De Berlín a La Habana. Con un puro entre los labios.
Si afirmamos que Claude Robert Ellner es uno de esos seres hemingwayanos, que andan por el mundo con un habano en los labios y mil aventuras vividas, estaríamos diciendo la verdad. Si agregamos que se trata del Excelentísimo Embajador de la República Federal de Alemania en Cuba, entonces esa afirmación se vuelve doblemente interesante.
Su vida se desarrolla en ambos mundos a la vez: uno complementa el otro. La oficina en la embajada, y la planta baja de la residencia que habita desde su designación en La Habana, llevan el tono sobrio y oficial del representante diplomático. Pero en el piso superior de la casa, junto al inmenso oso en la pared, hay decenas de cabezas-trofeos, testigos de su destreza como cazador; y disímiles objetos «que me acompañan a dondequiera que voy». He aquí el espacio íntimo donde el segundo yo de Claude se refugia en su otra gran afición: los puros cubanos. Tiene la palabra el diplomático… y también el excelente fumador: «Es posible abrir un nuevo capítulo en las relaciones entre Cuba y Alemania, y yo estoy feliz de contribuir para que tengan un alto nivel. Tenemos mucho por avanzar en los intercambios políticos, culturales, comerciales, de tecnología; y en cooperación. Trabajamos fuerte en todas las posibilidades que Alemania puede ofrecer a Cuba, pero también podemos aprender bastante aquí». «Entre 30 y 40 mil cubanos estudiaron o trabajaron en la RDA, un potencial increíble para nuestra proyección cultural. En tecnología de la información, Cuba tiene la ventaja de la buena educación de su gente. La energía renovable, la lucha contra el calentamiento global y la desertificación, son otros campos donde Alemania es muy fuerte, y aquí encontramos la misma voluntad política de enfrentar estos fenómenos, pero en condiciones tropicales, como sucede con la energía eólica en este país con huracanes». «En turismo, el año pasado hubo más de cien mil visitantes alemanes, aunque hubo una reducción. La competencia aumenta, República Dominicana en el Caribe, por ejemplo. Si nos esforzamos, podemos llegar a los doscientos mil turistas alemanes al año», asegura el embajador Ellner. Con un humeante Cohiba en la mano, el amigo Claude explica que el habano en Alemania es un artículo de alto lujo. En el año 2006 La Habana exportó a Berlín 9 millones de euros en puros, y en el 2007, sólo en los seis primeros meses, 8,4 millones de euros. En ello un papel fundamental lo han jugado las Casas del Habano. «Cada vez que visito Alemania me entero de que se inauguró una nueva. La gente estima mucho esos lugares tan finos, donde también se encuentra el ron, el café y la cultura cubana en general». »Nos gustan las marcas de alto prestigio como Cohiba y Montecristo. También los Robainas son muy apreciados. Tuve el privilegio de entrevistarme con Don Alejandro, y me mostró cómo se hace un puro. También me enseñó una foto de cuando le entregó personalmente una caja suya a Gerhard Schroeder, el ex canciller alemán, quien es muy aficionado a los habanos» . «Yo fumo puros hace más de 30 años. No siempre pude pagar los cubanos, y fumé otros diferentes. Pero, siempre que me ofrecieron un habano, yo supe que era un obsequio muy especial, porque son incomparables, algo que nadie puede imitar. Ahora, cada vez que llego a Alemania, lo primero que me preguntan mis amigos es si he traído tabaco cubano». «Fumar es un placer que necesita tiempo; después de una buena cena; en un círculo de amigos… Soy uno de los embajadores amantes de los puros, y por primera vez desde mi llegada a Cuba, en mayo pasado, se celebra aquí un Festival del Habano. He escuchado que son muy buenos y muy famosos, así que espero que me inviten».