COLOMBIA Una bendición para el turismo
La proclamación de la monja Laura Montoya y Upegui como la primera santa de Colombia cayó como una verdadera bendición para esa nación y en particular para los promotores del turismo religioso, un segmento que cuenta con numerosas fortalezas en esa nación suramericana.
La industria de los viajes ocupa actualmente el tercer lugar entre las principales fuentes de divisas del país, detrás del petróleo y el carbón, y muy por encima de exportaciones tradicionales como café, flores y banano.
El turismo generó en 2012 ingresos superiores a los 3 192 millones de dólares, según cifras oficiales, y atrajo a más de un millón 800 mil viajeros. Es, además, una de las mayores generadoras de empleo.
La monja colombiana Laura Montoya y Upegui (1874-1949) y la mexicana Guadalupe García Zavala, conocida como madre Lupita (1878-1963) fueron canonizadas por el Papa Francisco, en una misa que reunió a más de 100 mil personas el domingo 12 de mayo en la Plaza de San Pedro.
El acto, primero de su pontificado, tuvo una repercusión mundial y despertó de inmediato el interés de feligreses católicos de todo el mundo por conocer detalles de su vida y obra.
Tanto las autoridades como operadores del sector emprendieron de inmediato la elaboración de programas y recorridos que permitan a los interesados seguir los pasos de la fundadora de la Congregación de las Hermanas Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena.
Nacida en 1874, en Medellín, capital del departamento de Antioquia, la madre Laura dedicó su vida a la protección y evangelización de los indígenas y afrodescendientes, por quienes demostró amor y comprensión en una época en la que eran tratados como “bestias salvajes”, según destacó una nota informativa del Vaticano.
Sobre la santa colombiana, considerada la madre espiritual de los indígenas, el Papa Francisco elogió su eficaz pedagogía, el respeto por la cultura autóctona y el no haberse contrapuesto a ella, como ocurría a inicios del siglo XX, cuando los indígenas eran despreciados y discriminados.
Ya se organizan excursiones por los lugares que recorrió en su fructífera vida la Madre Laura, desde su casa natal –convertida en museo- hasta la pila de la iglesia en la que fue bautizada y el lugar donde reposan sus restos mortales.
La exaltación de Colombia como “cuna de una nueva santa” pone de relieve el impacto que tendrá la canonización de la Madre Laura para el conjunto de monumentos, santuarios, recorridos y festividades de la fe católica, algunos de ellos reconocidos como parte del Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad.
Decenas de miles de feligreses acuden cada año a esos centros de peregrinación en los que millones de colombianos dan prueba de su fe y aguardan algún milagro, en primer lugar el de la paz y la reconciliación nacional, según destacó el propio presidente Juan Manuel Santos, quien asistió a las ceremonias en el Vaticano y fue recibido por el Papa Francisco.
Un informe de la entidad oficial Proexport destaca que las tradiciones y monumentos de la fe católica que se profesa en Colombia desde hace varios siglos, constituyen hoy atractivos turísticos de gran valor para quienes buscan elevar sus niveles de espiritualidad y aprender sobre la cultura local.
Entre los eventos religiosos descollantes figuran las procesiones de Mompox, Pamplona y Popayán.
En 1995 Santa Cruz de Mompox, una pequeña población en el departamento de Bolívar, en el norte del país, donde se realizan las únicas procesiones marchadas de Colombia, fue declarada Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad por la Unesco.
Por su parte, el tradicional desfile de esculturas que reproducen la pasión y muerte de Cristo por las calles de Popayán, en el departamento del Cauca, al suroeste del país, fue declarado en 2009 Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
El Santuario de Nuestra Señora de las Lajas en la localidad de Ipiales, departamento de Nariño, y la Basílica del Señor de los Milagros en Buga, Valle del Cauca, son también muy populares entre los visitantes foráneos.
Catalogado como ícono del turismo religioso en Colombia, este templo sobresale entre los atractivos colombianos por su imponente arquitectura, valiosos ornamentos como la estatua del Santísimo Redentor forjado en hierro que reposa entre las dos torres y el sonoro campanario de origen francés, pero especialmente por su popularidad entre los fieles.
Al referirse al peso que puede tener el turismo religioso en el conjunto de la industria de los viajes, María Claudia Lacouture, presidenta de Proexport, destacó que “Colombia tiene un gran potencial en este segmento en razón del sinnúmero de experiencias únicas a las que pueden acceder quienes practican la fe católica. Sólo en nuestro país es posible rendir culto a la Virgen en un templo construido hace un siglo en medio de un abismo o pagar una promesa, al ascender caminando por un cerro ubicado a más de 3 000 metros de altura sobre el nivel del mar”.