Este mayo La Habana acogerá nuevamente a  la Bienal con el notable antecedente  que, de la primera en 1984, ya suman treinta años. El acontecimiento, en todo su devenir, ha asumido los retos más contemporáneos: la interrelación con el público, la apuesta por el goce estético y el arte emergente, que no se limita a los tradicionales espacios de galerías y museos.

1984: El Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam convoca la primera edición. La mirada se focaliza hacia los países de Latinoamérica y el Caribe, y abrió la posibilidad de que los creadores del área se expresaran en temas como la tradición y la contemporaneidad, los desafíos del hombre, su memoria, y la interrelación entre arte y vida urbana.

1986: El encuentro amplía su espectro también a los países de Asia, África y Medio Oriente. Al igual que en el primero, sin una propuesta curatorial definida, la cita propició la reflexión y estudio de la creación en regiones subvaloradas para la concepción artística occidental. Legitimar el arte emergente y brindarle un espacio en un evento inusual hizo que la mirada de críticos y especialistas se desviara hacia la Isla y comenzaran a tener en cuenta la producción artística de estos nuevos horizontes creativos.

1989: “Tradición y contemporaneidad” sería el eje curatorial de la tercera Bienal tras el cual se abordaría la complejidad del multiculturalismo. El arte popular se expresó de forma paralela a  la obra de creadores con un reconocimiento merecido y es esta cita  la que da inicio al evento teórico, acompañamiento imprescindible de las sucesivas ediciones. Al encuentro no ser competitivo en esta edición, se redujo el número de participantes lo que propició el intercambio creativo.

1991: La cuarta Bienal coincide con el Quinto Centenario del Encuentro entre Culturas lo que hizo posible centrar el discurso expresivo en temas como el colonialismo y el neocolonialismo, desde la perspectiva de los desafíos de la creación. Minorías étnicas tuvieron  espacio para mostrar sus obras. La arquitectura se tuvo en cuenta como elemento imprescindible de la visualidad. La reunión del Comité Internacional de Museos de Arte Moderno, coincidente con el evento, resultó también una posibilidad de intercambio.

 1994: El eje curatorial de la quinta Bienal estaría marcado por el tema “Arte, sociedad y reflexión”. El “Período Especial” en Cuba tuvo un reflejo en el encuentro. Marginación, migraciones, entrecruzamientos culturales fueron temas recurrentes para artistas invitados y del patio. El evento alcanzaba, a pesar de las difíciles condiciones en que tuvo lugar,  un prestigio sin precedentes y muestras de solidaridad llegaron  para que se mantuviera como cita.

1997: Tres años volverían a mediar para la celebración de la sexta Bienal habanera. La sistematicidad bianual desde hacía dos ediciones se había visto interrumpida por las condiciones económicas del país. “El individuo y su memoria” sería el tema central del encuentro que promovió repasar lo acontecido en nuestras regiones y discursar sobre el cuerpo humano, la evocación a la historia del hombre, su sentido de pertenencia y el rescate de elementos indispensables de su entorno.

2000: Irrumpe con la séptima Bienal de La Habana. El diálogo y las relaciones entre los seres humanos, bajo la mediación del surgimiento de las nuevas tecnologías de la comunicación hicieron que este encuentro de 2 000 reflexionara sobre las diferencias entre países pobres y ricos. Lo más significativo fue la intervención de los espacios públicos, tanto los más céntricos de la capital como los de la periferia.

2003: Nuevos retos afrontaría la octava Bienal. “Arte con la vida” fue su premisa. La idea de conquistar nuevos espacios públicos para hacer llegar la creación a un contacto más directo con el espectador se consolidó en esta cita. Los proyectos de inserción urbana en Alamar y en la ciudadela La California, de Centro Habana y la participación activa de estudiantes del ISA caracterizaron, entre otras acciones, esta edición.

2006: Las problemáticas de la ciudad y la cultura caracterizaron nuevamente  la Novena convocatoria que bajo el postulado de “Dinámicas de la cultura urbana” (2006) siguió extendiéndose a barrios  y a centros de mucha afluencia: como terminales de ómnibus y trenes, escuelas y hospitales, como forma de que el arte irrumpiera en las dinámicas cotidianas del individuo.

2009: La décima Bienal coincidió con el aniversario 25 del evento y expondría como idea medular: “Integración y resistencia en la era de la globalización”. El criterio curatorial fue el de la incidencia del desarrollo tecnológico en la comunicación  y las dinámicas de la cultura urbana. Se retomaron una vez más los espacios públicos, y crecieron las exposiciones colaterales en galerías y museos como complemento del evento.

2012: “Prácticas artísticas e imaginarios sociales” fue el lema que convocó a artistas de diversas latitudes en la oncena Bienal.  La intención de llevar el arte a la calle para el disfrute de todos se mantuvo como acertada experiencia. Las intervenciones en concurridas avenidas, plazas, e incluso exteriores de edificios públicos sorprendieron al transeúnte habitual que disfrutó de esa fiesta de imágenes y color que por varios días inundó la ciudad.