la creatividad e ingenio que ha rodeado el mundo del tabaco tiene un lugar especial en el centro histórico de la habana vieja, donde radica el único museo en cuba dedicado al habano

Quizás la pieza más atrevida que atesore el Museo del Tabaco sea el único tabaco cosmonauta que se conoce en el mundo. El afamado Habano, torcido por las expertas manos de los tabaqueros cubanos, viajó al espacio sideral con el astronauta Arnaldo Tamayo Méndez, quien lo llevara en el primer y único viaje que ha hecho un criollo fuera de los límites de la Tierra. Sin embargo, pocas son las piezas que sienten envidia del engreído Habano cosmonauta. Ni siquiera la reproducción del Cemí o Ídolo del Tabaco, cuyo original se guarda en el Museo Montané, de la Universidad de La Habana, tiene porque estar celoso. Y es que en este espacio reservado e íntimo de La Habana Vieja, desde las piedras de imprenta con las cuales se hicieron las primigenias habilitaciones de tabaco, o las cajas de rapé que un día recorrieron las cortes europeas, cualquiera de las más de mil piezas que atesora el museo guarda una rica e intrigante historia detrás. Pareciera casi increíble que tanto esfuerzo e imaginación humana se haya puesto en juego para un momento tan efímero como fumar un Habano. No obstante, cada fantasía del Museo demuestra que no hay límites para la creatividad humana, si se trata de hacer que la degustación de un Habano sea un instante perdurable. Así lo demuestran encendedores de todos los tipos, formas y épocas, desde uno que asemeja un avión, el insertado en una flor o los más guerreristas empotrados en un diminuto cañón o una ametralladora, que en vez de disparar balas, lanza la llama que iniciará el Habano. Hace ya quince años que abrió sus salones al público el Museo del Tabaco, ubicado tras veinte escalones de la calle Mercaderes, apenas a unos pasos del Hotel Ambos Mundos, donde Hemingway, tabaco cubano en mano, buscaba cada día el verbo adecuado para terminar «Por quien doblan las campanas» o «El Viejo y el Mar». Desde aquel 26 de febrero de 1993 en que por fin la prensa de tabaco del siglo XIX, a la entrada del Museo, sirvió por vez primera como portero de los visitantes, miles de personas han llegado al lugar atraídos por la curiosa historia del Habano o por las múltiples actividades que organiza este espacio, siempre en búsqueda de las raíces culturales de la tradición tabacalera cubana. Por eso, como nos explica Zoe Nocedo Primo, directora del Museo del Tabaco, aquí se realizan talleres internacionales como Habana-Habanos, que cada dos años reúne a decenas de personas de diferentes países, unidos por el amor fiel al tabaco cubano. Expertos, historiadores, hombres de negocios, aficionados o simples observadores intercambian experiencias y conocimientos en este evento, como mismo lo hacen los profesores que imparten diplomados o talleres de maridaje en el Museo; o quienes vienen a algunas de las múltiples exposiciones artísticas que cada mes se organizan en este lugar. Por eso allí es posible encontrarse desde un extranjero quien descubre que fumar va más allá de inhalar humo, un pequeño niño que escucha asombrado que algunas de las lindas litografías en las paredes se hicieron con papel de oro, o un viejo tabaquero que viene a recontrarse con la prensa que algún día, más que apretar, acarició los primeros tabacos que torció en su larga vida dándole forma a las hojas para hacer un puro criollo. No hay dudas entonces, que para muchos de los asistentes al X Festival del Habano, participar en «los quince» del único museo en Cuba dedicado a honrar el tabaco constituye un privilegio especial, pues conjugarán fiesta e historia sin demeritar una u otra. A lo mejor, incluso, alguno descubre entonces la existencia de este lugar al cual desconocía y se atreve a aventurarse por sus salas, detallando cada una de sus múltiples colecciones. Eso sí, le recomiendo que lo haga muy callado y atento. Quizás así, cuando amaine un poco el bullicio circundante de La Habana Vieja, pueda escuchar la vieja discusión que existe entre las diferentes piezas del Museo, sobre cuál es la más valiosa entre todas ellas.