Ballena jorobada (Megaptera novaeangliae).
Punta Uvita

La promoción del turismo sostenible y responsable, el afán de una asociación naturalista y las bondades geográficas de Costa Rica ofrecen un encuentro cercano con una criatura fabulosa.

De la Biblia a Moby Dick, del misticismo a las ciencias biológicas, de las misteriosas profundidades marinas a la canción popular, estos extraordinarios animales han ocupado un sitio en la cultura universal, y el extraño sonido que emiten nos evoca un canto de marcado lirismo.

Costa Rica se ha convertido en un mirador excepcional para disfrutar del contacto visual y sonoro entre ballenas y humanos, e incluso permite un acercamiento físico prudencial.

Palco preferencial

Costa Ballena semeja un enorme balcón, privilegiado con la mejor vista del escenario, para asistir al ritual casi dramático de procreación de estos cetáceos. Como si fuera el aria de una ópera, el macho «entona» un llamado a través de su orificio nasal que aún tiene desconcertados a los científicos pero, al parecer, se asocia con el apareamiento.

Durante el verano, las aguas cálidas del pacífico costarricense arropan la gestación de los gigantes marinos, temporada que se convierte en oportunidad única para observarles, luego de un recorrido migratorio desde su gélido hábitat en el océano Ártico y la Antártida. 

En este sector de singulares características se ha potenciado la oferta turística por parte de hoteleros, dueños de restaurantes y turoperadores. El desarrollo de redes de participación local y la estabilidad en los servicios procuran las condiciones adecuadas para recibir turistas en pueblos como Dominical, Uvita, Bahía y Ojochal. Diversos tours combinan la ecología y la aventura, la práctica del surf y el snorkeling, en medio de un espacio muy singular.

Turismo y naturaleza ¡en acción!

El Parque Nacional Marino Ballena es el primero de su tipo en Costa Rica y se extiende en el litoral pacífico entre la desembocadura del río Moquetes y Punta Piñuelas. Su principal objetivo es la protección y conservación del ecosistema marítimo, garantizar condiciones para la reproducción y el desove de especies, y en sentido general defender el hábitat natural costero.

Pero a su importancia científica y ambiental añade un valor cultural y atractivo turístico cuando cada año es visitado por los cetáceos. Entre visitantes de la zona como los delfines comunes y nariz de botella, las manta rayas y el tiburón martillo, destacan las ballenas jorobadas. Su presencia da nombre al parque, cuya extensión principal es en el mar, pero que incluye las playas Piñuelas, Uvita y Ballena, en la cuales también se producen desoves de tortugas.

Tal conglomerado de ejemplares marinos se convierte en una verdadera fiesta, por lo que se celebra el Festival de delfines y ballenas en la extensa área protegida. Para que la oferta esté disponible a un público amplio, se aúnan los vecinos, hoteleras y organizaciones como la Fundación Keto y las asociaciones de turoperadores y de guías. Un modo de promover el turismo en armonía con la naturaleza.

La promoción incluye tours de avistamiento a precios competitivos y paquetes especiales en hoteles. El programa contempla no solo el paisaje de flora y fauna del litoral pacífico, sino también la incursión en aguas profundas cerca de las ballenas y la caminata por el famoso tómbolo, entre otras actividades.

Motivos más que suficientes para dejarse seducir por el (en)canto de esos gigantes en su imponente, aunque tierno, ritual amatorio.

Parque Nacional Marino Ballena

Fue creado el 6 de febrero de 1989 con una extensión de 5 375 hectáreas marinas y 115 terrestres para la protección de especies con valor comercial y de importancia biológica asociadas al arrecife coralino, además de garantizar el refugio temporal de la ballena jorobada y conservar el frágil ecosistema marino-costero. 

Entre sus principales atractivos resalta el tómbolo de Punta Uvita, una formación geológica integrada con una cadena de rocas sumergidas donde, cuando baja la marea, se forma un camino hacia el mar de un kilómetro que desde el aire semeja una cola de ballena. Isla Ballena y Tres Hermanas son otras formaciones rocosas con profundidades de 6 a 20 m, donde habitan langostas y barracudas y anidan aves marinas y reptiles, como el Pájaro Bobo Pardo, la Garza Ibis y la iguana verde.  

En los arrecifes coralinos se hallan 18 especies de coral. Otros organismos asociados son el pez loro jorobado, pez mariposa, cirujano cola blanca, tamboril, langostas, estrellas y abanicos de mar. Asimismo, se pueden observar los tiburones aleta blanca y gata, frecuentes en estos sitios.

Bordeando los ríos se encuentran bosques de manglares. En los esteros proliferan pequeños peces y cangrejos, y constituyen refugio para la reproducción de aves, peces y crustáceos como los camarones. El disfrute se complementa con la encantadora Playa Arco, de prístinas aguas y arena blanca. Para acceder a ella es preciso esperar la marea baja, pues el camino hacia ella es a través de una pequeña caverna.