- Entre luz destilada y sol líquido
LA COCTELERÍA CUBANA HA GANADO MERECIDOS ESPACIOS EN EL GUSTO NACIONAL, DE LOS VISITANTES Y EN EL ÁMBITO INTERNACIONAL, A TRAVÉS DE SUS DIEZ CLÁSICOS, ENCABEZADOS POR EL DAIQUIRÍ, EL MOJITO Y CUBA LIBRE
Te voy a beber de un trago, como una copa de ron
Fragmento del Secuestro de la mujer de Antonio. Poemario Sóngoro Cosongo, Nicolás Guillén, 1931.
Una certera metáfora alusiva a los rones blancos y dorados que se obtienen en Cuba da título al presente artículo. No solo de un dulzor diferente se impregnó la Isla Grande con la llegada al Nuevo Mundo de la caña de azúcar (Saccharum officinarum), introducida a partir del segundo viaje de Cristóbal Colón, en 1493. Enorme y codicioso asombro provocó en los colonizadores descubrir que el jugo de esta planta, empeñada en dar su fruto antes de florecer, expuesto al sol y añadiéndole agua, fermentaba y daba lugar al legítimo antecedente de los aguardientes y rones: la tafia.
Aunque no se ha precisado el origen del ron en América, se asume como genéricamente caribeño. Insularidad, regímenes de vientos y corrientes marinas, condiciones edafológicas y climatológicas, unidas a historia y tradiciones, han propiciado desde hace más de siglo y medio que en Cuba se produzca el ron ligero, como carta de presentación del buen beber. Fue precisamente en 1862 que don Facundo Bacardí Massó comenzó a producirlo en Santiago de Cuba, a lo que dio continuidad su hijo Emilio Bacardí Moreau. Este último, destacado benefactor de su ciudad natal, criollo pródigo en cultura y patriotismo. Sus sucesores se marcharon del país a principios de la década del 60 del siglo XX, estableciendo esta marca en otras naciones.
Viene a colación una sentenciosa afirmación del mismo don Facundo, publicada en El libro de Cuba, La Habana, 1925: «En verdad, no hubo ni podrá haber en ningún momento de la historia, ni en país alguno, ron como el nuestro. Ni semejante siquiera, los que se fabriquen fuera de Cuba no disponen de la mejor materia prima que existe, que son las mieles de caña cubanas precisamente».
De manera decisiva incidió en el auge de los bares y el servicio de bebidas en Cuba la implantación de la llamada Ley Seca, también conocida como Ley Volstead, por A. Volstead, senador norteamericano que la promulgó el 18 de enero de 1920. Esta legislación prohibió la importación, fabricación, venta y consumo de bebidas alcohólicas en los Estados Unidos de Norteamérica, durante el período comprendido entre los años 1920 y 1935, basada en los daños para la salud y la sociedad que provoca la ingestión de alcoholes. Tal restricción condujo a constantes arribazones de norteamericanos a los bares de La Habana, coincidiendo con el ya generalizado empleo del hielo, obtenido por métodos artificiales (refrigeración) en la coctelería, lo que igualmente redundó en un fuerte y categórico entrenamiento para los cantineros criollos. Súmese a ello un incipiente incremento del turismo, fundamentalmente procedente de Estados Unidos.
Sobre esta época, también puede hablarse de una plena madurez en la producción ronera nacional, al igual que del apogeo y refinamiento de las instalaciones gastronómicas. Alcanzan progresivamente su esplendor emblemáticos establecimientos como el bar restaurante El Floridita –que ya cumple sus primeros 200 años de existencia– ubicado en el sitio histórico urbano de la Habana Vieja, declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad desde 1982, donde la impronta del escritor Ernest Hemingway quedó insertada para siempre. Especialmente para él se modificó la receta original del Daiquirí, con doble ron, sin azúcar, zumo de toronja y licor Marrasquino. Alternaba sus recorridos por esta parte de la ciudad, con el hotel Ambos Mundos, donde residió desde 1932 a 1939, y la Bodeguita del Medio, suerte de catedral de la cubanía y de la cocina criolla, donde disfrutaba del trago insignia de la casa, el Mojito. En este lugar se conserva un autógrafo original del autor de El viejo y el mar, en el que expresaba, en 1954: «My Mojito in la Bodeguita, My Daiquirí in El Floridita».
