Asociado al auge de la piratería entre 1715 y 1725, una rústica bebida alcohólica que ya se obtenía en colonias europeas de la región a partir de la fermentación y destilación de las mieles finales en los procesos productivos de la industria azucarera, conquistó un espacio y trascendió para siempre a aquella utopía espartaquista de garfios y patas de palo, orgías de sangre, sexo y terror.

Ese era el muy primario aguardiente caribeño que también aliviaba el dolor de los africanos esclavizados en las plantaciones o estimulaba a los amos europeos en las tardes tórridas del trópico y cuyo nombre fue incierto, variable según el lugar, suerte de mata diablo o tafia o rumbillión, hasta la llegada de los años postreros del siglo XVIII , cuando el rudo elixir, fue bautizado definitivamente con el término breve de ron.

Cualquiera sea la versión final, hasta ahora los historiadores coinciden en afirmar que el nacimiento de la palabra ron se produjo bajo el signo de las mezclas de culturas que caracterizaron la vida en el Caribe de los siglos XVI y XVII . Una teoría poco difundida, aunque interesante, atribuye el nacimiento del vocablo ron, a la síntesis de los términos rheu (tallos, en patois sevillano) y bouillón (que significa caldo en francés).

Se plantea que dio origen a la palabra rumbillón –una de las tantas denominaciones de la bebida en sus inicios—, que con el uso fue desgranándose hasta quedar con sólo tres letras, y adaptarse a los idiomas español, inglés y francés, los de las metrópolis dominantes en las islas antillanas y territorios de tierra firme de la cuenca del Caribe.

Algunos documentos antiguos de marinería, fechados hacia 1660 en Barbados y Santa Lucía, entre otras plazas coloniales del Nuevo Mundo, contienen profusas alusiones al ron, del que llegaron a producirse interesantes cantidades.

Tanto fue, que incluso sirvió para respaldar el comercio interantillano e incluso con la llamada Nueva Inglaterra y las metrópolis europeas, varios de cuyos monarcas de entonces, pedían a sus representantes enviarles lotes de la bebida para agasajar invitados muy especiales y brindarlo como un lujo del otro mundo, en sus festones rimbombantes.

Pervive hasta nuestros días en las tripulaciones de la flota británica el hábito de hacerse a la mar bien provistas de alcohol, herencia de una ordenanza del Almirante Penn a la Royal Navy en 1655, mediante la cual se establecía la entrega de una cuota diaria de ron a los marineros como estímulo a esta especie de gran tropa informal con anuencia soberana, cuya misión consistía en imponer la hegemonía británica en aguas del Caribe, frente a holandeses, franceses y españoles.

De tal modo, en la base histórica de la producción ronera caribeña se encuentran estas y otras circunstancias más o menos afines que favorecieron su expansión, como también la paulatina aceptación de la bebida entre las poblaciones locales a partir de que se convirtió en un producto mejor acabado, se introdujo en tabernas, bares y expendios, comenzó a comercializarse para llevar a casa y se hizo popular su consumo. Por eso, tantas categorías y tipos de rones, tantas variantes de clasificación, tan multifacética bebida.

Y es que después de aquel aguardiente casi directo de la destilación de las melazas o jugos fermentados de la caña de azúcar en los tiempos de los piratas, se impuso, con la paz, la sabiduría, y evolucionaron también los procesos de fermentación, destilación, añejamiento y mezcla, como una necesidad de cada país de marcar una diferencia en las cualidades de sus rones, con alguna característica especial y distintiva. Ahora mismo, buenos productores de ron en el Caribe pueden considerarse Nicaragua, Guatemala, México, Venezuela, Jamaica, República Dominicana, Puerto Rico, Martinica, Guadalupe, Guyana y Colombia.

Sin embargo, el primer lugar indiscutible lo tiene Cuba, donde la producción azucarera se desencadenó imparable a lo largo de siglos, especialmente después de la revolución antiesclavista haitiana de 1791, cuando el país se hizo el más importante proveedor mundial del dulce, lo que trajo aparejado el desarrollo de una importante industria ronera, con varias destilerías significativas y marcas de bien ganado prestigio internacional.

Escribió Tomás de la Barra a propósito: "Rones puertorriqueños (ligeros), jamaiquinos (densos), venezolanos (sabrosos), tienen un sólido prestigio masivamente avalado por los más sensibles paladares. Pero es Cuba, isla que es mitad rumba, mitad cañaveral, quien más se ha privilegiado con la bendición del licor de caña.

"Méritos propios tiene y le sobran. No en vano la más grande destilería de ron del mundo está en la isla y es de Havana Club. Pero acaso a quien más le deba su prestigio el ron cubano, sea a Ernest Hemingway. Su "Mi mojito en La Bodeguita, mi daiquirí en El Floridita", focalizan el preciso punto de encuentro con dos de los más notables cócteles que incluyen ron en su naturaleza.

"Si desea comprobarlo, acérquese por la Calle Obispo Nº 557, en La Habana Vieja. Sentado a la barra de El Floridita, pida un Hemingway Especial: doble ración de daiquirí servida en copa con cumbre de nieve, tipo Kilimanjaro. El resto es literatura".

Sin embargo, hablando de rones del Caribe hay que reconocer que otros son de vasta aceptación como el Flor de Caña, nicaragüense; el Milenario, de México; y el Cacique, venezolano; junto al Barceló, de República Dominicana, o el llamado Palo Viejo, de Puerto Rico; sin hablar del internacionalmente exitoso ron caribeño Bacardí, en un inicio producido en Cuba y hoy establecido en tierra quisqueyana.

Unos rones aromáticos muy singulares, porque utilizan la caña de azúcar como base, en lugar de la melaza, se encuentran en Martinica y Guadalupe; mientras son famosos los rones especiados de Jamaica y de manera particular, su ron negro —muy potente—. (Es característico de los territorios que colonizaron los franceses e ingleses en el Caribe, un tipo de ron más perfumado y a veces picante que el que se produce en las ex colonias de España).

Con el sudor de los negros esclavos traídos de África se expandieron en el Caribe las plantaciones cañeras; y también con su esfuerzo tributaron los ingenios, azúcares y mascabado — melaza al fin —, de la que nació el aguardiente y después el ron, como una sustancia de su propia naturaleza y que es parte también de su historia e identidad.

Oda al ron La caña se siembra en Cuba y la uva nace en España, El ron es cognac de caña y el cognac es ron de uva. Un buen bebedor de Cuba Le decía a otro en España: Tu cognac es ron de uva Y mi ron, cognac de caña.

Grandes rones cubanos Varadero, Caribbean Club, Caney, Santiago de Cuba, Legendario, Arecha, Mulata, Puerto Príncipe, Havana Club es la marca líder entre los rones cubanos, con sus variantes blancos y añejos, las series especiales y exclusividades.