- Otra vez Zona Maco
Quizás al título le falten unos signos de admiración que delaten el entusiasmo de este redactor por tener un pretexto para regresar a México. Pero igual sobran, por esas veleidades del idioma español de hacer ver por igual una expresión de fastidio cuando se utilizan «palitos y punticos». Así que basta con que quede claro que se acerca una edición más de la Feria de Arte Contemporáneo Zona Maco —«La Feria de Arte más importante de Latinoamérica», según su promoción— y que Arte por Excelencias estará de nuevo allí, stand incluido, para calaverear con su logo.
Citibanamex es un lugar impresionante por su magnitud. En cualquiera de sus salones, cada uno de ellos separado del resto por espesos paneles y puertas que no dejan escapar el más mínimo ruido, se puede jugar un partido de béisbol y quizás los flais no golpeen el techo a pesar de los cinco pisos del recinto. Y son tantas las maneras de ver el arte contemporáneo que nos propone un evento como este, que todo se nos antoja un inmenso terreno donde cada mánager propone una variante de juego, espectacular quizás, aburrida tal vez, pero nunca indiferente. Porque de eso se trata: de una confrontación donde lo importante es cuán preparado esté el público para no dejarse engañar por ciertas estrategias que solo buscan el flachazo insípido o la toma de cámara superficial. Cuando se decanta todo eso siempre queda ese otro arte que nos atrapa cual bola que viene en caja cuadrada.
No importa cuán distante queda el centro de convenciones de los distritos más conocidos de la ciudad: Zona Maco se llena de gente después que abre en horas del mediodía en las cinco jornadas que dura. Para llegar a él bien vale la pena recorrer los kilométricos pasillos de un recinto excelentemente iluminado por la luz solar y por la agradable vista del Hipódromo Nacional colindante.
Confieso que me perdí el primer día de la edición anterior, no solo por las múltiples escaleras mecánicas que le alivian la llegada al espectador, sino porque pagué la novatada de llegar poco antes de las ocho de la mañana a un evento que abría a las doce y cerraba a las nueve. Me salvó el poder ver desde una perspectiva privilegiada a un grupo de jinetes que probaban sus caballos en la inmensa pista que se veía abajo… y caminar por aquí y por allá para vencer el frío de una mañana mexicana de febrero.
Tengo curiosidad por ver cómo los organizadores se las ingenian para, una vez más, hacer coherente, sin violar los intereses de quienes mejor paguen, esa cantidad de galerías que se nos hacen infinitas y se nos tornan nuevas según el recorrido que organizamos cada día. Bienvenido el kitch si ayuda a que el buen arte refulja mejor. Bienvenidas las marcas comerciales si nos aportan aquilatar los rumbos por donde marcha el diseño. Y bienvenido el público cómplice que conversa con uno y le pregunta cosas de ese terruño que flota en las cálidas aguas del Caribe.
Ya llega Zona Maco, una feria que se torna punta de lanza para algunos artistas emergentes de la región y que visualiza no poco de lo que se cocina en la vieja Europa. Y Arte por Excelencias limpia el cristal de sus espejuelos, desenvaina el bolígrafo, ajusta el lente de su cámara, y se apresta al asombro.