto Clásico a los fabricados entre 1925 y 1942 con baja serie, precio elevado y avanzado técnicamente, una definición en sí misma muy difundida y contradictoria. Pero quizá no sean tan divulgados los argumentos de la CCCA , que alegan que durante ese período el automóvil adquirió plena identidad, lejos del carruaje, y justo antes de pasar a manos de los estilistas.

Cualquiera de aquellas doce maravillas continúa siendo un Clásico: Duesemberg 1931, Lincoln 1932, Cord 1937 o Marmon V16 Club Sedan de 1931. Sin embargo, después de esa fecha hemos conocido automóviles que han formado parte de la iconografía de su época. Recordemos en la década de 1950, la explosión de diseño que acuñó el término de Clásicos Américanos.

Son excelentes exponentes el Cadillac 1949, con su singulares aletas en las luces de cola; los coupé Hawk de Studebaker; el Chevrolet 1955, un auto esencial en la historia de esa marca considerado por muchos "el mejor Chevy jamás producido", cuando presentó su primer motor V8 que permaneció inalterable casi por treinta años; Lincoln Continental; Chrysler 300, con su mítico motor Hemi; Ford Thunderbird y Chevrolet Corvette, este último con la primera carrocería enteramente plástica del mundo.

Luego en la década de 1960, ell Volkswagen Escarabajo llegó a ser el auto más producido de la historia, y quizá el único automóvil que debió fabricarse por siempre, luego del Ford T. Este pequeño carrito resume todos los elementos de un automóvil y resuelve con claridad las necesidades del ciudadano común, lejos de las estridencias y fanfarrias que con tanta insistencia se nos muestran en la actualidad.

En esa propia década Norteamérica vivió la época de los Muscle Car. Fueron autos que, como los dinosaurios, reinaron en la tierra y se extinguieron en la voracidad infinita de sus inmensos motores de hasta 7 litros de cilindrada y potencia descomunal. El sonido irrepetible de los V8 de los Mustangs; Camaro, Barracuda o el Pontiac GTO llenaran para siempre los oídos de quienes, al igual que Juan Neulling, vivieron con ellos sus años de adolescencia.

Hoy la definición del CCA , aunque es mantenida por esa institución, ha sido superada por la vida. Existen ya infinitas instituciones en la materia con sus propias definiciones y hasta Estados con definiciones legales. Pero señores: tecnicismos aparte, para el común de los amantes al automovilismo, el Auto Clásico es como cualquier otra obra digna de esa categoría en cualquier género, algo de una belleza imperecedera. Así, los Autos Antiguos y Clásicos se convier- ten en el sueño y dedicación de muchas personas, que invierten en ellos buena parte de su tiempo libre y de sus recursos económicos