Mención especial merece el Sloppy Joe’s, uno de los bares más famosos del mundo, fundado en 1918. Identificado como usual refugio de turistas y estrellas del cine hollywodense, durante la primera mitad de la pasada centuria. Entre sus atracciones que han sido conservadas y restauradas a su esplendor original, cuenta con un gran mostrador (barra) de 18 m de largo, considerado en su época el mayor de Cuba y entre los más extensos de América. Fue locación para el rodaje, en 1959, del filme Nuestro hombre en La Habana, protagonizado por Alec Guinness y basada en la novela homónima del británico Graham Greene, cliente asiduo. Vale la pena mencionar lo expresado por Greene sobre la llamada «cuna del daiquirí»: «Conozco el bar de hombres en el Waldorf Astoria, el Bar Savoy en Londres y el Bar Americano en París. He tomado Whiskey en Shepheards; Ginebra y Angosturas en el Gran Oriental, en Calcuta. Conozco los Piscos Sours del Hotel Carrera en Curazao. He visitado el Adlon en Berlín, el Bristol en Viena, la casa Chianling en Chungking, el Plaza en Buenos Aires. Pero, dentro de mi experiencia, La Florida (posteriormente llamado Floridita) es el máximo bar en la tierra».
La coctelería criolla ha ganado merecidos espacios en el gusto nacional, de los visitantes y en el ámbito internacional, a través de los 10 Clásicos Cubanos, a saber: Daiquirí, Mojito, Cuba Libre, Presidente, Mary Pickford, Havana Special, Cubanito, Saoco, Isla de Pinos y Mulata.
Se reconoce el Daiquirí como cóctel representativo de Cuba, dada las referencias documentales probatorias que dan fe de esta selección. Varios rankings internacionales patentizan la aceptabilidad universal de este trago: De los 10 Cócteles más Famosos del Mundo en 2014, ocupó el segundo lugar; del Top 10: los mejores cócteles de 2016 -The Bar México, se situó en el cuarto escaño, como igual sucedió en The World's 50 Best Selling Classic Cocktails 2016 - Drinks International.
Cuenta Cuba con reconocidas marcas de rones: Havana Club, que en el ranking de la publicación inglesa Drink International de enero 2012, a través de encuesta realizada por la Sociedad de Investigación del Mercado del Reino Unido, resultó número uno en un Top Hot Rum Brands, al encuestar a los cantineros que trabajaron durante 2010 en los 50 mejores bares del planeta. Se considera la segunda marca más popular, la que más se vende (Best selling rum) y la pimera en Barman´s Top Ten. También encabeza la más solicitada en los bares, según respuestas de los cantineros (el 12 % de los entrevistados son norteamericanos, mercado impenetrable para esta marca). Comprende las producciones de añejos Blanco, 3 Años, Especial, Reserva y 7 Años, al igual que su Icónica Collection: Selección de Maestros, Añejo 15 Años Gran Reserva, Colección Tributo (limitada, anualmente), Unión y Máximo Extra Añejo.
Están las comprendidas en la Corporación Cuba Ron, S.A., como son ron Isla del Tesoro Extra Añejo, rones Cubay (Carta Blanca, Carta Dorada, Añejo Suave, Añejo, Extra-Añejo 150 Aniversario, Carta Blanca Extra Viejo, Extra Añejo 1870 y Elixir 33), cremas Cubay (plátano, piña, anís, coco, limón, cacao, café, Triple Sec, Marrasquino, Granadina y menta verde), rones Perla del Norte (Carta Blanca, Añejo y Carta de Oro) y rones Santiago de Cuba (Carta Blanca, Añejo, Añejo Superior 11 años,
Extra Añejo 12 años, Extra Añejo 485, 490 y 500 Aniversario de la fundación de la villa Santiago de Cuba, Extra Añejo Siglo y 1/2).
Desde 1924 fue fundado el Club de Cantineros de la República de Cuba, primero de su tipo en América, y que ha tenido su continuidad en la actual Asociación de Cantineros de Cuba. Además de sus preceptos fundacionales de Fraternidad y Progreso, se ha sumado la profesionalidad y creatividad de sus miembros. Fue un cubano el primer latinoamericano en ganar la Copa del Mundo de la International Bartender Association (IBA), competición celebrada en Sevilla, España, en 2003.
Pues, nada de dudas en darse una vuelta por Cuba, beber un inigualable ron, después de un gallardo café y acompañado de un Habano de excelente factura. Verá que es lo más parecido a tocar el cielo con los manos.